«Tengo cara de malo pero soy bueno»

Ha cambiado el ring por el programa Hermano Mayor (Cuatro, esta noche, 22.30 horas) pero se sigue poniendo «igual de nervioso» cuando está ahí subido que cuando tiene que enfrentarse a chavales conflictivos. El exboxeador Jero García (Madrid, 1970), que ahora dirige una fundación para integrar a jóvenes a través del deporte, es el nuevo rostro de la octava temporada del programa tras la marcha de Pedro G. Aguado. Debutó el viernes pasado con un aceptable 6.6% de share y 1.169.000 espectadores.

¿Qué tal esta experiencia televisiva?

Estoy contento e ilusionado, con ganas de mucho más.

¿Es más complicado el ring o estos chavales?

Es completamente distinto, pero siento las mismas sensaciones. Me pongo nervioso, en el ring necesitaba conseguir victorias y en el programa también. La diferencia es que estas son victorias que ayudan, solidarias.

¿Cuándo entra en sus casas, no se rebelan?

Saben que necesitan ayuda, es la clave de toda terapia. El primer contacto nunca es fácil, son chavales con problemas y no quieren que venga nadie a levantarles la falda, pero en el fondo lo desean porque la gente es buena por naturaleza.

Hay que tener psicología.

Ahora está de moda decir inteligencia emocional o empatía, pero al final es una mezcla de experiencia, conocimiento y de formación.

¿Cuáles son sus armas para ganárselos?

No soy la persona más adecuada para hablar de mis armas (risas). Tengo un rollo de colegueo con ellos, pero cuando me enfado puedo llegar a ser un sargento.

Este año se atreven con un caso de dos hermanos.

¡Fue complicadísimo! Pero me reconfortó mucho. Hay veces que aprendo yo más que ellos.

¿Qué ocurre cuando se marchan las cámaras?

Nosotros les dejamos las pautas, y aunque siempre logran ese punto de encuentro, algunos mantienen su buena conducta y otros no.

¿Le veremos llorar?

Aunque tenga cara de malo soy bueno y emocional Puede ser.

«No tenía dinero»

Ya llevaba este tipo de casos en su fundación.

Y no ha cambiado nada, solo las historias personales. Al tener menor tiempo nos amoldamos a cada uno e intentamos sintetizar el esfuerzo con ellos, es lo que llamamos en coaching, inteligencia emocional.

¿Por qué la puso en marcha?

Empecé a dar clases para pagarme la gasolina del coche porque no tenía dinero. He tenido que pelear con una mano rota para pagar la luz de mi casa, y tengo que darle las gracias a mi exmujer porque me ha apoyado siempre. Como he sido ayudado, tuve la idea de ayudar también.

¿Cómo educa a sus hijos?

Tengo una chica mayor y otro pequeño, que está en plena adolescencia con catorce años. Desgraciadamente no vienen con un manual de instrucciones debajo del brazo y a Azahara la tuve que educar siendo yo adolescente y lógicamente hice cosas que con Iván no he hecho. Soy un hermano mayor con ellos.

¿Echa de menos el ring?

¡Muchísimo! A veces me equivoco pero siempre suelo ser responsable de mis decisiones, y el día que me bajé del ring supe que no volvería, que me dedicaría a la terapia.

El boxeo se está poniendo de moda.

Gracias a dios no solo el boxeo, sino todos los deportes. Yo viajo mucho y el boxeo es un deporte que se trata con categoría, pero en España hemos venido arrastrando un reverso tenebroso que nos han impuesto los medios.