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El catedrático de Literatura Española Ignacio Arellano.
«La asturiana del Quijote era muy llana de cogote, jorobada y poco atractiva»

«La asturiana del Quijote era muy llana de cogote, jorobada y poco atractiva»

catedrático de Literatura Española

Azahara Villacorta

Jueves, 12 de noviembre 2015, 00:15

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El Siglo de Oro es su pasión y pocos saben tanto de esa época de florecimiento de la cultura patria. El catedrático de Literatura Española Ignacio Arellano (Corella, 1956), que además dirige el Grupo de Investigación del Siglo de Oro de la Universidad de Navarra, ofrecerá a las 19 horas de hoy la ponencia 'Las mujeres del Quijote' dentro del ciclo de conferencias programadas por el Ayuntamiento de Gijón y la Fundación Álvarez Viña para conmemorar el IV Centenario de la publicación de la segunda parte de la obra de Cervantes.

¿Qué tiene el Siglo de Oro que lo atrapó desde que terminó la carrera?

Es la época más importante de la literatura española y, cuando uno lee a Cervantes, a Calderón o a Lope de Vega comprende por qué engancha tanto. Son un poco más difíciles que un 'best-seller' moderno, como es lógico, pero, una vez que uno entra en ellos, se da cuenta de lo que merecen la pena.

¿Lecturas obligadas cada vez menos obligatorias para los chavales?

Si no están en los planes de estudios, apaga y vámonos. No es que estén mucho, pero son imprescindibles. En todos los países se supone que hay que tener un mínimo conocimiento de los grandes clásicos que han formado la cultura de ese país. Es lo mínimo que debe conocer uno. Eso no significa que uno se vaya a leer todo Lope, pero alguna cosa se tiene que conocer.

¿Cómo diría usted que son las mujeres del Quijote?

Variopintas. Tenemos desde la horrible Perlerina, que es una caricatura espantosa, a la Maritornes, una asturiana muy llana de cogote, jorobada y bastante poco atractiva, pasando por la más hermosa de todas, Dulcinea, que curiosamente no existe más que en la imaginación del Quijote. Solo él la conoce bien. Los lectores nunca hemos sabido cómo es Dulcinea, se desvanece entre las brumas de la locura quijotesca. En medio están Dorotea, Lucinda, Marcela... Hay todo tipo de mujeres en el Quijote, que es una especie de enciclopedia universal de personajes y de sucesos.

Mal paradas salimos las asturianas.

Bueno, era un tópico de la época. A los asturianos los llamaban, a veces, 'coritos'. Eran planos de cogote. Pero, por ejemplo, los navarros teníamos fama de cortos. Cada uno se lleva su ración. Maritornes no era muy atractiva pero como personaje literario es muy interesante.

¿Es una obra fruto de una sociedad machista?

Sí y no. Es verdad que, durante muchísimos años, el arte, la literatura, y la vida social, exterior, estaba en manos de los hombres, mientras que la vida interior, doméstica, estaba en manos de las mujeres. Lo que no puede hacerse es achacarle un machismo específico cuando pertenece a toda una cosmovisión. No olvidemos a personajes como Marcela, a la que se suele considerar una protofeminista que, frente a todas las acusaciones de todos los hombres y pretendientes que tiene, defiende con un discurso extraordinario su libertad y su derecho a hacer su propia vida. Como en todas las sociedades, hay personajes locos y sensatos. Gente para todo. Machistas y no machistas, como ahora.

¿En qué categoría encuadramos al ingenioso hidalgo?

Ni el Quijote es tan loco ni Sancho tan discreto. Es un tópico muy repetido también por los especialistas que Sancho Panza es lo contrario que el Quijote. Que Sancho es la sensatez materialista y el Quijote, la locura idealista. Pues que me digan a mí qué clase de sensatez tiene un labrador que, conociendo al loco de su vecino, le dice que se vayan por ahí y que le hará gobernador de una ínsula, y el otro dice: «Pues vámonos». Sancho también está un poco loco. Los dos, creo yo, están un tanto aburridos en la aldea , tienen ganas de divertirse y salen a buscar aventuras. Tampoco don Quijote es tan loco salvo en lo que se refiere a los libros de caballerías. Cuando habla de otras cosas, es muy sensato.

Ha dicho de Alonso Quijano que es un héroe que, sin embargo, no hace nada al derechas.

Es lógico, porque siempre que le tocan el asunto caballeresco pierde el 'oremus'. Así que analiza mal los problemas y cada vez que quiere salvar a alguien lo mete en un problema mayor. En ese sentido, es nefasto. Lo mejor es que no te quiera ayudar. Ahora bien: eso no quita su buena intención. Él quiere ayudar, que es mucho más de lo que la mayoría de la gente quiere para su prójimo. Es un héroe fracasado, pero no deja de ser un héroe.

Un héroe que inspira lástima...

En su momento, es un héroe ridículo, para reírse de él. Es un personaje cómico mientras que Sancho Panza era un interesado que, cuando no ve lo de la ínsula muy claro, le pide a don Quijote que le asigne un salario. También es razonable.

Y todo, en medio de la picaresca 'marca España'.

Hay más pícaros ahora que en el Siglo de Oro. Entonces existía el género de la novela picaresca. Eso es lo que no tenemos ahora, pero basta coger un periódico del día y tiene todos los pícaros que quieras.

¿Han cambiado mucho quienes ejercen el poder?

Se dice que era época de reyes absolutos y yo creo que hoy se entiende muy mal cuando se dice que Felipe II, III o IV eran reyes absolutos. Eran absolutos porque creían depender directamente del derecho divino, pero están sujetos a las votaciones de las Cortes para muchas cosas y están sujetos, sobre todo, a la ley y a la ley divina. Le dice Quevedo al Rey: «No es poderoso el que hace lo que quiere. Es poderoso el que hace lo que debe». El poder se define por el deber. Y, en ese sentido, los reyes absolutos del Siglo de Oro son bastante menos absolutos de lo que parece y sometidos a crítica.

Como hoy en día, vamos.

Como ahora, sí. La diferencia es que ahora se les critica más, pero los gobernantes, los poderosos, hacen más lo que quieren que los del Siglo de Oro, quienes tenían una noción muy clara de lo que debían hacer, lo cual no significa que lo hicieran, por supuesto.

Tenemos la idea de que la sociedad barroca es una época oscura atrapada en las garras de la Inquisición.

Lo más difícil de remover es el tópico y el tópico de la Inquisición ha sido muy nefasto. Un portugués que vivió en la Corte de Valladolid decía, precisamente, que los portugueses debían aprender de Castilla porque las mujeres allí hacían lo que les apetecía, tenían libertad, iban a todas partes, hablaban con los hombres que querían y que en Portugal eso no se hacía, que estaban todas encerradas y que era muy triste. Entonces, todo es muy relativo.

Explíquese.

Es verdad que la Inquisición no era una institución muy beneficiosa para nada, pero había áreas más castigadas que otras. Se centraba más en libros de Teología o Filosofía, pero en las novelas se centraba muy poco. La Inquisición portuguesa sí censuró pasajes del Quijote por parecerles irreverentes, como cuando Sancho se hace un rosario con unos bolos de la camisa sucia. Las crueldades de la Inquisición no eran tanto propias como de los sistemas judiciales de la época. En España apenas hubo quemas de brujas.

¿Cómo asistió a la búsqueda de los restos de Cervantes?

Me pareció innecesario. Es España nunca se ha respetado demasiado a los hombres ilustres y a estas alturas ponerse a buscar los huesos de Cervantes o de quien sea... Los huesos de Cervantes son sus textos.

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