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El Tinkoff, el equipo de Contador, se puso a las órdenes del madrileño para montar un abanico durante la etapa que acabó en Ronda.
Se acabaron las palabras en la Vuelta

Se acabaron las palabras en la Vuelta

Froome araña segundos y Alberto Contador monta un abanico en una carrera que hoy se aclara en Cumbres Verdes

PPLL

Jueves, 28 de agosto 2014, 00:09

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En el esprint especial de Campillos, cuatro casas blancas entre olivos malagueños, había un pequeño tesoro: un cofre con segundos de bonificación. Tres, dos y uno. Ligthart, que iba en fuga, cogió el primer puñado. Y, por sorpresa, Froome salió a por el siguiente paquete, el que le dio dos segundos. «Vengo corto de preparación», había declarado el primer día de esta Vuelta abrasada al sol. Palabras.

Un poco más allá, al pasar Teba, Contador hizo que todo el mundo se olvidara de este calor infernal y se preocupara por el viento. De costado. Caliente. Seco. Con su equipo, el Tinkoff, desplegó el filo de un abanico. El pelotón pasó de sudar caliente a sudar frío. Miedo al corte durante veinte kilómetros. En fila sobre el borde de una carretera en brasas. «Quería sorprender», declaró Contador, que se quejó: «No nos han informado bien. No sabíamos si alguien se había quedado cortado». En pleno abanico no te puedes girar. Un descuido y acabas en la cuneta. Cuando pudo pasar revista, Contador vio que había malgastado una bala, que allí estaban todos: Quintana, Valverde, Froome, 'Purito', Samuel, Urán... Los que hoy le medirán a él en Cumbres Verdes, el primer final en alto. «Será un día difícil para mí. Creo que iré en el segundo grupo. Hay gente que ahora está mejor que yo». Palabras.

Froome y Contador, heridos en el Tour, dicen que son una incógnita, que no saben cómo están. Pero por si acaso, por si, como parece, están intactos, Froome caza segundos de bonificación y Contador intenta guillotinar con el viento a algún rival despistado. Quintana también se camufla en sus declaraciones: «Aún es pronto para mí». Palabras. Se las lleva el viento. Hoy se verá la Vuelta de verdad en La Zubia, en la meta de Cumbres Verdes.

Para saber cómo rueda la Vuelta lo mejor es preguntarle a 'Purito' Rodríguez, que no se pone máscara para hablar. «O todos mienten o van tan jodidos como yo». Lo dice en la meta de Ronda

Priego de Córdoba, salida ayer, está lleno de caños donde abrevar. En dos capítulos. Primero, Froome esprintó para arañar las bonificaciones en el esprint especial de Campillos. Una vez atrapado su pequeño botín, Froome se frenó. Y entonces Contador montó el otro cipote. El suyo. El del viento. Sólo cortó a Daniel Martin, que luego enlazó, y a Talansky, los dos líderes del Garmin. La carretera solitaria que sube hasta Ronda fotografió una de las secuencias más bellas del ciclismo: la de un pelotón troceado por el aire de costado. «Contador no nos ha sorprendido -contestó Valverde-. Estábamos atentos. Sabemos que si Alberto ve una ocasión, intenta aprovecharla». Nadie se fía de nadie en esta Vuelta con tanta declaración que juega al despiste.

La subida luego al alto del Saltillo no varió nada. Txurruka, siempre Txurruka, y Pardilla buscaron los puntos de la montaña. Ronda, encaramada sobre la hoz del río Guadalevín, esperaba a los velocistas. Inició el abordaje Gilbert. Se quedó en la orilla de la isla blanca. Escuchó pasar a su lado el motor de pistones del alemán Degenkolb, que se ciñó a la derecha y se impuso por segundo día consecutivo.

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