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ALEJANDRO CARANTOÑA
Miércoles, 24 de mayo 2017, 00:05
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Siempre lo oyeron teclear, pero no publicó su primera novela hasta los 77 años, en 2015. Se tituló 'Éramos río' y su presentación, en la casa de cultura de Grado, fue todo un acontecimiento: el «sabio Ton», como lo abrazaron quienes abarrotaban aquella sala, por fin publicaba la gran novela del concejo. Quién mejor que Antonio González Areces, maestro nacional jubilado y entregado inoculador de pasión literaria, para emprender la tarea. Deja, al menos, otras dos novelas inéditas ambientadas en el concejo, amén de una incontable legión de herederos intelectuales.
Falleció en la madrugada de ayer en Oviedo, a los 78 años, tras una larga enfermedad a la que le costó horrores doblegarle, y que no le impidió mantenerse lúcido y activo hasta el último momento. Lector empedernido, letraherido por naturaleza y ancho de espíritu sin perder la aldea, nació en 1938 en la capital moscona, aunque vivía en Sama de Grado. A su escritura, a su jardín y a una voracidad por la poesía que lo acompañó hasta el último día consagró su vida, esparciendo, desde su magisterio, una pasión que ha fructificado hasta extremos insospechados. Así lo recordaba ayer Gustavo Fernández, bibliotecario y cronista oficial de Grado, impactado por la «pérdida terrible. Nos deja un maestro: el padre de las letras mosconas.» Lo decía, se apresuró a aclarar, «objetivamente: dio clase a todos los que han escrito en este concejo en las últimas décadas».
De un compromiso político acerado y propio, erigido sobre mil lecturas, siempre se mantuvo activo en frentes culturales, literarios, y poéticos. Perteneció a Tribuna Ciudadana, también al grupo poético Erosión; ejerció la crítica de arte y bañó a sus cuatro hijos en esas aguas desde que nacieron, amén de a todo el concejo: mantuvo una implicación constante con clubs de lectura y talleres de escritura.
Deja viuda y tres hijas, Estefanía, Mariana y Loreto, y un hijo, Manuel Astur. La primera, tocada por las letras (es librera y poeta); el único varón, también: colaborador del diario EL COMERCIO, su obra más reciente es 'Seré un anciano hermoso en un gran país'. Ton Areces, dejó escrito ayer, era exactamente «el anciano hermoso que yo quiero ser». Se despidió de este mundo mientras que escuchaba a una de sus hijas recitar a Rilke. Así, como el «roble fuerte» que siempre fue, emprendía camino: deja la ímproba tarea de que su legado no caiga en el olvido. La capilla ardiente quedó instalada ayer en el tanatorio de Grado, donde se mantendrá hasta su traslado a Sama de Grado. Allí, en la iglesia de San Esteban, se oficiará el funeral a las 16 horas de hoy.
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