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Cristiano presiona a Messi en una jugada del partido.
Evasión en el Camp Nou

Evasión en el Camp Nou

La grada culé abronca aún más a Cristiano tras conocer que es investigado por fraude fiscal, el delito que sigue a Messi y Neymar

J. GÓMEZ PEÑA

Domingo, 4 de diciembre 2016, 01:19

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El Camp Nou espera con la sangre alborotada el comienzo del clásico, el Barça-Madrid. La gran ceremonia del fútbol mundial. Millones de devotos se pegan a las pantallas en 180 países mientras un estremecimiento recorre la grada al son del himno azulgrana. Vuelan las banderas. A la política le gusta usar el megáfono del fútbol.

Abajo, a ras de césped, 22 millonarios barajan el balón sobre el tapete verde. Ruleta. Para ellos, el balompié es un negocio. Son profesionales. Se trata de ganar el partido y, sobre todo, dinero. Más dinero. Justo ahora que el Gobierno le sube los impuestos a los hinchas se sabe que Cristiano ha eludido durante años esa obligación tributaria. Hasta 150 millones de euros metidos en el cofre oculto de un paraíso... fiscal, por supuesto. Historias de piratas y tesoros. El luso es el icono engominado del Madrid y el Camp Nou siempre le insulta. Esta vez, más. Le llama de todo y le llama ladrón. Antes de que Clos Gómez pite el inicio, a dos pasos de Cristiano corretean Messi, condenado a 21 meses de cárcel por fraude fiscal; Mascherano, a un año de prisión por lo mismo, y Neymar, investigado por estafa y corrupción. A ellos, el público no les afea nada. Son los suyos. Les anima. Cuando el clásico pase en unos meses por el Bernabéu, será al revés. Así es la ley de este deporte: fútbol es fútbol.

La codicia, ya se sabe, es insaciable. Se alimenta de sí misma. Cristiano tiene un sueldo mensual de casi dos millones de euros. A más de dos mil euros por minuto. Messi gana aún algo más. Neymar, más joven, se queda en la mitad: millón y pico al mes. Los tres son o han sido investigados por evadir impuestos, por evitar que parte de su océano de dinero riegue la educación, la sanidad y las pensiones de esos aficionados que les jalean o les chillan en función de los colores de la camiseta. Esto es fútbol. El clásico de ayer fue solo una muestra más. La corrupción le cae a este deporte como un traje a medida. Líos en la FIFA, en la UEFA y en la Federación española; deudas de los clubes con Hacienda; recalificaciones de terrenos que aportan más dinero a los equipos... Da igual. «Todos somos Messi», clamó la afición y la directiva azulgrana cuando el argentino fue procesado por regatear al fisco.

A Rubén Castro, jugador del Betis juzgado por malos tratos y agresión sexual a su compañera sentimental, un grupo de aficionados béticos le mostró todo su respaldo. Cargaron contra la chica. La insultaron. No hay escándalo que pueda con el fútbol, que juega con sus propias normas. Fuera de ley, si es preciso. Y con la complicidad de la grada. Ayer, el Camp Nou silbó todavía más a Ronaldo. Por chulo, por ser del Madrid y, ahora, por supuesto defraudador. En el minuto 37 de la primera mitad tuvo una ocasión. Trazó un eslalon entre defensas que terminó con un disparo tímido. Pose, gesto de lástima y bronca del público. Nada más comenzar la segunda parte elevó en exceso el balón por encima de la meta culé. Lo mandó a las nubes; o mejor, al paraíso fiscal de las Islas Vírgenes; o a Nueva Zelanda, donde parece que Mourinho, criado en el Barça y extécnico del Madrid, guarda buena parte de las ganancias que no ha tributado en España.

Todo se protesta

Los impuestos son para los demás. Mejor gastar el botín en una colección de coches deportivos. El fútbol de las estrellas está acostumbrado a que la realidad le pase de refilón. Su planeta es una burbuja de lujo. Esa condición casi divina se nota luego en el campo, en cada partido. En el clásico de ayer. No hubo decisión arbitral que no levantara los brazos indignados de los jugadores sancionados. Todo se protesta. Hasta el dolor es simulado. Hay que engañar al colegiado. Ganar a cualquier precio. En el minuto 15, el Madrid se internó por la izquierda. Pase al área. El balón dio en Rakitic y de inmediato dos jugadores que son rivales, Cristiano y Piqué, levantaron el brazo para reclamar. Cristiano pidió penalti por mano de Rakitic, que no fue, y Piqué protestó por costumbre, por si colaba. Se reclama lo que no es. Luego, al terminar el partido, dicen eso de 'todo se queda en el campo'. Como si no lo hubieran visto, como ayer, 700 millones de espectadores.

Las estrellas del fútbol juegan para sí mismos: el Real Cristiano Ronaldo, el Messi Fútbol Club... El dinero es su pasaporte. En la película protagonizada por Sylvester Stallone y Pelé 'Evasión o victoria', Max Von Sydow dice: «Las naciones deberían resolver sus diferencias en un campo de fútbol; sería más razonable». El filme no es de ciencia ficción, la frase, sí. Los estadios hoy se convierten a menudo en lugares irracionales. Todo vale para lograr la victoria. Hasta la evasión fiscal. Evasión y empate en el Camp Nou.

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