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El sibilino Iago, al que daba voz el barítono Juan Jesús Rodríguez, volvió a mostrarse como el gran malvado ideado por Shakespeare.
Desdémona en el cuadrilátero

Desdémona en el cuadrilátero

María Luigia Borsi y Juan Jesús Rodríguez, como Desdémona y Iago, se llevaron los mayores aplausos

PPLL

Viernes, 12 de septiembre 2014, 01:12

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Ambiente de fiesta en Oviedo, con el Campoamor abarrotado para la primera representación de 'Otello', la obra maestra de Verdi que abrió ayer la 67 Temporada de Ópera. Se conmemora con esta nueva representación el 450 aniversario del nacimiento de William Shakespeare, el dramaturgo inglés que inspiró al compositor tres de sus grandes óperas -'Macbeth', 'Otello' y 'Falstaff'-, además de varios proyectos inacabados.

Por los numerosos testimonios de Verdi y Arrigo Boito, libretista y genial adaptador del drama de Shakespeare, se conocen con precisión las intenciones dramáticas de Verdi en esta ópera. Una naturaleza tempestuosamente romántica envuelve unos personajes cuya psicología está trazada minuciosamente y se despliega con continuidad a lo largo de los cuatro actos. Así, Iago no es un malvado de opereta, sino un ser sibilino; Otello no es solo el celoso recalcitrante, sino un personaje contradictoria, fuerte, como el León de San Marcos, y al mismo tiempo frágil y dubitativo como el epiléptico de Venecia; tierno, pero también violento y cruel; el personaje de Desdemona también se dibuja con complejas medias tintas y no sólo como un destino adverso.

Desde el inicio de la ópera, se hace evidente la intención de Bruno Berger-Gorski de realzar la figura de Desdémona. Del director de escena recordamos en Oviedo su versión, en el 2005, de un 'Tannhäuser' onírico y dual, trasladado con sobriedad del medievo a la época romántica. En Otello, Bruno Berger-Gorski se olvida del Chipre de finales del siglo XV para acercar la acción al Oriente medio a mediados del siglo XX. En la concepción del director se produce una cierta confluencia entre una corriente cercana al realismo -trajes, vestimenta y un fondo arquitectónico que parecen vagamente inspirados en la película 'El paciente inglés'- y un espacio simbólico ligado a la figura de Desdémona. Este espacio es un pequeño cuadrado relleno de arena, situado en la parte más cercana al público. Vendría a ser el símbolo de la querencia de Desdémona, el sitio que alude a sus orígenes -que no se cuentan en la ópera de Verdi pero que sí están en Shakespeare- y el lugar en el que se encuentra más a gusto. Se puedo ver ayer un gran trabajo en la dirección de los cantantes y la masa coral, muy apoyada en juegos de luz, diaporamas móviles y una escenografía arquitectónica muy sugerente creada por Bárbara Bloch.

Cada acto de Otello se despliega en un todo continuo que hace de la orquesta no sólo una expresión sonora sino también una especie de vínculo narrativo. La complejidad orquestal de esta ópera se proyecta tanto hacia una sonoridad masiva y envolvente, como a la delicadeza e individualización instrumental. Ives Abel, al frente de Oviedo Filarmonía, realiza un trabajo de orfebre. La orquesta está al máximo nivel, con muchos efectos tímbricos sonoros y una lírica interpretación de instrumentos como el violonchelo, con pasajes de solista, muy variada en cuanto a las dinámicas y con un tiempo muy apropiado.

Para el Coro de la Ópera de Oviedo, la representación ha sido tanto un reto musical como escénico. Hay muchos registros corales en Otello, desde contrastes entre voces individuales y 'tutti' corales; desde sonoridades turbulentas a transparencias polifónicas, y todo ello lo ha realizado con grandísima corrección el Coro de la Ópera. Fueron especialmente sugerentes el inicio de la ópera, con la tempestad, y las voces blancas en la presentación de Desdémona, en el segundo acto.

Aunque el protagonismo de Otello se centra en tres voces, hay otras figuras que trascienden el mero rol de partiquino. Entre estos secundarios, el tenor Vicenç Steve representa un Cassio, el lugarteniente de Otello, que provoca, contra su voluntad, los celos de su general, convincente. En general, todos cumplen su función y aportan un gran sentido dramático al conjunto.

De los tres protagonistas, el tenor norteamericano Robert Dean Smith, excelente intérprete hace tres años de 'Tristan', proyecta su particular visión de Otello. Estuvo muy acertado en su primera aparición en el 'esultate', la comprometida aria de salida cantada desde la delantera de entresuelo, entre el público. En otras partes, sin embargo, está un poco más irregular. A veces parece como si le faltase un poco de fuelle, de potencia, especialmente en los diálogos con Iago, pero tiene un timbre lírico muy atractivo y una presencia escénica siempre buena. Quizás le falte un poco de garra dramática a su personaje.

Excepcional estuvo Juan Jesús Rodríguez, considerado como uno de los principales barítonos verdianos del panorama internacional, que interpreta un atractivo Iago. Uno de sus puntos culminantes fue el famoso 'Credo', arropado en este caso por unas sombras escénicas casi demoníacas, mefistofélicas. Domina magistralmente la media voz, cantando siempre con claridad y dando ese toque sibilino característico de los grandes 'Iagos'.

Finalmente, Maria Luigia Borsi fue, vocalmente, una gran Desdémona. Su voz tiene muchos registros vocales y expresivos, anchura y potencia vocal, y en el cuarto acto demostró una altísima capacidad de matización, con unos pianísimos muy inteligibles. Fue especialmente aplaudida en la escena de la canción de 'El sauce' y el 'Ave María', único momento en el que los aplausos del público rompieron la continuidad de la obra.

En general, este 'Otello' nos dejó una escenografía correcta, solo un poco confusa en el tercer acto, aunque hubo algún ligero rechazo entre el público, con división de opiniones a la hora de premiar, finalmente con aplausos, al director de escena. La meritoria labor de Yves Abel en la dirección musical fue unánimemente reconocida. Entre los solistas, los mejores fueron Juan Jesús Rodríguez -un malo de primerísima calidad- y Maria Luigia Borsi, una Desdémona muy atractiva, convincente y segura. En general, grandes aplausos para la primera ópera de la temporada.

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