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Javi Rozada protesta una decisión arbitral durante un encuentro disputado en Les Caleyes .
Un entrenador lejos del banquillo

Un entrenador lejos del banquillo

Su expulsión ante el Pontevedra en la última jornada incrementa el historial de castigos disciplinarios que ha sufrido el técnico del Lealtad

I. ÁLVAREZ

Viernes, 5 de febrero 2016, 07:40

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La relación entre los entrenadores y los árbitros acostumbra a ser tirante. Pese a que la gran mayoría de técnicos jóvenes aboga por no valorar las decisiones de los colegiados a la conclusión de los partidos en un propósito al que no siempre logran ser fieles, la adrenalina vivida a pie de campo y la ambición por lograr un resultado positivo durante los noventa minutos tensan una cuerda que se rompe con facilidad.

Cuando se produce un desacuerdo entre la visión del trío arbitral y la del entrenador, la discordancia desemboca con asiduidad en la expulsión del técnico, especialmente cuando las formas no son las más cautelosas. Una delicada situación que empuja al filo de la navaja a los inquilinos del banquillo más temperamentales como Javi Rozada, técnico del Lealtad, quien se ha visto obligado con frecuencia a abandonar su puesto antes del pitido final del encuentro en su incipiente trayectoria en Segunda B.

Su desembarco en la categoría de bronce del fútbol español ya venía acompañado de un castigo disciplinario de cinco encuentros, fruto de una trepidante promoción de ascenso que no le permitió templar los nervios cuando el colegiado dejó a su equipo en inferioridad numérica a falta de más de veinte minutos para el término del tiempo reglamentario. El técnico ovetense, que reconoció posteriormente que su sanción fue justa, iniciaba así la serie de duelos alejado del banquillo en Segunda B, que se prolongará hasta los 25 cuando termine de pagar el peaje de sus discordancias arbitrales el pasado domingo.

El encargado de dirigir al conjunto maliayo, que vive el encuentro de forma muy pasional para tratar de contagiar ese entusiasmo a sus jugadores, tuvo su último desencuentro con el trío arbitral en Pasarón, feudo del Pontevedra, cuando se sintió perjudicado al ser invalidado el gol que situaba en ventaja a su equipo en la segunda mitad. «Simplemente le dije que no era fuera de juego y qué fácil era pitarle eso al Lealtad. Reconozco que no se lo dije en un tono bueno, pero todos estamos con las pulsaciones muy altas y no le falté al respeto», confesó en sala de prensa el técnico ovetense, que quiso dejar claro que por su parte quedaba «todo zanjado».

Histórica permanencia

Daba por finiquitado así un incidente que el Comité de Competición castigó con tres encuentros de sanción, dos por sus protestas y uno por su condición de reincidente. Una muesca más en una complicada relación con los encargados de impartir justicia sobre el terreno de juego, que le ha apartado de las cercanías del césped con mayor frecuencia de la deseada, pero que no le ha impedido guiar al Lealtad a una histórica permanencia primero y a una campaña con menos sobresaltos en la actual. Los maliayos disfrutan de una temporada sin los agobios de verse en la zona baja de la tabla, pero eso no ha apaciguado la vehemencia de su técnico, abogado de profesión y obligado a acatar los castigos de la justicia deportiva.

Una larga penitencia que se ha prolongado desde sus inicios en la categoría hasta la actualidad y que intentó burlar en dos ocasiones con una maniobra que le acarreó una sanción mayor, ya que, al dar instrucciones a sus jugadores desde la grada de Les Caleyes cuando pesaba sobre él un castigo, recibió otros cuatro partidos de suspensión.

Pese a ello, Rozada abre una puerta a la esperanza con las declaraciones tras su última expulsión: «Hay que apoyar a los árbitros, aunque a veces es complicado y tenemos rifirrafes que provocan que los entrenadores terminemos expulsados»

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