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El maestro Antonio Ribera Soler dirige la Orquesta Filarmónica de Asturias en su presentación en sociedad, ayer, en el teatro de la Laboral.
El primer vuelo de la Filarmónica de Asturias

El primer vuelo de la Filarmónica de Asturias

La orquesta, dirigida por el maestro Antonio Ribera Soler, se presentó con éxito en la Laboral

RAMÓN AVELLO

Lunes, 22 de junio 2015, 00:19

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Formar una orquesta sinfónica como la Orquesta Filarmónica de Asturias (OFA), que ayer ofreció en el teatro de la Laboral su concierto inaugural dirigida por el maestro Antonio Ribera Soler, exige un ingente esfuerzo y una gran ilusión. Pero darle a esa orquesta continuidad, mantenerla y que acabe entroncándose en el panorama musical asturiano requiere todavía mayor trabajo y tiempo.

En los últimos años, hemos visto nacer y desaparecer asociaciones sinfónicas, algunas como la Orquesta Sinfónica de Gijón y la Joven Orquesta del Principado de Asturias, de alto nivel artístico y pedagógico. La Orquesta Filarmónica de Asturias (OFA) viene a llenar ese vacío sinfónico, especialmente acusado en Gijón. En cierta manera, es heredera y continuadora de la labor desarrollada por otras orquestas que la precedieron.

Así, antes del concierto, Aquiles García Tuero, quien hizo las veces de maestro de ceremonias, deseó que la nueva orquesta tenga el apoyo de la sociedad civil para los proyectos que piensa realizar. Y, acto seguido, Ángeles Miranda, promotora de la formación y presidenta de la AMPA del Conservatorio de Gijón, agradeció las ayudas y los ánimos recibidos para ponerla en marcha.

Precisamente, la OFA, promovida por la Asociación Cultural Gijón Sinfónica, nació en la primavera de este año impulsada por el centro y otros conservatorios asturianos y cuenta con el patrocinio del Ayuntamiento de Gijón y del Principado con el objetivo de difundir la música clásica a través de la organización de conciertos, recuperar el patrimonio musical asturiano y apoyar a los compositores de la región, junto a otros proyectos relacionados con la música y la salud y el alivio del dolor.

El programa que escuchamos ayer, fue, en los aspectos musicales sinfónicos, como una carta de presentación que intenta mostrar, por una parte, las cualidades intrínsecamente musicales (primeros movimientos de la 'Quinta Sinfonía', de Beethoven, y 'La Incompleta', de Schubert) y, por otra, la flexibilidad y ductilidad de la orquesta, en los preludios y arias de Rossini y Verdi y, finalmente, la apertura participativa a la música asturiana y a los nuevos compositores, por medio de las obras sinfónico-corales con inclusión de la gaita de Juan Carlos Casimiro Pinto.

La orquesta tiene un sonido homogéneo, muy bien afinado. Tal vez en Beethoven y Schubert su director fue demasiado comedido, cuadrando excesivamente el compás. Más suelta y con mayor capacidad dinámica estuvo la formación con la 'Obertura de Guillermo Tell', de Rossini, y en 'La forza del destino', de Verdi.

La soprano Inmaculada Laín interpretó con entrega y buena línea de canto la famosa escena de 'La Traviata' 'Ah, fors'è lui... Sempre libera'. Y fue muy aplaudida especialmente al final de la 'cabaletta'.

La parte asturiana más participativa estuvo representada por las obras 'Loa' y 'Panegírico', escritas para gaita (con la magnífica gaitera Andrea Joglar), coro y orquesta, y con la intervención también de la soprano, una especie de canto al fuego en la que los coros apoyan a la voz solista.

Pese a que había cinco coros (el Coro de Voces Mixtas del Conservatorio de Gijón, la Coral de Granda, el Coro Más que Jazz, la Coral Polifónica de Llanera y Coros EM de Mieres), el sonido del conjunto vocal no proyectaba una sonoridad clara. No sabemos si por defecto de la acústica del teatro al estar los coros muy atrás en el escenario o por la propia emisión vocal.

En todo caso, lo importante aquí es la continuidad de la orquesta. Indudablemente, hay un gran material humano que nos permite pensar que esta formación puede enriquecer el panorama musical gijonés y asturiano. Con muy pocos ensayos, ofrecieron un gran concierto.

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