Hace treinta años, Benito Lauret dirigió a la Orquesta de Cámara de Asturias, antecesora de la Orquesta Sinfónica de Asturias de Víctor Pablo Pérez (OSA), predecesora, a su vez, de la actual Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA), con la serie orquestal del entonces joven compositor asturiano Luis Vázquez del Fresno, sobre una selección del 'Álbum de la Juventud', de Schumann, pan cotidiano de los que se inician en los estudios de piano. En un fatídico incendio en el Campoamor, en Enero de 1979, se quemaron varios instrumentos y parte del archivo de la orquesta asturiana. Entre otros papeles, la partitura original y las 'particellas' de esta obra de Vázquez del Fresno, que quedó reducida a humo, a polvo, a sombra, a nada. Basándose en una grabación casera del concierto de la Orquesta de Cámara, El autor rehízo la orquestación de la obra de Schumann, presentada ayer por la Sinfónica del Principado de Asturias bajo la dirección de Cristóbal Soler, un director bien conocido en Asturias por su labor en el Festival de Zarzuela de Oviedo. No hay una nota de más respecto al original pianístico, pero si múltiples colores en esta composición que abrió el concierto de abono n.º 11 de la OSPA en el Jovellanos, que hoy se repite en Oviedo, en el Auditorio. El público aplaudió el arreglo de estas piezas, que demuestran el oficio de orquestador y el sentido del color del compositor gijonés, que se vio obligado a salir a saludar.
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Así como los soldados de Napoleón llevaban en su mochila el bastón de mariscal, cada músico de la OSPA es, en sí mismo, un solista. Ayer lo hemos comprobado con el flautista Peter Pearse, solista del 'Concertino para piccolo, cuerda y clave' de Allan Stephenson. Hizo una interpretación muy natural, muy ágil, con guiños humorísticos en el tiempo final, pero también intensamente lírica en el movimiento central. No es una obra muy original, pero sí muy directa y gusta mucho al público. Y más esta interpretación de Pearse, arropado por sus compañeros de la OSPA. Tras los aplausos, interpretó de propina la 'Badinerie' de la 'Suite nº2 en Si menor' de Bach. La segunda parte tuvo a Schubert como protagonista con la obertura 'Rosamunda' y la famosa 'Sinfonía N.º8', la 'Incompleta', de Schubert. La versión de esta última por Cristóbal Soler fue muy personal. Rehuyó la carga melodramática y los contrastes bruscos para entresacar el carácter melancolico de la obra. Tiempos muy moderados, búsqueda de los matices suaves y una intención de conmover plenamente conseguida.
Un programa que combinó romanticismo y música contemporánea, que tuvo su cima con una 'Incompleta' muy bien acabada. Muchos aplausos para celebrarlo.
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