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Exposición "Zuloaga en el París de la Belle Epoque, 1889-1914" en la Fundación Mapfre. Víctor Lerena (Efe)
El Zuloaga más luminoso

El Zuloaga más luminoso

La Fundación Mapfre reivindica al Zuloaga moderno y cosmopolita frente al tópico del pintor de la España negra y del 98

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Martes, 26 de septiembre 2017, 22:27

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Fue Zuloaga un pintor cosmopolita, luminoso y audaz. Un artista 'parisino' e internacional que halló la modernidad en el retorno a sus raíces españolas. Es la tesis de la exposición 'Ignacio Zuloaga en el París de la Belle Époque', que combate el tópico que señala al gran artista vasco como el pintor icónico de la España negra, etiqueta con la que cargó muy a su pesar. A través de 90 obras del propio Zuloaga y de coetáneos como Picasso, Gauguin, Degas, Rodin, Toulouse-Lautrec o Singer-Sargent, ofrece una renovada imagen de la obra del pintor de Éibar poco habitual en España y lo sitúa en el contexto europeo.

Sin obviar la interpretación tradicional y tópica de su obra, sus toreros y sus majas, muestra cómo la pintura de Zuloaga (Éibar, 1870-Madrid, 1945) "combina un profundo sentido de la tradición con una visión plenamente moderna". Así lo explica Pablo Jiménez Burillo, comisario junto a Leyre Bozal de una muestra que descubre al 'otro' Zuloaga, internacional, brillante, luminoso y moderno, ligado a París durante un cuarto de siglo y al contexto simbolista en el que el pintor se movió en la ciudad de la luz.

"No es el pintor del 98, por más que le viniera de perlas a esa generación. Es un pintor europeo, parisino, capaz de hallar la modernidad mirando hacia sus raíces españolas y su pasado, mirándose en el Greco, Goya, Velázquez y Zurbarán", resume el comisario. "Icono de la España negra a su pesar, no eludió su tradición, pero esta muestra quiere sacarlo de ese tópico", dice Pablo Jiménez. Destaca su "enorme éxito en Europa" y lamenta que "fuera víctima de un debate en el que nunca estuvo, el de la España del 98, el de la España negra frente a la blanca de Sorolla, algo que hizo que estuviera proscrito en su país mientras triunfaba en Europa".

Las 'celestinas'

Conforma Zuloaga su obra al lado de compañeros de viaje en busca de esa modernidad, como Picasso y Gauguin, y aguanta bien la comparación. La muestra -"que ayuda a poner a Zuloaga en el lugar que merece en el arte europeo", según Jiménez- ha logrado un préstamo histórico, 'La Celestina' (1904), obra cumbre del genio malagueño que cede el museo Picasso de París y que por sí misma justifica la visita. Jamás había estado en España y se confronta con 'La Celestina' de Zuloaga, obra de 1906 que atesora el Reina Sofía.

Hay otro Picasso excepcional, 'La enana', del Museo Picasso de Barcelona, cinco piezas de Rodin, dos de Gauguin -un autorretrato y una terracota- y obras de El Greco, Goya y Zurbarán que desvelan el tino y el celo del Zuloaga coleccionista, capaz de comprar con solo veinte años un Greco por cincuenta francos y que atesoró una docena de obras del cretense.

La exposición, "muy especial" para la Fundación Mapfre, recrea la vida parisina de Zuloaga, que llegó en 1889, con 19 años, a la entonces capital mundial del arte moderno. Un París en plena ebullición cultural, un crisol de las más innovadoras tendencias y en el que pintores, escultores y escritores conjugan los nuevos lenguajes de la modernidad. En este contexto la obra de Zuloaga se confronta también con la de Paul Sérusier, Francisco Durrio, Santiago Rusiñol, Maurice Denis, Émile Bernard, Giovanni Boldini, Jacques Émile Blanche o el escultor Auguste Rodin, muy amigo de Zuloaga, a quien trajo a España y con quien intercambió obras como las cinco esculturas de la muestra.

Zuloaga participa activamente del bullicioso París de fin de siglo y presenta en los principales salones y galerías unas obras que reflejan la influencia simbolista. Una experiencia "fundamental" para entender su obra, según Pablo Jiménez. Su pintura, "a medio camino entre la cultura francesa y la española, excede con mucho los límites que la historiografía tradicional del arte ha establecido, asociando a Zuloaga a la generación del 98 y a la oscura España de la tragedia, de lo hondo e incomprensible", apunta el comisario. Recuerda que críticos como Charles Morice, poetas como Rainer Maria Rilke y artistas como Émile Bernard o Auguste Rodin "consideraron la obra del pintor vasco como un referente para el arte moderno".

En ese París prebélico, brillante y dinámico, centro del gusto artístico y literario, "Zuloaga brilló con luz propia, en un camino paralelo y comparable al de muchos de los mejores artistas del momento", según los comisarios. Una etapa que concluye en 1914, no tanto por la trayectoria del propio Zuloaga, que había encontrado su lenguaje y su lugar en el escenario internacional y seguirá trabajando en el mismo registro, sino porque el París y la Europa, de antes y de después de la Gran Guerra serán completamente distintos.

Las 90 obras que se muestran en cinco secciones han sido cedidas por 40 prestadores, entre colecciones particulares nacionales e internacionales, además de la propia familia Zuloaga. Instituciones como la veneciana Galería Internacional de Arte Moderno de Ca' Pesaro; el Museo de Bellas Artes de Boston; los museos de Orsay, Picasso y Rodin de París; el Museo de Bellas Artes de Bilbao, que cede el soberbio 'Retrato de de la condesa Mathieu de Noailles'; la Galeria Nacional de Washington; el Hermitage de San Petersburgo y el Pushkin de Moscú.

La exposición:

- Qué: Zuloaga en el París de la Belle Époque. 1889-1914

- Dónde: Fundación Mapfre. Paseo de Recoletos 23. Madrid. www.fundaciónmapfre.org.

- Cuándo: del 28 de septiembre de 2017 al 7 de enero de 2018.

- Cuánto: 3 euros.

    

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