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J. GÓMEZ PEÑA
Miércoles, 8 de julio 2015, 00:21
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«En el pavés sólo puedes cruzar los dedos», suspira Contador, que ayer pisó el Somme, un enorme cementerio. De allí salió ayer ileso Alberto Contador. Nibali sacó todo su arsenal sobre el pavés. Ráfagas de pedradas, pero sus disparos no acertaron. Contador, Quintana, Froome, 'Purito', Van Garderen y Valverde los esquivaron. Funcionaron los dedos cruzados.
Barnizado de polvo. Motas negras de sudor seco. Gafas ahumadas, ciegas de arenilla. Se las quita y se frota los ojos, irritados. Carraspea con la garganta llena de tierra. En la máscara se le abre una sonrisa. «Estoy contento». Ha sobrevivido a siete trincheras de pavés.
«Y mira, con la rueda rota los últimos 25 kilómetros», apunta. La llanta de carbono está rajada por algún impacto con las piedras. «Me frenaba, pero no podía parar», cuenta. En plena huida no se detiene uno a curar heridas. Tira y punto. Pese a la llanta rota que rozaba en el freno, se libró de las pedradas que lanzó Nibali. También las sortearon Froome, Van Garderen y Valverde, y con alguna dificultad más Quintana y 'Purito'. Por una vez, las campas de la Batalla del Somme no fueron una escabechina. «He salvado el día», repetían todos. A coro. Su Tour sigue a salvo tras la tormenta de Zelanda, las caídas camino del Muro de Huy y los adoquines con los que ayer Nibali quiso decapitarles. Desde hoy, la guerra empieza a cambiar de escenario.
Nibali desató la guerra. Metió en la fuga a su fiel Westra. Y luego se lanzó desde el tercer tramo de piedras. Esta vez, sobre adoquines secos, sin barro, con polvo. A tientas y sin freno. Arrojó piedras sobre sus enemigos en cada trozo pavimentado. A todos los tuvo al borde. Pero al final Nibali sólo enterró a Pinot, temeroso y desesperado.
Francia se queda sin príncipe y el Tour conserva intactos a todos sus candidatos. «He hecho lo que he podido por descartar a alguno», se lamentaba Nibali, el único que disparó. A los otros les tocó defenderse. Aunque hubo un momento que pudo inclinar el Tour hacia Nibali y Froome. En uno de los tramos, Contador cedió. Como Quintana. Nibali pidió colaboración a Froome y a Valverde. El murciano, claro, negó con la cabeza. Pensaba en Quintana. Y para cuando Froome le dio el sí, Sagan ya traía a rueda a Contador. Enseguida, tras la cortina de polvo, apareció Quintana. A Nibali se le terminó el pavés y ahí seguían sus rivales. Sin adoquines ya, todos huían del campo de batalla.
A tres kilómetros del pueblo apareció ayer un pánzer alemán: Tony Martin. Se largó cuando los favoritos hacían recuento de heridas y se relajaban. Martin, poderoso tanque alemán que ayer pisó los campos de sangre del Somme donde sólo hubo dos víctimas: Pinot y la rueda trasera de Contador.
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