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El Vicente Calderón, antes del partido.
La 'caldera' rojiblanca impulsa al Atlético
Fútbol | Liga de Campeones

La 'caldera' rojiblanca impulsa al Atlético

La afición, sin miedo al Barça, convirtió el estadio colchonero en un escenario repleto de presión y confianza

Amador Gómez

Miércoles, 13 de abril 2016, 23:16

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El Calderón fue una auténtica 'caldera' para impulsar al Atlético hacia las semifinales de la Copa de Europa. En una noche de tantísima trascendencia en la que sólo valía ganar, esta vez no hubo ningún miedo al rival. Ni aunque fuese el Barcelona, el vigente campeón que ya cayó hace dos años en la vuelta de cuartos, también en el Vicente Calderón, cuya afición se engalanó como merecía la ocasión y convirtió el estadio rojiblanco en un escenario repleto de presión y confianza.

"Juntos hacia la victoria", rezaba la enorme pancarta colocada en uno de los laterales del Calderón, rodeada de un mosaico en rojo y blanco que cubría todo el estadio, con los aficionados preparados desde el principio para dar ánimos a los suyos, intentar acogotar al Barça e intimidar al árbitro. Ayudó también a la motivación de los hinchas colchoneros que el Atlético saltase al campo decidido y que el Barcelona pensase exclusivamente en el primer tiempo en especular para aguantar el 2-1 del Camp Nou.

Entre la decisión del Atlético y la esperanza de sus seguidores se pudo vivir un ambiente grandioso en el Calderón, donde a lo largo de la primera parte los aficionados estuvieron cada dos por tres levantándose de sus asientos. Para empujar con el corazón en las entonces esporádicas llegadas de los suyos, para reclamar penalti en una mano de Piqué en el área cuando el central catalán se resbaló a la media hora, y para quejarse de las faltas pitadas contra el Atlético y de las no señaladas cometidas por el Barcelona.

Los gritos de "¡Atleti, Atleti!" y los cánticos del himno rojiblanco no podían tardar en llegar, comprobando que el Barça estaba desaparecido y el equipo de Simeone se encontraba cada vez más cómodo y autoritario. Con el primer gol de Griezmann llegó la locura a la grada, porque la eliminatoria ya estaba en ese momento ganada y al Atlético se le veía muy superior, relanzado por una afición siempre precavida y pesimista pero que en la vuelta de cuartos estaba pletórica y se transformó en el verdadero jugador número '12'.

Pitada generalizada a Arda

El Calderón se puso en pie para despedir en el intermedio a los suyos con una merecida ovación, pero, como no podía ser de otra manera, después llegó el sufrimiento y el desasosiego al que tan acostumbrados están los colchoneros. Sin embargo, incluso en los momentos más complicados, cuando el Barça se despertó por fin para mandar y encerrar al Atlético en el segundo tiempo, la grada no quiso abandonar a los suyos. Saúl Ñíguez acababa de mandar al larguero y a continuación Piqué, como si fuera un '9', tuvo una grandísima ocasión para el empate que encogió el alma de los colchoneros.

Pero el Atlético sobrevivía y cuando la afición vio a Arda Turan en la banda dispuesto a salir, el Calderón se preparó para ponerse de nuevo en pie y dedicar al turco una pitada de época, generalizada, como si el exrojiblanco acusado de traición fuese el más odiado de los enemigos. Y, por supuesto, no podían faltar los gritos de "¡Barça, Barça, mierda!" y de "¡Puta Barça y puta Cataluña!", aunque fueron proferidos por unos pocos. El resto, pese a que también se lanzó casi de forma masiva con el "¡Que viva España!", estaba más centrado en animar a los suyos que en atacar al contrario, que consiguió asustar, pero nunca amedrentar, a una grada que, como su equipo, también se mereció un diez. La apoteosis llegó con la mano de Mascherano y el penalti marcado por Griezmann. Con el Calderón, esta vez sí, convencido de que el francés no fallaría. Lo que ha cambiado la historia.

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