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El músico Terje Isungset, con un xilófono de hielo en el festival de Finse (Noruega).

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El músico Terje Isungset, con un xilófono de hielo en el festival de Finse (Noruega). Jonathan Nackstrand (Afp)

Luthier bajo cero

El Festival de Música de Hielo de Finse (Noruega) celebra sus conciertos con instrumentos tallados por los artístas con el agua congelada de los fiordos

J. L. Alvarez

Madrid

Jueves, 8 de febrero 2018, 20:50

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Mientras que en España se suceden los temporales y se congelan las carreteras, en Noruega, donde están mucho mejor preparados para el frío, celebran estos días el Festival de Música de Hielo. La localidad de Finse, a 194 kilómetros de Oslo, acoge a centenares de aficionados y curiosos que llegan para asistir a este certamen, en el que los instrumentos que se utilizan están fabricados con hielo y que, como aliciente añadido, tiene lugar dentro de un iglú gigante a una temperatura de -24 grados.

Bien abrigado y sentado en bloques de hielo, el público trata de entrar en calor para escuchar los sonidos de xilófonos o cuernos de hielo, instrumentos que si aguantan las actuaciones se congelan para el siguiente año.

Para llegar hasta este momento, un equipo integrado por una veintena de voluntarios ha trabajado duro para levantar, bloque a bloque, el gélido auditorio. Es un esfuerzo que recupera viejas técnicas de los pueblos escandinavos, cuyo resultado final tiene siempre una fecha de caducidad garantizada. El hielo empleado para el iglú y los instrumentos procede de un fiordo situado a unos 30 kilómetros. Hay que esperar a que el agua se congele para comenzar a crear. Así cada músico fabrica su instrumento, primero con motosierra, luego con el cincel y el soplete.

Según Terje Isungset, director de orquesta y participante en los conciertos de Finse, «nadie se imagina lo difícil que es tocar unos instrumentos que se van derritiendo». «Estamos en algún lugar entre el arte y la locura», bromea Emile Holba, un fotógrafo británico que participa en la organización de este festival que se celebra en los primeros días de febrero. «Las cosas pueden complicarse dado que los instrumentos pueden romperse, pero al público le gusta la pureza» de las interpretaciones, asegura en declaraciones a AFP.

Y es que nadie se puede imaginar la fragilidad que puede tener el xilófono con el que trabaja Terje Isungset, cuya notas recuerdan las melodías 'joik', el canto de los samis, pueblo autóctono del Ártico continental. Lo mismo ocurre a la hora de tocar un contrabajo cuyo diapasón de madera está incrustado en un bloque de hielo. No son notas exactas ni armónicas, pero el gélido ambiente y la sonoridad del iglú gigante hacen que unas con otras se engarcen con precisión.

El Festival de Música de Hielo tiene un gran enemigo, el cambio climático, o, mejor dicho, el calentamiento global. El evento nació en 2006 en la cercana estación de invierno de Geila. Pero esa localidad ya no ofrece las condiciones de frío indispensables para este certamen. Incluso en Finse, un situado en una zona bastante alta y batido por el aire de un glaciar cercano, el cambio climático afecta a la calidad del hielo. «Este invierno es muy quebradizo, difícil de esculpir», lamenta Terje Isungset. «Es la primera vez que lo veo en ese estado», añade.

Pero Finse tambiés es famoso por la belleza de sus paisajes vírgenes y, para los aficionados a la saga 'Star Wars', porque en 1979 se rodó allí 'El imperio contraataca'.

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