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¿De qué va Piqué?

¿De qué va Piqué?

Parece pedir a gritos que le saquen la tarjeta roja en la selección por sus continuos malos rollos con sus compañeros del Madrid. Aunque todo el mundo coincide en que solo es un hincha bocazas

FERNANDO MIÑANA

Miércoles, 16 de diciembre 2015, 09:55

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Cuando Gerard Piqué tenía 10 años se quedaba siempre en el palco después de los partidos. Aquel niño de melena rubia esperaba impaciente a que pasaran los jugadores del Barça. Por allí desfilaban Guardiola, Figo, Luis Enrique, Stoichkov y compañía. Él permanecía callado, mirándolos embelesado, sin atreverse a decirles nada. Ni fotos ni autógrafos. Eran sus ídolos. A esa edad empezaba a vestir la casaca azulgrana, pero con 10 años era mucho más hincha que futbolista.

Piqué (Barcelona, 1987) es hoy en día un central reconocido en todo el mundo. Un fijo en el Barça y en la selección española, dos equipos con los que ha ganado prácticamente todo. Pero el hincha sigue vivo. Por eso ha cogido la costumbre de provocar a su máximo rival, el Real Madrid. El día que el conjunto blanco alineó de manera indebida a Cheryshev frente al Cádiz, Piqué puso en su cuenta de Twitter unos emoticonos, dando a entender que se partía de la risa por el despiste que costó a los de Benítez la eliminación en la Copa del Rey.

Un sonriente Arbeloa no se pudo contener y entró al trapo. «A mi amigo Gerard cualquier día pongo la tele y lo veo en el Club de la Comedia. Seguro que hablará del Real Madrid. Está un poco obsesionado con nosotros». Cuando la pelota le llegó a Piqué, no perdió la oportunidad de hacer su particular comedia con el mote (Cono) que le endosan al lateral sus detractores por su limitada cintura en defensa. «Arbeloa me dijo que era amigo y yo no lo considero amigo. Es conocido. Cono... cido». La enésima alusión del futbolista no ha sentado bien en el Bernabéu y algunos como Sergio Ramos, Granero o el tenista Feliciano López le han pedido un poco de respeto. Cristiano Ronaldo se niega a hacerlo para no darle «más publicidad».

Rodrigo Errasti, jefe de Deportes de la agencia Colpisa y habitual informador de la selección española, considera que el central del Barça es demasiado irreflexivo. «El problema de Piqué es que siempre quiere ser protagonista, aunque también es cierto que las dos veces que ha provocado un incendio luego lo ha resuelto bien. Pero no mide las consecuencias. Como en la final de la Champions en Berlín, cuando le comentamos que Luis Enrique no tenía clara su continuidad y soltó: A mí me da igual, yo me voy a emborracharme. A sus compañeros les hace poca gracia porque creen que ha cruzado la raya. Es un inconsciente, pero con inteligencia para resolverlo».

El periodista se refiere a aquella rueda de prensa que dio en una convocatoria de la selección para abordar el tema de los pitidos. «Creo que es por la rivalidad Barça-Real Madrid y mis comentarios hacia el rival. Fui a la última Diada el año pasado a apoyar el derecho a la consulta y después jugué con España y nadie me silbó, así que no creo que sea por la rivalidad Catalunya-España».

«Lo lleva al límite»

En la Ciudad Condal parecen quitarle hierro al asunto. Como Iván San Antonio, autor del libro Gerard Piqué, el corazón del Barcelona, quien ve en su actitud más bromas que ofensas. «Para unos es un graciosillo, pero para otros un tío realmente divertido. Si analizas esto sin colores ni rivalidades, lo del cono es una salida muy buena. Está claro que tiene una fijación con el Real Madrid, pero me parece sana. No seamos tan serios. Su problema es que tiene una inteligencia por encima de la media».

