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Argüelles Meres, en Oviedo.
«En 'El Quijote'  se muestran todos  nuestros defectos  y cualidades»

«En 'El Quijote' se muestran todos nuestros defectos y cualidades»

El colaborador de EL COMERCIO anticipó ayer en la Universidad de Oviedo el ensayo que llevará por título 'Reinvención del Quijote'

ALBERTO PIQUERO

Jueves, 5 de mayo 2016, 00:26

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En vísperas de la publicación del ensayo que ha titulado 'Reinvención del Quijote', el escritor, profesor de Lengua y Literatuta, y colaborador de EL COMERCIO Luis Arias Argüelles-Meres ha dado un anticipo en la mañana de ayer durante la conferencia que pronunció en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Oviedo, presentado por Enrique del Teso Martín.

¿Cuál fue su primera aproximación a 'El Quijote'?

De niño, lo cuento en la introducción del libro. En el despacho de la biblioteca de mi padre, que era maestro y un gran lector. Fueron lecturas de fragmentos, no de un tirón.

¿Y cuántas veces ha vuelto después a esos capítulos?

En muchas ocasiones y en múltiples ediciones. Una de ellas, producto del único hurto que hizo mi padre en su vida, que cogió de una casa abandonada, en el periodo de la guerra civil, una edición del siglo XIX. Otra, muy curiosa, la que Tini Areces regaló a todos los profesores de Lengua y Literatura, en 2005, con prólogo suyo...

Decía el anterior director de la RAE, José Manuel Blecua, que nunca se agota la lectura de 'El Quijote'. ¿Es así?

Es lo que sucede con los clásicos, que son inagotables. En particular, ocurre si se trata de novelas, por la ambigüedad del género.

Hay quien se lamenta porque no haya una conmemoración del cuarto centenario de la muerte de Cervantes a la altura del autor; pero también parece que los actos celebrados no congregan multitudes...

En 'El Quijote' estamos definidos como nación y país, se muestran todos nuestros defectos y cualidades. Y entre los defectos no aparece el chauvinismo. Es verdad que el interés social por la obra no resulta mayoritario; pero influye también a todos los que no la han leído.

Usted nos presenta en su ensayo a quienes sí lo han leído fructíferamente, empezando por el propio título, que remite a otro de Manuel Azaña, 'Cervantes y la invención del Quijote'. ¿Cuál es la causa de esa elección?

Abarco un periodo de veinticinco años, que va desde 'Vida de Don Quijote y Sancho', de Unamuno, de 1905, a la obra de Azaña, incluyendo asimismo las 'Meditaciones del Quijote', de Ortega y Gasset, los textos de Ramiro Maeztu, de Américo Castro, de Salvador de Madariaga, o acudiendo a la representación asturiana, 'Sancho en la ínsula Barataria', de Pérez de Ayala. Hasta esa etapa, Cervantes y 'El Quijote' no habían sido suficientemente valorados entre nosotros. Es Clarín quien los precede, calificándola de obra máxima. Pero en ese tránsito al que aludo se da además la circunstancia de que al tiempo que recuperan una utopía literaria, de modo simultáneo colaboran en el proceso de una utopía política, la cual desembocaría en la II República. Después del advenimiento republicano tuvieron sus diferencias, pero casi todos ellos habían estado en la Agrupación de Servicio a la República, con Azaña en un papel fundamental. Suele citarse la importancia de Góngora para la generación del 27 y, sin embargo, no acostumbra a mencionarse a Cervantes como referencia de esta generación.

No obstante, hasta ese tiempo, ¿no se apreció más 'El Quijote' fuera de nuestras fronteras que en el interior?

Sí, por parte de los románticos alemanes y muchos otros... Iván Turgueniev, el gran escritor ruso, dió una conferencia en la que dividía a los seres humanos entre hamletianos y quijotescos, los contemplativos y los hombres de acción. Casi toda esta generación, menos Unamuno, eran contemplativos; pero les fascinó Cervantes y terminaron siendo quijotescos, pues se entregaron a una acción política que ya era ajena a su bagaje ideológico.

¿El Quijote hubiera sido un buen presidente republicano?

A eso ya contestó Pérez de Ayala, quien dijo que Don Quijote habría sido un gran estadista, pero a Sancho le correspondería ser el buen gobernante.

¿Nos da una razón para que nadie deje de leer 'El Quijote'?

Que es una obra maestra y divertidísima, que enseña deleitando, como recomendaba Horacio. Que nos muestra toda una época y su fondo dramático. Y que es es imposible que nadie se aburra leyendo 'El Quijote'.

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