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DANI BUSTO
Jueves, 14 de junio 2018, 11:54
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Abandonó su cargo como responsable del Área de Metodología y Formación en Mareo, el pasado mes de septiembre, y cruzó el 'charco' para compartir sus conocimientos con la Escuela de Puerto Cabello. Una academia pensada para aglutinar a los jóvenes talentos del fútbol venezolano, de entre 11 y 18 años, y que nació con el objetivo de formarlos como futuros profesionales. Cuando se va a cumplir un año desde el comienzo de su aventura, Javi Vidales (Astorga, 1965), que disfruta de unos días de descanso en Gijón, señala que aún queda mucho trabajo por delante .
¿Qué tal ha ido su experiencia durante este primer año en Venezuela, junto con el también exrojiblanco Javier Fernández?
Fenomenal. Llegamos para comenzar un macroproyecto avalado por el Gobierno, a nivel formativo y deportivo, y hasta ahora nos va muy bien porque, en un año escaso, le estamos dando forma a todo aquello. Se realiza una labor social muy importante con cerca de 1.500 niños. Con la herramienta del fútbol, se les intenta apartar de los barrios conflictivos como el de Lanceros, que tenemos cerca de la propia academia. De ese barrio me llevé para la academia a cuatro niños de 11 años con un talento increíble, con el propósito de que jugasen con niños de su edad y evitar que lo hicieran con los chicos del barrio, porque los de 16 ya andan con pistola. En Venezuela las decisiones se tienen que tomar con rapidez.
¿Se han visto ya los primeros frutos en los jóvenes futbolistas de la academia?
Han aprendido muchísimo, tienen hambre de mejorar. Además, en Sudamérica, el fútbol tiene unos condicionantes muy buenos para que lleguen a convertirse en futbolistas. En la academia hemos abierto un apartado para los más talentosos, que se encuentren internos allí y puedan estudiar también.
¿Qué queda por mejorar?
Todavía queda mucho por mejorar. Claro que queda. A pesar de que tenemos muchos campos, son unas instalaciones que no existen en otros lugares de Venezuela y con el paso del tiempo nos quedamos pequeños. Nuestra intención es llegar a formar a unos 2.500 niños.
¿Se adaptó bien al cambio?
No es sencillo andar por allí, no es como España o como pasear por Gijón. Hasta hace dos meses mi familia y yo andábamos con escolta y, una vez que ya conocíamos todos los recovecos de la ciudad para saber por dónde podemos caminar, decidimos probar para ver cómo iba la cosa.
¿Cómo ve al Sporting en esta nueva temporada?
Los vi en el torneo disputado en León. Lo primero que me alegra es ver que esa hornada de jóvenes jugadores que ya apuntaba maneras desde hace 3 o 4 años está ahora participando con el primer equipo rojiblanco.
Usted conoce bien a muchos de esos jugadores tras su paso por Mareo.
Meré, Bustos, Serrano, Pablo Pérez y muchos otros están ahí picando muy fuerte a la puerta. Me alegraría aún más si este año se les diera un cheque en blanco
¿Un voto de confianza?
Algo así. Que esta fuese una temporada para ganar experiencia en Segunda para después poder empezar a exigirles. Porque se les podrá exigir. Como ejemplo está la Real Sociedad de hace algunas temporadas. Lo pasaron mal en Segunda con aquella hornada de jugadores jóvenes, pero son ahora los mismos que mantienen al equipo peleando por puestos europeos en Primera. La Real decidió apostar por eso y se encontraron con buenos resultados tras dar tranquilidad a aquel grupo de gente talentosa. Y en el Sporting se juntan esas condiciones ahora.
También coincidió con Dani Ndi, ahora en el Sporting B, cuando llegó a Gijón.
Se vio que era un futbolista muy importante, que tenía detalles diferentes. Pero, en general, me alegra ver que todos están en esa 'pole position' y ojalá que nadie los tire de ahí. Es un patrimonio muy importante. Y sin olvidarnos de los internacionales sub 17, como el guardameta Dani Martín. ¡Ojo! Si somos capaces de confiar de verdad en la cantera.
Vivió dos temporadas diferentes en el club rojiblanco. ¿Espera que haya una tercera?
Ojalá. Cuando decidí irme fue porque vi que el Sporting necesitaba agilidad. Había dos formas diferentes de trabajar y podíamos entorpecernos. Lo mejor es que una de las partes tomase esa decisión. Aunque es algo que sucede en todos los trabajos, ¿para qué tener un forcejeo? Antepuse irme yo y dejar que el Sporting siguiese creciendo.
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