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El maestro John Mayall; a la izquierda, sus armónicas, en el camerino.
Las viejas leyendas no suman años

Las viejas leyendas no suman años

El fundador de The Bluesbreakers ofreció un concierto que abarcó desde sus primeras composiciones al reciente 'Talk about that'

ALBERTO PIQUERO

Sábado, 18 de febrero 2017, 01:44

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Lleno absoluto en la tarde noche de ayer en el Teatro de la Laboral para gozar del concierto de un mito del blues, el británico que se hizo californiano, John Mayall, nacido en Manchester en 1933, en una población que también llevó a la historia de la literatura Lewis Carrol con el gato de Cheshire, que ahí vino al mundo John Mayall. No fue una velada felina, sino de largo recorrido por la obra musical del fundador de The Bluesbreakers, incluyendo las últimas creaciones que ha editado este mismo año bajo el título de 'Talk about that', cuando este talento de la composición, la voz, la guitarra, los teclados y la armónica, cumplirá ochenta y cuatro calendarios. Será verdad el tópico de que los rockeros -y los bluesman- nunca mueren. La energía que desplegó en el escenario dio la impresión de conservar buena salud. Las viejas leyendas no cumplen años. Ya desde el principio, firmando discos en el vestíbulo y charlando con todos los que se le acercaban -forma parte habitual del 'show'- demostró su fuerza. Gijón ha sido la sexta parada de esta gira española que también hará ruta europea con el rótulo de Livin' and Lovin The Blues Tour, y que en nuestro país finalizará en Barcelona.

Precursor de tendencias -por los Bluesbreakers pasó Eric Clapton antes de llevar sus cuerdas a Cream y Mayall reserva para unas memorias que escribe los encuentros y desencuentros de aquella época-, también Mick Fleetwood y Peter Green, previo paso a Fleetwood Mac, o Mick Taylor, que después sustituiría a Brian Jones en los Stones. Y, de algún modo, el espíritu y la atmósfera de todos esos almanaques estuvieron presentes en este viernes gijonés.

Los sonidos del blues británico que tuvo ida y vuelta en el caso de John Mayall, inspirado al principio en el Chicago Sound y conquistador después en Estados Unidos -donde acabó residiendo desde 1968- tras pasar unas vacaciones en Laurel Canyon al cobijo del líder de Canned Head, Bob 'el oso' Hite, a quien le dedicaría 'The bear', resurgieron de modo poderoso en el bajo de Greg Rzab y la batería de Jay Davenport, -se echó de menos la guitarra de Rocky Athas, y hasta hubo alguna queja al respecto a la salida sobre el escaso ropaje instrumental del concierto-, salvado por las cuerdas vocales del protagonista principal. Como ejemplos, 'Dancing shoes', con la que empezó, o 'Going away baby', que fue una de las piezas más aplaudidas, si bien todas recibieron fervor entusiasmado, incluyendo las más recientes que todavía no están incorporadas a la costumbre del oído pero trasladaron ecos de ayer.

Con el público asturiano entusiasmado y puesto en pie, tuvo el célebre músico que salir dos veces a saludar antes de irse con la música a otra parte.

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