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ALBERTO PIQUERO
GRADO.
Domingo, 14 de enero 2018, 01:02
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En la mañana de ayer, el Aula de las Metáforas, teniendo de anfitrión a su fundador, Fernando Beltrán, recibió en su sede del palacio Miranda-Valdecarzana, de Grado, a la Fundación Centro de Poesía José Hierro, de Getafe, merecedora del galardón bienal que otorga la entidad moscona.
Tras los saludos de presentación, tomó la palabra el viceconsejero de Cultura, Vicente Domínguez, quien apuntó un dato poco conocido, que «los primeros poemas publicados por José Hierro se editaron en Gijón». Hizo un repaso después de los distintos centros que pueden contemplarse en nuestra sociedad, desde los empresariales a los de estudios, para desembocar en un paralelismo, adjudicando a los centros culturales la equivalencia con los centros de salud. En este caso, «centros de salud del alma», tanto por lo que se refiere al Aula de las Metáforas como a la Fundación José Hierro.
Leopoldo Sánchez Torre, vicerrector de Extensión Universitaria y director del Aula de las Metáforas, aludió al texto de José Emilio Pacheco 'En defensa del anonimato', donde escribe: «Llamo poesía a ese lugar del /encuentro/ con la experiencia ajena...». O: «No leemos a otros, nos leemos en ellos». Por su parte, defendió la poesía como «algo vivo, lejos de cualquier concepción elitista». Y recordó que «la aventura de amor», que es el modo en el que define Fernando Beltrán el trayecto del Aula de las Metáforas, se ha convertido en «un milagro».
En representación de la Fundación José Hierro, estuvieron la poeta Julieta Valero y la concejala de Cultura de Getafe, Raquel Alcázar. La primera de ellas agradeció el premio que se les ha otorgado en términos de «un abrazo cálido, una apertura de puertas y la constatación de que el trabajo que hacemos tiene sentido». Evocó la respuesta de Borges a un periodista, cuando le preguntó para qué servía la poesía. «¿Para qué sirven los pájaros?», contrapreguntó el autor de 'El Aleph'. No fueron necesarias más réplicas.
Raquel Alcázar estimó que «un euro invertido en cultura ve su valor triplicado al lograr poblaciones más convivenciales», e invitó al festival poético que celebrarán el próximo mes de mayo en Getafe, un encuentro abierto a la calle en el cual se unen «el rap, la canción o la poesía pura». Por otro lado, obsequió un logo de su centro cultural, «diseñado en hierro por José Hierro», y un retrato dibujado del poeta.
Su correspondiente en el Ayuntamiento de Grado, Plácido Rodríguez, abogó en favor de la poesía «contra la vorágine y el hormigón de las urbes», pese a que «no corran buenos tiempos para la lírica».
Fernando Beltrán realizó una lectura emotiva, describiendo el hecho poético al modo de «acechar latidos y abrir mucho los ojos», explicando que un primer verso no procede de los dioses, que afirmaban los clásicos, sino de «las personas que viajan, sufren o se despeñan a tu lado». La memoria le llevó, por otro lado, a un poeta contertulio de Baroja y Valle Inclán, Silverio Lanza, quien se refugió del mundanal ruido en lo que entonces era una pequeña población, Getafe, «del que aprendió Gómez de la Serna algunas greguerías». Y consideró que la Fundación José Hierro es «una de las más cabales, tenaces y románticas de España». De Getafe al universo.
Antes de la despedida pronunciada por el alcalde de Grado, José Luis Trabanco, fue el escritor Manuel García Rubio quien puso voz al acta del jurado que galardonó al centro poético getafense, en la que se valora «una ejemplar plataforma para la práctica y la difusión de la palabra poética».
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