Piqué es un deportista diferente que no piensa dos veces lo que hace o dice. Es capaz de tirar una bomba fétida en un avión o en la zona mixta de un estadio; de enzarzarse una noche con la Guardia Urbana por ponerle una multa y acusarles de tenerle envidia por ser famoso; de tuitear «Viendo una película de humor por Canal + Liga... Siempre va bien a estas horas de la noche», después de que el árbitro pitara un penalti decisivo al final de un Elche-Madrid que iba 1-1; y hasta de coger el micrófono en el Camp Nou, durante la celebración por los últimos tres títulos con Luis Enrique, y decir: «Gracias Kevin Roldán, contigo empezó todo», en alusión al DJ que amenizó la fiesta del cumpleaños de Cristiano Ronaldo después de caer 4-0 contra el Atlético. A veces no quiere que trascienda lo que dice, pero le pilla una cámara indiscreta, como en la celebración por la Supercopa de Europa, cuando jaleaba a sus compañeros. «Vamos, chavales, a celebrarlo. Que se jodan los de Madrid. Que nos vean dar la vuelta».

Antonio Romero, otro de los que siguen, a la selección, la actitud de Piqué es «impresentable». El periodista de la cadena Ser no encuentra justificación alguna a su comentario sobre Arbeloa. «Es una falta de respeto hacia gente que se parte la cara por él en la selección. Me deja tranquilo que sus compañeros no le eligieran el pasado verano para ser uno de los capitanes del Barcelona. Tiene un carácter infantil y una vida perfecta envuelta con un lazo rosa. No piensa como un adulto porque esto no es una broma, es un insulto personal».

Roger Xuriach escribe en la revista de fútbol Panenka y conoce a Piqué desde que regresó de Manchester a Barcelona. «Lo que hace no es impostado. Siempre ha sido así. Creo que lo lleva demasiado al límite y que no va a cambiar». El redactor ve un incremento en sus comentarios desde que comenzaron los pitos con La Roja. «Su rendimiento en la selección es inmaculado. Acepta los silbidos y sigue cumpliendo, pero se cobra esas pullitas, cada vez más contínuas, provocando a la afición del Real Madrid».

Piqué es un personaje muy versátil. Fuera de los estadios ha hecho de modelo y también es empresario: tiene una sociedad de juegos on-line. Durante un tiempo dedicó varias horas al día a recibir clases de profesores de Esade sobre economía, contabilidad y estructura financiera. Y hasta escribió un libro contando su vida. Sirvió de inspiración a su padre, Joan Piqué, quien se animó a meterse con una novela siguiendo el ejemplo de su hijo: el central se ponía a escribir cada tarde al regresar de los entrenamientos. Es un tipo culto e inteligente, pero demasiado desafiante.

Aunque él no siempre es plenamente consciente de lo que hace, como refleja la anécdota que contó en una ocasión. «No esperen que pida perdón, no lo voy a hacer. Pero esto no me impide tener relaciones con los jugadores del Real Madrid. Cuando nació mi segundo hijo, Sasha, Iker y Sra Carbonero nos enviaron flores a Shakira y a mí. Estuvimos hablando y le dije que ojalá le metieran cuatro al día siguiente. Y va y le meten cuatro. Fue la hostia. Con él tengo una relación fantástica, con Ramos no es tan fantástica pero la situación está mejor que bien».

A sus 29 años parece complicado que alguien pueda reconducirle. En el Barça ya no tiene al lado a dos tipos del peso específico y la personalidad de Xavi y Puyol, el central que le afeaba las tonterías que hacía en el campo. Y él lo tiene claro. «Yo soy así, ya me conocéis, y seré así hasta que me retire. Quiero que el Madrid pierda siempre, no esperen que cambie o pida perdón». La duda es si en la selección, a medio año de la Eurocopa de Francia, acaban sacándole la tarjeta roja por incompatibilidad con sus compañeros. Será Vicente del Bosque quien tenga que poner paños calientes. Casillas ya no está para estas cosas.

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