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Giacomo Sagripanti con su partitura de Bellini.
«La historia de un título la decide el éxito del público»

«La historia de un título la decide el éxito del público»

Ganador del Oscar de la ópera a la mejor batuta joven de este año, lleva las riendas musicales de 'I Capuleti e i Montecchi', que se estrena el domingo en Oviedo

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Miércoles, 7 de diciembre 2016, 00:10

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Tiene 34 años, la misma edad que Bellini el día de su muerte y con ese dato en el que no había reparado admira cada día sus notas. La melodía enfática y delicada que el compositor italiano del XIX dejó para la historia en 'I Capuleti e i Montecchi', el nuevo título de la temporada de ópera, que el domingo estrena en el Teatro Campoamor. También se representará los días 13, 15, 17 (todos a las 20 horas, excepto el estreno, que será a las 19 horas). Giacomo Sagripanti es su director musical, por eso lleva días con la partitura de Bellini en sus manos y en su atril. Ante él, la Orquesta Oviedo Filarmonía. Con todos la tragedia de 'Romeo y Julieta', pero no la que escribió Shakespeare, sino aquella que al mismo genio inglés inspiró y a la que dio verbo mucho antes Matteo Bandello, en un relato corto del siglo XVI incluido en 'Le novelle'.

-Bellini no había cumplido los 30 cuando compuso esta ópera sobre los Capuleto y los Montesco. ¿Le considera un genio?

-Es uno de los grandes, sin duda. Pero en esta pieza, en concreto, donde se dan muchos factores, como la velocidad a la que fue escrita, su juventud, la mezcla de dramaturgia y de música, que es, realmente increíble. Desde luego para mí es, sí, un genio peculiar. Sin duda, uno de los genios del melodrama, con esas melodías tan perfectamente contenidas en su partitura.

-Con Donizetti y Rossini se le coloca en el trono del bel canto. ¿Usted le pone ahí?

-Para mí es, seguramente, el más importante de todos. Bellini es, sin duda, el bel canto.

-¿Por qué cree, entonces, que no se representa tanto como los otros?

-Las razones son muy diferentes. Está la historia de la música y luego está la historia de los títulos.

-¿Qué quiere decir con eso exactamente?

-Que la historia de un título también la decide el éxito del público. 'Capuletos y Montescos' ha tenido sus altibajos con el público, dependiendo de los periodos históricos. 'La Traviata' fue un éxito desde el primer día y será representada millones de veces.

-¿Pero tanto puede pesar lo que pasó hace un par de siglos?

-Está empezando a cambiar, pero sigue habiendo una brecha entre la historia de la música y la de los títulos. Nosotros deberíamos fijarnos solo en la primera. Si una obra es buena debemos de representarla, darla a conocer, demostrar que es magnífica por encima de todo. Pero también es cierto que se está empezando a cambiar.

-También parece que hay un cambio en la mirada hacia el bel canto.

-Sí, empieza a haber una necesidad. De hecho, este año ha sido el año de 'Norma', otra de las piezas claves de Bellini. Nunca se había representado tanto. Se está apreciando mucho esa línea melódica infinita, como decía Wagner. Y ese es Bellini, se mire, por donde se mire.

-Realmente aprecia su música.

-Bellini es el bel canto.

-Este año recibió el London Opera Award que está considerado el Óscar de la ópera. ¿Cómo se sintió?

-Fue el premio al mejor director joven y fue una muy grata sorpresa. Sinceramente no lo esperaba. Lógicamente me gustó muchísimo. Fue muy bueno y agradable, pero no es mi objetivo. Yo no estoy en la música para eso. El director de orquesta es otra cosa.

-Siguen teniendo cierta fama de divismo. ¿Se la merecen?

-Hay directores que lo son. También muchos cantantes, pero yo soy muy joven. Solo hago mi trabajo. No estoy en un pedestal. Eso está conectado con el pasado. Los tiempos están cambiando y no le voy a decir que no hay directores históricos, como Zubin Mehta o Riccardo Muti, que, lógicamente, están en otro lugar, pero las cosas ahora no son así.

-¿El director es uno más?

-Sí, realmente. Antes era todo. Ahora hay, por suerte, un gran equipo y el director de orquesta es solo una pieza más. Si se convierte en un divo es un problema para todos, pero también para él. Los tiempos en que gente como Karajan eran dioses mediáticos han pasado. Ahora a nosotros no nos conoce nadie.

-¿Cómo se lleva actuar en el foso? ¿Es difícil?

-Mucho. Si quieres hacerlo realmente bien, es tremendamente difícil. No solo tienes que estar pendiente de cada instrumento, sino también de cada cantante. Para los músicos también es un reto.

-¿Qué tal con la Oviedo Filarmonía?

-Francamente bien. Saben escuchar y son muy receptivos. Está claro que es una orquesta joven y que quiere aprender. Están asumiendo perfectamente la elegancia y la peculiaridad de tocar bel canto.

-¿Es más difícil?

-No, particularmente. De hecho no lo es, pero sí la necesidad de saber escuchar. Atender al de al lado. Se tienen que escuchar entre ellos y también poner los sentidos en el escenario, con los cantantes.

-Hábleme de la partitura. Tiene bastante protagonismo en la ópera, ¿no?

-Si, muchísimo. De hecho la obertura es maravillosa y conecta de manera enorme con el público y luego hay varios solos, como el del violonchelo y el clarinete.

-No es la primera vez que toma la batuta en Asturias.

-Hace un par de años dirigí 'Don Pascuale' en Gijón y fue una experiencia preciosa.

-Ya ha pisado algunos de los teatros más importantes. ¿Le espera el Metropolitan, La Scala?

-La carrera es una cosa y la ambición otra muy distinta. Lo importante es ir avanzando a cada paso, no puedo decir en dos años estaré en el Metropolitan y en otro más en Milán. No, lo que quiero es ir mejorando. Tengo toda la vida. A diferencia de los cantantes, los músicos no tenemos fecha final. El resto de mi existencia será seguir aprendiendo.

-¿Qué le ha dado la música?

-Todo. Mi trabajo, mi familia, porque mi mujer también pertenece a este mundo. Me da felicidad y también mucha responsabilidad.

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