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Las hijas de Carmen Laforet recuerdan su risa. Arriba, retrato de Elena Fortún.
Las cartas olvidadas de Elena Fortún y Carmen Laforet

Las cartas olvidadas de Elena Fortún y Carmen Laforet

La creadora de la pequeña Celia y la autora de 'Nada' compartieron inquietudes y desdichas por escrito, todo un tesoro que ha costado mucho encontrar

ÁLVARO SOTO

Domingo, 12 de febrero 2017, 02:21

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Dos de las grandes escritoras españolas del siglo XX mantuvieron una relación epistolar que hasta ahora no había salido a la luz. Carmen Laforet, autora de 'Nada', y Elena Fortún, la creadora de la inolvidable Celia, se escribieron durante cinco años, entre 1947 y 1952. Esas cartas, que ahora publica la Fundación Banco Santander, son un tesoro que permite ahondar en los anhelos, las tristezas, la cotidianeidad de dos genios de la literatura que lucharon por romper las barreras de la difícil época que les tocó vivir.

Fue Carmen Laforet (1921-2004) la que dio el primer paso. De niña, se embelesaba con las historias de Celia en la revista 'Blanco y Negro'. Cuando, siendo todavía una jovenzuela, sacude el mundo de la literatura nacional llevándose en 1944 el Premio Nadal, comienza a pensar en que quiere compartir sus inquietudes vitales con la autora del personaje con el que tanto se identificaba. La primera carta, que está perdida, data de 1946. A partir de ahí, la correspondencia se hace un hábito que engancha a las dos escritoras.

«En una ocasión, mi madre le escribe a Elena: 'No solo existe un parentesco de sangre, también lo hay de espíritu'», explica Cristina Cerezales, una de las hijas de Carmen Laforet. «Elena se convierte en la madre literaria de Carmen Laforet», corrobora la profesora universitaria Nuria Capdevila-Argüelles, autora de uno de los prólogos del libro.

En el intercambio epistolar se aprecia cómo Elena Fortún se desvive por pedir a «su Carmen» («su princesa escandinava», la llama en una ocasión) que sea feliz y alegre. «Quiere que Carmen disfrute de la familia, de la literatura, de la vida», cuenta Capdevila. Las dos escritoras tenían siempre sobre ellas la sombra de la desdicha. En el caso de Carmen Laforet, cierto aislamiento del exterior, que sin embargo, según cuenta su hija, se transformaba dentro de casa en una alegría contagiosa. «Siempre recuerdo su carcajada», cuenta Cristina Cerezales. A Elena, por su parte, la relación con Carmen le llega en el momento final de su vida, cuando la enfermedad la está consumiendo poco a poco y su marido acaba de suicidarse. «Las cartas hablan del dolor y del amor, de la búsqueda de la gracia», agrega Cerezales.

Investigación casi policial

Encontrar las misivas ha sido como una investigación policial. La familia de Laforet tenía las que Fortún le había enviado a Carmen, y en una de ellas encontró la primera pista. La escribió el 29 de diciembre de 1951 y citaba la dirección de una amiga, Carolina Regidor, que vivía en Madrid (Ponzano 18-6º C) y a la que encomendaba la custodia de la correspondencia. La hija de Laforet y su marido, Toni, buscaron en la guía, llamaron a algunos vecinos y al final hablaron con el portero del edificio, que les dijo que Carolina Regidor vivía en una residencia fuera de la capital, pero alguna vez volvía a su casa y cogía el autobús en la Plaza de España. Cuando por fin dieron con ella, y tras ganarse su confianza, Cristina y Toni quedaron en ir a verla a su residencia. Pero la desgracia se cruzó en su camino: Carolina murió el día anterior a la cita al caerse por las escaleras.

Los descendientes de Carmen Laforet, sin embargo, no se dieron por vencidos. Por casualidad, supieron de la existencia de un libro, 'Los mil sueños de Elena Fortún', escrito por Marisol Dorao. Contactaron con Dorao y, por fin, ella les confirmó que tenía las preciadas misivas. «Me dijo que comprendía que esas cartas pertenecían a la familia de Carmen Laforet y que me las enviaría de inmediato», recuerda Cristina Cerezales.

«El intercambio entre Carmen y Elena está lleno de generosidad, libertad, inocencia, entrega, dudas, admiración, sensibilidad, angustia. Pero sobre todo, de amor», insiste Francisco Javier Expósito, responsable de la Colección Obra Fundamental de la Fundación Santander y editor de este volumen.

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