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Amaya Valdemoro posa con su libro.
«Yo soy muy llorona, pero he reído más»
Entrevista

«Yo soy muy llorona, pero he reído más»

tres veces ganadora de la WNBA

Javier Bragado

Miércoles, 25 de marzo 2015, 02:01

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Amaya Valdemoro acumula muchas experiencias para contar. Su carrera deportiva le ha permitido competir en Europa, América y Asia, establecer la mayor parte de los récords del baloncesto español y ser reconocida en una época en la que se convirtió en pionera. Por eso, ha decidido recolectar sus vivencias en una biografía titulada «Nací luchando», que recorre desde la repentina enfermedad que la colocó entre la vida y la muerte hasta sus recientes intenciones para ser madre después de un año retirada del parqué. «Creo que en el deporte femenino en general la gente no llega a conocer al personaje. Sólo conocen las gestas en la cancha y hay una persona como cualquier hijo de vecino de esa fuerza», argumenta Valdemoro como motivo para un libro con más revelaciones de vestuario que jugadas tácticas.

La número '13' de la selección española repasa sus comienzos deportivos con carreras en Alcobendas y su incorporación con 16 años al pseudoprofesionalismo de su primer gran club en Salamanca, aunque los problemas físicos son un capítulo especial. «Al final lo más duro son las lesiones porque si no juegas te haces más fuerte o tienes que reinventarte», señala la madrileña después de contener las lágrimas en la presentación oficial. «La culpa es de todo un poco, de la mala suerte, de las fuerzas... El deporte de élite es extremo», expone quien reconoce que ha forzado su cuerpo en demasiadas ocasiones. «Yo antes me cuidaba pero es imposible tener una carrera sin lesiones», asegura quien en su biografía señala su oposición a la soledad, su disfrute de la vida social y sus problemas al pasar largas temporadas sin nadie en la recóndita Rusia. En la liga norteamericana femenina (WNBA) descubrió otra faceta, la de las compañeras competitivas, aquellas que ni siquiera se acercaron a visitarla después de ser operada, mientras que su hermana, su padre y su representante le enviaban cariño para unir a las esporádicas visitas. Al fin y al cabo, abandonó el hogar con 16 primaveras y el cáncer se llevó dos años después a su madre, de quien nunca se olvida de mencionar.

Las peleas y rencillas en el vestuario también aparecen en las páginas en las que Valdemoro a veces concreta nombres como el de Van Chancellor, entrenador de los Comets y número uno en la lista de archienemigos. El resto se reparten entre encerronas en pabellones, vestuarios complicados y adversarios que en algunos casos se transformaron en amigos o referentes. «Hablé con mi padre, le conté lo que ocurría sin ocultar un detalle y le dije que, como aquello siguiera así, le iba a dar dos hostias... Dos semanas después le llamé: 'Papá, se las he dado'», relata en su libro sobre su pugna en la selección española con la estrella del momento: Blanca Ares. «Me las hizo pasar canutas, pero también me convirtió en mejor jugadora. Así que, gracias, Blanca», concede en el mismo capítulo.

Por otra parte, Amaya Valdemoro nunca ha ocultado su fuerte personalidad. «El carácter me ha venido muy bien en unos momentos y muy mal en otros. Ha sido una lucha continua para encontrar el equilibrio tanto a nivel deportivo como a nivel personal. Si una es siempre tan impulsiva pues se equivoca», reconoce sin retirar la mirada. Su «casta», su «raza», chocó con compañeras, entrenadores, presidentes, aficionados e incluso con los más cercanos. «Claro que he dado guerra. Han tenido que aguantar mis lloros, mis lamentos, mis arrebatos. Como en todas las familias siempre hay una que es más echada para adelante y esa he sido yo», defiende con orgullo.

El baloncesto femenino ha cambiado. Ahora hay más profesionalidad, formación y capacidad para absorber el talento. Se ha pasado del grupo que Valdemoro recuerda como 'el ejército de Pancho Villa' al subcampeonato del mundo con una líder como Alba Torrens. La de Alcobendas les manda un consejo: «Que se sigan divirtiendo y que metan muchas canastas». Mientras, ella ya ha colgado la camiseta y piensa en nuevos proyectos. «Ojalá sea madre, que se me va a pasar el arroz porque estoy casi en los 40. Eso es lo que nos pasa a las mujeres, que sacrificamos muchas cosas y lo que nos pasa a las deportistas, que no podemos a una edad más normal», revela ahora que trabaja de comentarista en Canal+. Atrás ha quedado ser la cuarta máxima anotadora en los Mundiales y tres anillos de la WNBA. También a su espalda se guardan las graves lesiones que hoy se recuerdan en forma de molestias. Más que una baloncestista ha sido una saltadora de obstáculos, aunque la madrileña tiene claro su balance entre sufrimiento y alegrías: «Está al 50% porque yo soy muy llorona, pero he reído más. Ha sido muy divertido».

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