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La joven The South Carolina Gospel Chorale derrochó energía sobre las tablas del Teatro Jovellanos de Gijón.
Un viaje a los orígenes del soul

Un viaje a los orígenes del soul

No faltaron los clásicos del género en el repertorio de The South Carolina

PABLO A. MARÍN ESTRADA

Domingo, 18 de diciembre 2016, 02:21

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En la segunda jornada del ciclo 'Los grandes del góspel' el ritmo lo puso la coral The South Carolina, que dio en el Teatro Jovellanos toda una lección de buenos ritmos y bien conjuntadas voces, pero sobre todo una auténtica clase de historia por la que recorrer la música negra americana desde sus orígenes en las plantaciones hasta las últimas tendencias del soul y el funkie.

La fiesta comenzó con los cinco músicos de la formación: teclados, bajo, guitarra, batería y percusiones abriendo fuego a ritmo de soul. Bastó un simple guiño de uno de ellos para que sonaran las primeras palmas del público. La salida de los cantantes hizo crecer el coro de palmas y al reverendo Brown -cubierto con gorra de rapero- saludó al respetable mientras coral y banda se venían arriba con su tema. No se vendrían abajo en ningún momento del concierto, como mucho le concederían un descanso a los espectadores en las piezas más intimas y tranquilas.

Espirituales de los malos tiempos de la esclavitud fueron enlazando con modernas baladas góspel en las que las alabanzas al Señor no desdeñaban ser rapeadas por la segunda voz masculina -tras la del director- de un coro formado básicamente por gargantas de mujer.

Fundado en 1997 por el reverendo Wayne Ravenell en Charleston, el conjunto ha basado su extenso repertorio en la combinación de las viejas raíces del espiritual y la evolución de este y otros sonidos hacia la música popular afroamericana de la segunda mitad del siglo XX. El resultado lo pudo disfrutar en la noche de ayer el numeroso público que acudió al concierto.

Uno de los momentos mas celebrados del fiestón de anoche fue el vibrante y simpático tributo a dos grandes hits de la gran Aretha Franklinn: 'I'm a Soul Man' y 'I Feel good', de James Brown. El director de la coral desde 2005, el ministro Michael Brown, contribuyó con todas sus energías y saber a que la fiesta vivida sobre el escenario discurriese con la precisión de una liturgia, sin dejar de volar libremente por los caminos de la propia espontaneidad de los cantantes y de sus perfectas improvisaciones.

'Oh Happy Day' llevó al coro a bajarse del escenario y a desfilar por el patio de butacas, mientras los espectadores se levantan de sus asientos para compartir la celebración. El título podría servir como resumen del concierto. Una noche verdaderamente feliz.

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