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RAMÓN AVELLO
Lunes, 24 de noviembre 2014, 00:34
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Uno de los pilares de la Camerata Revillagigedo ha sido y es la reivindicación de la obra musical del jesuita gijonés José Ignacio Prieto Arrizubieta. El padre Prieto, aunque algo olvidado en su tierra natal, fue el heredero de la expresividad polifónica sacra, que supo conjugar la tradición de Victoria con los recursos expresivos de la música del siglo XX. La recuperación de la memoria musical de Prieto, quizás no muy conocida pero si muy profunda, arranca de la Camerata y del entusiasmo de su director, José F. Avello, proyectada tanto en grabaciones como en conciertos. Ayer, en la iglesia de La Inmaculada, de los Padres Jesuitas, la Camerata volvió a desentrañar la música de Prieto en un excepcional recital centrado en su obra. Del concierto queda para el recuerdo tres cosas: la impresionante interpretación del responsorio 'Sepulto Domino', en el que las voces parece como si removiesen las piedras y los sentimientos; la bellísima voz de la soprano Ana Peinado y, muy especialmente, la emotiva y radical expresividad en la manera de entender e interpretar a un compositor de una calidad excepcional, y que hoy es un poco más conocido gracias a Pepe Avello y la Camerata.
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