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El escritor Miguel Rojo vuelve a las librerías.
«Muchos clásicos de la literatura no se podrían publicar hoy por miedo»

«Muchos clásicos de la literatura no se podrían publicar hoy por miedo»

El autor se pone en la piel de un hombre que secuestra a su propio hijo para vengarse de su exmujer en 'Siempre estaré a tu lado'. Esta tarde se presenta en Gijón

MARÍA DE ÁLVARO

Jueves, 16 de febrero 2017, 00:14

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El protagonista de la nueva novela de Miguel Rojo no tiene nombre. Literalmente. Pero también podría decirse que como metáfora, porque tampoco tiene nombre la venganza que orquesta contra su mujer, víctima durante años de sus ataques de ira y, finalmente, del más perverso de los planes: el secuestro de su propio hijo para «darle donde más duele». 'Siempre estaré a tu lado', que hoy se presenta en la librería La buena letra de Gijón (20 horas) dentro del Aula de Cultura de EL COMERCIO, es la historia de un viaje, de cinco días de huida trepidante de un padre convertido en un auténtico monstruo. Ella quiere divorciarse, tiene ya una nueva relación y él se presenta en el colegio del niño y se lo lleva con la disculpa de una falsa cita con el dentista. Así se desencadena todo.

-No sé ni por dónde empezar. Es un libro duro. Durísimo.

-Es que la realidad lo es. La historia que cuento sucede, por desgracia, con demasiada frecuencia. Podría haberla edulcorado, pero sería absurdo.

-Pues ahora todo es light.

-Por eso, estoy un poco cansado de lo políticamente correcto, hay que volver a la realidad.

-Usted lo hace, y a porta gayola. Podía haber escogido el punto de vista de la madre para contar esta historia, incluso el del niño, pero ha escogido el del padre, y además en primera persona. ¿Por qué?

-La primera persona le aporta credibilidad, quitas los intermediarios. Yo lo que quería era ponerle un micrófono en el corazón, oir a la voz del protagonista.

-Sabe que hay quién puede pensar que con eso también trata de justificarlo, ¿verdad?

-Un mal lector puede pensarlo, sí, pero no lo pretendía, naturalmente. Sin duda este es el libro que más trabajo me ha costado, tal vez porque el personaje está en las antípodas de mí mismo, pero la literatura al final es eso. Ni la biología, ni la psicología ni ninguna ciencia es capaz de entrar en el corazón humano como la Literatura.

-¿Y qué encontró en el corazón de su protagonista sin nombre?

-Pues descubrí algo que sospechaba, que nadie es 100% bueno ni 100% malo.

-¿Todos llevamos un monstruo dentro?

-Todos. La diferencia es que unos somos capaces de dominarlo y otros, no.

-¿Y qué hay de Miguel Rojo en el protagonista de 'Siempre estaré a tu lado'? Dígame que poco, por favor.

-Tenemos paisajes comunes, la misma moto y el amor por un crío (en el caso de Miguel Rojo, ya un hombre, Iyán, que firma la fotografía de su padre en la solapa del libro). Eso y un montón de contradicciones. ¿Sabe qué? Yo creo que él es la mayor de las víctimas de esta historia.

-La figura del verdugo como víctima es eterna, pero en el caso que nos ocupa, ¿es consciente de lo que le puede acarrear lo que está diciendo?

-A ver, está claro que se trata de una víctima culpable, su propio odio le carcome. La diferencia es que sus víctimas, su exmujer y su hijo, son víctimas inocentes. Y esa diferencia es capital, claro.

-Es curioso como a lo largo de todo el libro se justifica. «La certeza de que yo no era el culpable sino la víctima, me tranquilizó, me dio fuerzas», dice en un momento, pero sus alusiones a la responsabilidad del resto, y hasta del mundo entero confabulado contra él, son constantes.

-Es una constante humana, sin autojustificarnos no podríamos vivir. Y en casos como el que cuento, muchísimo más. Historias como esta salen con demasiada frecuencia en los periódicos. He leído y leído y siempre es igual.

