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ALBERTO PIQUERO
Domingo, 23 de abril 2017, 02:19
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Tal vez se podría establecer que José María Guelbenzu (Madrid, 1944) fue cocinero antes que fraile, pues en su caso la condición, digamos equivalente, de escritor y editor, transcurrió durante varios años en forma alternativa. Hoy se dedica exclusivamente a la creación literaria, bien que acaso le haya quedado una cierta tendencia al desdoblamiento, pues en una orilla van ascendiendo las novelas que le inspira una singladura que consideraríamos clásica, mientras que desde la otra ribera ha ido remando por el género policíaco, colocando en el timón a la juez de instrucción Mariana de Marco, cuyas últimas venturas y desventuras transcurren en una ciudad que púdicamente se esconde bajo una inicial, G., y que no es otra que Gijón. La octava entrega de esta serie, 'El asesino desconsolado', será presentada el martes, día 25, a las 19.30 horas, en el Ateneo Jovellanos, institución que junto al Aula de Cultura de EL COMERCIO patrocina el acto.
Usted estudiaba Derecho cuando decidió entregarse de forma exclusiva a la literatura. ¿De qué modo surge una vocación?
Escribía poemas desde la adolescencia. Y tenía claro que mi futuro estaría relacionado con algún arte expresivo, fuera autor teatral o director de cine... Pero la familia te decía que antes había que estudiar y ser un hombre de provecho... Recuerdo la felicidad que tuve cuando finalmente me decidí a escribir y nada más. Fue en la plaza mayor de Salamanca, mientras leía una antología de Vicente Aleixandre. Aquel día tenía que presentarme a un examen de Derecho Civil. No me presenté... Luego, por esos sarcasmos de la vida, acabé siendo director de editoriales, lo que requirió mucha gestión jurídica o administrativa.
Dirigió Taurus y Alfaguara. En esa posición, ¿se conoce mejor la idiosincrasia de los escritores? ¿Es tanta la vanidad que observó en la tribu literaria como la que se le atribuye al colectivo?
Ser escritor en España no renta... Así que se ha de tener un ego de caballo, ser un poco particular. Después, hay quien sólo quiere triunfar y quien prefiere escribir bien, que son dos modelos distintos. Pero, en general, lo que escucha el escritor es que por ahí no se va a ninguna parte, y ha de poseer una conciencia clara de lo que quiere hacer. Es una opción contra el mundo.
¿Por qué, en su caso, amplió el radio de atención creativo al género policíaco?
No he renunciado a la alta literatura, ambiciosa y exigente. Ocurrió que mientras estaba escribiendo 'Esta pared de hielo' no acababa de hallar soluciones para hacerla funcionar y, a modo de de título único, entretanto encontraba la fórmula, surgió en otro cajón el personaje de Mariana de Marco. Tras publicarse la primera novela que la tuvo por protagonista, 'No acosen al asesino', me di cuenta de que no le había sacado ni de lejos el jugo que tiene el personaje. Ha ido evolucionando y yo me he hecho devoto de ella.
¿Hay dos Guelbenzus, por ejemplo el de 'La tierra prometida' -Premio Plaza & Janés- y el de 'El asesino desconsolado'?
No, yo no creo que haya un Jekyll y un Hyde. Puede haber dos escritores en la medida que afrontan exigencias diferentes. El género policíaco es más ligero y admite convenciones, pero carece de la amplitud que abarca la alta literatura.
¿Nos explica por qué Gijón se convierte en las últimas novelas de Mariana de Marco en una tímida inicial, o sea, G.?
Para evitarme algunas obligaciones y disponer de libertad. No soy urbanista ni filólogo, de modo que aunque están presentes lugares muy concretos y reales de Gijón, si el desarrollo literario lo precisa, puedo permitirme inexactitudes; y de otro lado, tampoco he de ser fiel al modo de hablar de la ciudad.
Se menciona al paso, en boca de Mariana de Marco, una opinión de Benet, según la cual «los asturianos son unos locos transparentes». ¿La comparte el autor?
(Risas) Lo que son los asturianos es muy directos y los más tratables de todo el Cantábrico. Y tienen fama de poner en circulación las blasfemias más retóricas del planeta. Benet lo decía sin malicia...
Por momentos, el tono de 'El asesino desconsolado' es más bien desenfadado. ¿Hay el ánimo de desdramatizar?
Claramente. Elijo lo intrigante y lo sorprendente antes que lo dramático. Y cuando es necesario alcanzar lo dramático, lo hago sin cebarme. Hay un punto de comedia, de trazos de humor y de dobles sentidos.
Había anticipado que la serie se compondría de diez novelas, le faltan dos más...
Veremos... Es un homenaje al matrimonio sueco que considero junto a Simenon los padres de novela policíaca europea, Maj Sjöwall y Per Wahlöö. Ya estoy escribiendo la novena... Y, en ella, Mariana de Marco no ejercerá en Gijón, no quiero que se piense que es la ciudad más criminal del Cantábrico (Risas).
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