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García Márquez, en sus primeros años como periodista. :: 'GABO, PERIODISTA'
El «mejor oficio» de Gabo

El «mejor oficio» de Gabo

García Márquez siempre será recordado como escritor, pero nunca dejó de reivindicar el periodismo

ROSA RUIZ

Domingo, 19 de junio 2016, 03:38

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«Aunque se sufra como un perro, no hay mejor oficio que el periodismo». Esta frase que posiblemente suscriban todos los profesionales de la información cobra más sentido porque fue dicha por Gabriel García Márquez, quien siempre será recordado por sus novelas. Pero, anteriormente a 'Cien años de soledad', 'El coronel no tiene quien le escriba' o 'Crónica de una muerte anunciada', mucho antes del Nobel de Literatura y de ser considerado el causante del 'boom' de la literatura hispanoamericana, existe un García Márquez periodista al que se recordará mañana en Oviedo dentro de las jornadas Futuro en Español que organiza Vocento, grupo al que pertenece EL COMERCIO, y el Banco de Desarrollo de América Latina, CAF, con la intervención de Juan Abello, director general de la Fundación Gabriel García Márquez para un Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI).

Esta entidad ha editado el libro 'Gabo, periodista', en el que se recogen algunos de los artículos publicados por el escritor para ponerlos en su justo lugar. Se presentan entrelazados con sus mejores novelas, cuentos y relatos. Una obra bajo la dirección editorial del periodista puertorriqueño Héctor Feliciano, un devoto «gabólogo» quien explica en una entrevista para este periódico cómo se fraguó esa obra. «Gabriel García Márquez nunca renunció al periodismo y no era extraño escucharle decir que se encontraba más a gusto con los periodistas que con los literatos. A veces, hasta reconoció que una buena parte del Nobel que recibió en 1982 se la debe a su época de informador», señala Feliciano.

El editor de esta obra, que trabajó codo a codo con el escritor para recuperar estos artículos, asegura que al Nobel «le gustaban la escritura y la literatura, pero no todo lo que sucedía alrededor de ella».

Gabriel García Márquez publica sus primeros artículos a los 20 años, en las páginas de 'El Heraldo' y son muchos los periódicos para los que trabaja a lo largo de su vida, entre ellos 'El Universal' o 'El Espectador'. Fue corresponsal en París y en Nueva York y en todas las redacciones por las que pasó dejó huella.

«El libro nació porque todo el mundo sabe que Gabo fue periodista, pero todas esas informaciones que escribió en distintos periódicos no se conocen tan bien como la obra literaria. Además pensamos, y ese es otro de los méritos, que años después de que fueran escritas no han perdido actualidad».

Con esta premisa, Feliciano y el propio Gabo se sumergieron en una selección de artículos. En realidad, el escritor conservaba cinco tomos encuadernados, que se recuperan para el libro y que están comentados por otros tantos escritores como Martín Caparrós (Argentina), Juan Cruz (España), Joaquín Estefanía (España), Jean François Fogel (Francia), Alma Guillermoprieto (México) o Álex Grijelmo (España), entre otros. «Cada uno de estos autores eligió uno de estos artículos y los comentó basándose en sus propias vidas explicando cómo les impactó en aquel momento».

El libro se completa con fotos de los álbumes familiares, algunas de las cuales ilustran estas páginas. «Hay una fotografía que a mí me impacto muchísimo. Fue tomada en la mañana en la que le anuncian que le han concedido el Premio Nobel. La hace su hijo y en ella está Gabo celebrándolo en el patio de su casa con su esposa Mercedes. Lo que más me gusta es que los dos están en bata y pijama porque, aunque en Estocolmo es mediodía, en Colombia aún eran las seis de la madrugada».

La obra también incluye un documento inédito, una entrevista a la esposa del escritor Mercedes Barcha, realizada por el propio Feliciano. «Ella nunca concede entrevistas y para mí como periodista fue dificilísima, pues, aunque se prestó de buena gana, sus respuestas no se extendían más allá de sí o no», recuerda entre risas.

Sin embargo, sí logró sacarle el desasosiego que el creador de Macondo sufrió en Nueva York, cuando trabajó en Prensa Latina. «Había animadversión de los cubanos residentes hacia esta agencia de noticias. Hubo amenazas de bomba y golpes, pero cuando él llegaba a casa no le contaba nada a Mercedes para no preocuparla. Fue cuando decidió dejar el periodismo y dedicarse a escribir, por ella, para no mortificarla», explica Feliciano.

Laboratorio de sus novelas

El libro, de 512 páginas, llevó tres años de trabajo. «Para mí es una obra fuera de lo común por su contenido, por la posibilidad de disfrutar del gran periodista que fue Gabo y por las aportaciones que hacen otros escritores periodistas».

Gabriel García Márquez dijo que «el periodismo es una pasión insaciable que sólo puede digerirse y humanizarse por su confrontación descarnada con la realidad» y tal vez por ello saltó de uno a otro género con gran facilidad: «Fue reportero, articulista, corresponsal, cronista, editorialista... Todo lo que se podía hacer en el oficio y lo realmente sorprendente era el alto nivel que tenían sus textos. En ellos se ve la dimensión a nivel imaginativo y la comodidad que tenía manejando el lenguaje. Un nivel extraordinario», insiste Héctor Feliciano.

También era un profesional meticuloso y cuidadoso en la escritura. No en vano, una de sus máximas era: «La mejor noticia no es siempre la que se da primero, sino muchas veces la que se da mejor».

Otra de las cuestiones que destaca el periodista puertorriqueño de los artículos de Gabo es que «le sirvieron como laboratorio para desarrollar su literatura. En sus primeras columnas ya comenta lecturas que le impactaron de autores como Faulkner o Juan Rulfo. Todo ese bagaje fue imprescindible para su profesión de escritor. Poca gente sabe que con 26 o 27 años ya escribe una columna que titula 'La casona' que es el inicio, casi el prólogo, de 'Cien años de soledad'. Hay un trasvase entre ese periodismo y su literatura, como si sus artículos fueran viveros».

Si se le pide a Feliciano que identifique a García Márquez con otro periodista conocido no duda en decir que «Gabo solo se puede comparar con Gabo. Realmente cubrió tantos campos que es difícil encontrar a alguien semejante. Tal vez algunas de sus crónicas podrían recordar a las de Manuel Chaves Nogales, el gran cronista de la Guerra Civil española».

«Biblia del reporterismo»

«Hay textos suyos que ya forman parte de la biblia del reporterismo», recuerda Feliciano. En ellos mostraba la respuesta de los cubanos frente al bloqueo, la guerra de Vietnam por dentro, la intervención cubana en Angola, apuntes para un nuevo debate sobre las drogas... y muchos de sus libros no son si no el trabajo de un buen periodista. «Ahí están 'Crónica de una muerte anunciada, 'Noticia de un secuestro' o 'Relato de un náufrago'».

Su amigo y colega señala que el Nobel aseguraba que, por mucho que cambien «los universos cósmicos o los soportes», como puede ser hoy en día internet, «nunca desaparecerá el periodismo. Porque él creía que el mundo siempre va a necesitar a alguien que jerarquice o ponga en contexto las cosas, porque si no todas las noticias serán iguales. La credibilidad del periodista y esa necesidad de contextualizar las noticias va a hacer siempre falta». Gabo, sus libros y sus artículos, también.

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