-El machismo, recalcitrante en algunos momentos, es otro rasgo.

-Claro, claro, el detonante de esta historia es que la mujer decide abandonarle y él no tolera que ella se vaya. Le persigue la vergüenza, y eso no es más que machismo.

-La novela arranca con una cita de Medea. Una historia antigua y desgraciadamente demasiado actual.

-El «te voy a herir donde más duele» ya lo pronuncia efectivamente Medea. Pero curiosamente algo parecido a lo que escribía Eurípides es lo que dijo el tipo que el otro día asesinó a su propia hija lanzándose con ella por la ventana de un hospital en Madrid.

-No tenemos arreglo.

-Confieso que soy pesimista en este tema. A veces pienso que ni tiene solución ni la tendrá. Porque en realidad soy pesimista en esto y en todo lo que tiene que ver con la condición humana, somos tan egoistas, tan violentos y, a la vez, tan maravillosos hoy como lo éramos en Atapuerca. En lo esencial no hay cambios. No hay más que ver el triunfo de Trump.

-Bueno, en cuestiones de igualdad entre hombres y mujeres algo hemos mejorado.

-Sin duda, la verdadera revolución de la mujer llegó con la píldora y, después y gracias a que podíais hacer algo más que tener hijos, con la independencia económica, pero queda mucho por hacer. A veces en el instituto (Miguel es profesor de Biología) oigo a los chavales y me asusto.

-Vamos a tomar aire. ¿Va a darnos un respiro en su próxima novela?

-Pues no. Siempre ando metiéndome en líos (risas).

-¿En qué lío esta vez?

-Pues vuelvo a la primera persona y esta vez le doy voz a un yihadista. En realidad son dos historias cruzadas, pero quiero volver a poner el altavoz en el corazón del malo, quiero saber por qué alguien es capaz de cometer un atentado.

-Va a ensillarse en monstruos.

-¿Y de qué va a escribir un monstruo si no? (Risas) No, en serio, me gusta meterme dentro, que sea precisamente el monstruo el que hable, porque si lo haces desde fuera tienes muchas posibilidades de acabar cayendo en la moralina. Por no hablar de que la historia de la literatura es una historia de malos.

-Son mucho más interesantes.

-Para la literatura o para el cine, por supuesto, aunque tal y como se ha puesto la cosa con la corrección política hoy muchos de los clásicos no podrían publicarse por miedo. 'Lolita', por ejemplo, ahora sería impensable.

-Nabokov, en la cárcel mínimo.

-Y Dostoievski, y tantos.

-¿Se planteó dejar este libro en un cajón por eso?

-No (rotundísimo).

-¿Se lo planteó alguna editorial?

-Pues no fue fácil. Incluso hubo quien me sugirió edulcorarlo, pero no lo hubiera hecho nunca, no tendría sentido.

-¿Cuándo vuelve el Miguel Rojo poeta? Le echamos de menos, hace ya seis años de 'El paseo'...

-La verdad es que no lo sé. Con la poesía funciono por impulsos. Yo suelo escribir narrativa hasta que en un momento dado surge la pulsión, la necesidad llega de pronto. Ya lo decía Gil de Biedma, la poesía, a parte de hablar del tiempo y de otras historias, es tu propia vida. Y eso cuesta más.

-¿Y en asturiano?

-Sigo escribiendo en asturiano, sobre todo poesía, pero el problema es la falta de visibilidad absoluta que tiene el asturiano.

-¿De quién es culpa eso?

-Primero de la propia sociedad y después de una falta de políticas educativas efectivas. La sociedad asturiana, por desgracia, pasa del asturiano.

-¿Sabe por qué?

-La verdad es que no. No lo sé.

-Alguien dijo una vez que es como si se estuviese cayendo la catedral y no pusiésemos ni un andamio.

-No, no, es peor, porque las catedrales se pueden volver a levantar, pero eso no pasa con las lenguas, que son irrecuperables. Perder una es como perder una especie animal o vegetal. Esa confluencia de circunstancias, de palabras que dan lugar a una lengua, resulta absolutamente única.

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