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Damiano Salerno, que interpreta al rey Nabucco, con el coro de los esclavos a su espalda.
'Nabucco' entusiasma en Gijón

'Nabucco' entusiasma en Gijón

La orquesta, el coro y la interpretación que Maribel Ortega hizo de Abigaille, lo más destacado de una obra que se cerró con aplausos

RAMÓN AVELLO

Sábado, 12 de marzo 2016, 00:45

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Emoción y aplausos para cerrar en Gijón la temporada de ópera de Oviedo con la representación ayer de 'Nabucco'. Esta nueva coproducción de la creación de Verdi en la que colaboró, junto a otros teatros, el Jovellanos, se representó el pasado mes de octubre en el Campoamor en cinco funciones, cuatro de abono de la temporada oficial ovetense y una, en la función denominada 'Viernes de Opera'. En total, sumarían siete representaciones en Asturias, con las localidades casi siempre agotadas, lo que da una idea de esa peculiar 'sed de ópera' que vivimos en el Principado.

Ayer, el Jovellanos, cuyas localidades para las dos funciones se agotaron hace cinco días, vivió una gran velada, con una ópera que universaliza el famosísimo coral 'Va pensiero', el coro de los hebreos o coro de los prisioneros, que en Italia simboliza el anhelo de una patria italiana. Pero más allá de la cultura del 'Risorrgimento', el 'Va pensiero' ha adquirido un carácter universal como canto a la libertad e himno de los desterrados.

Ese carácter universal de 'Nabucco' como símbolo de una humanidad desterrada y sometida por el fanatismo y la ambición de poder, que hoy posee una terrible actualidad en Europa por el vergonzoso caso de los refugiados sirios, se recoge en la concepción escénica de Emilio Sagi. Dentro de una sobriedad general y cierto hieratismo en los movimientos, el diseño escenográfico ideado por Luis Antonio Suárez combina elementos históricos relacionados vagamente con la atmósfera bíblica que rodea a la obra, como las reproducciones de los bajorrelieves de escenas de caza de Asurbanipal, el famoso toro alado del Palacio de Sargón II, o los rasgos milenarios del alfabeto hebreo, con una realidad mucho más cercana al siglo XX y a nuestro tiempo. De hecho, los vestidos de los personajes son propios del siglo XX y, en algunos casos, podrían coincidir con un atuendo casi actual. Una realidad en la que sobre lo histórico, vagamente decorativo, predomina la escena como concepto de una visión atemporal del poder -la imagen del trono- de la represión -las sogas- y de la propia conquista de la libertad.

Gianluca Marcianò ha dirigido a Oviedo Filarmonía las suficientes veces para considerarlo como un director asociado, especialmente en el campo operístico. Nos presentó un 'Nabucco' de gran vitalidad y reciedumbre. Sin duda, el puntal del éxito de este 'Nabucco' está en esta concepción vital y entusiasta de Marcianò que el público supo agradecer. Marcianó conoce bien la obra y la dota de un color tímbrico muy bien individualizado, casi camerístico, sobre todo en los violonchelos, flauta y oboe. Junto a eso cuenta con un sentido muy vital de llevar los tiempos y sobre todo de jugar con los contrastes de intensidad, ofreciendo una versión de 'Nabucco' muy atractiva y personal.

'Va pensiero'

El coro tiene una gran trascendencia en 'Nabucco'. El coro tiene una gran trascendencia en 'Nabucco'. no sólo en el famoso 'Va pensiero' sino con un papel dramático que le hace coprotagonista de la acción. A esa personalidad multiforme que tiene que poseer el coro, se ajusta de una manera sobresaliente el Coro de la Ópera de Oviedo, ensayado para esta obra por Elena Mitrevska en el que ha sido su debut como nueva directora del coro ovetense. Un debut muy apropiado con esta obra. El coro se mostró muy sólido, entregado y fue protagonista en la actuación, con variados registros pero siempre con muy buena afinación y una gran dinámica. En este caso, a diferencia de la representación de Oviedo, no hubo bis de 'Va pensiero'.

Nabucco es una ópera que requiere en sus papeles protagonistas voces potentes y garra expresiva. Las líneas vocales están dentro de los parámetros belcantistas por las que en cada escena una voz hace un recitativo, una cavatina y una cabaletta, pero las exigencias son, especialmente en los roles de Nabucco y Abigaille, de una gran dificultad en dinámica y tesitura. El barítono siciliano Damiano Salermo encarna lleno de entusiasmo su visión de Nabuccodonosor, rey, padre y padrastro. Un Nabucco muy digno pero muy reservado para el cuarto acto, donde alcanzó su mayor nivel como cantante. Posee un timbre muy atractivo, pero algo limitado en el registro grave. Es como un barítono un poco atenorado.

Otra voz protagonista fue Maribel Ortega en el difícil papel de Abigaille, la hija ilegítima de Nabucco. Se dice que Abigaille fue la mujer que más voces destrozó, tanto por lo extremado de su tesitura y saltos melódicos, como por la potencia que se requiere. Y Maribel Ortega estuvo a la altura, mostrando una voz con mucho vibrato y tesituras amplísimas, tanto en los agudos como en registros más graves. Mostró además una línea de canto que corona muy bien las frases.

El resto de personajes cumplieron su papel con corrección. La obra se cerró con aplausos generales y el público salió contento del teatro.

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