Borrar
Navarro, capitán del Sevilla, levanta el trofeo. AFP.
Bacca lleva a la gloria al Sevilla
final

Bacca lleva a la gloria al Sevilla

Emery convierte en tetracampeón al club andaluz en un partido en el que el colombiano fue clave para vencer a un gran Dnipro

Luis f. gago

Miércoles, 27 de mayo 2015, 02:52

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Un total de 998 equipos han competido hasta la fecha oficialmente en la Copa de la UEFA. Desde Irlanda hasta los confines de Rusia y entre el paralelo helado más al norte de Finlandia y el más caluroso al sur del viejo continente. Es ahí, en ese punto al sur de Europa donde se encuentra un equipo que abrazó en Polonia su cuarto galardón en otras tantas finales. El único en la historia de la competición en lograrlo.

El Sevilla saltó al césped del estadio nacional de Varsovia para enfrentarse a algo más que once jugadores del Dnipro. Porque los rojiblancos también jugaban contra sus propios fantasmas. El primero que avistaron fue el de las temporadas pasadas, porque si el equipo ucraniano estaba en esa final era gracias a un hombre con pasado sevillista. Juande Ramos fue el que inició este sueño europeo ucraniano. Se marchó por miedo a la guerra civil de facto que se está produciendo en el país y por desaveniencias con el oligarca por presidente que tenía.

«Estoy muy feliz aquí»

  • UNAI EMERY

  • «Estoy muy feliz aquí», respondió Unai Emery cuando se le insistió en que contestase si sería el entrenador del Sevilla la próxima temporada en la Liga de Campeones. El futuro del técnico guipuzcoano estaba pendiente de la conquista de la Europa League y del pasaporte directo a la Champions y parece que Emery continuará al menos una campaña más en el banquillo hispalense.

  • «La Champions era lo más importante. Esto tenemos que disfrutarlo muchísimo», comentó Emery, para quien «el Sevilla se ha visto recompensado por el gran trabajo». «Esta Liga Europa la hemos competido en todos los partidos con muchas dificultades. Muchas veces no hemos tenido los partidos de cara. Hoy dijimos que teníamos que tener tranquilidad y esperar nuestra oportunidad. A cada minuto le tenemos que dar mucha importancia», recalcó el entrenador vasco.

  • «A nivel de trabajo duro el equipo se lo merece. Hemos trabajado mucho», reiteró Emery con emoción. «En la final nos hemos encontrado con gran equipo y con un físico muy fuerte», destacó el entrenador del Sevilla en el césped a las cámaras de Cuatro minutos después del final del partido.

La mano del extécnico sevillista se notaba en la composición táctica de su último equipo. Una plantilla bien plantada sobre el terreno de juego. Era un fiel reflejo del Sevilla de los años 2006 y 2007. Quizá con menos talento diferenciador, pero todo ello concentrado en un único jugador, Konoplyanka. Un mediocentro que más bien es todocampista porque recuerda al mejor Arshavin del Zenit y es otro futbolista que acabará relacando este verano con toda probabilidad en algún club de la Premier.

El número 10 del Dnipro movió durante toda la primera mitad a sus compañeros como un buen director guía a una orquesta bien afinada aunque no sea la mejor del mundo. El tanto de Kalinic fue un gran ejemplo de esa perfecta sinfonía. Tras rematar un contragolpe que cogió por sorpresa a los sevillistas, el Dnipro daba la sorprensa en Varsovia.

Nadie sabía cómo arreglar el problema. Ni tan siquiera desde el banquillo. Porque Unai Emery también tenía sus propios fantasmas cuando sus muchachos saltaron al césped. El espectro en la mente del vasco era el de la temporada presente. Él se jugaba que nunca más le volvieran a recordar un hándicap que siempre le ha perseguido: «¿Ese técnico? Siempre fracasa en los momentos claves». Es la coletilla que le ha acompañado. Por eso comenzó a hacer su baile característico desde la banda. No se sabe bien todavía si sus hombres le escuchan, entienden o sólo ven a alguien imitando una gran coreografía de danza. Pero funcionó. En tan solo tres minutos Krychoiwak y Bacca dieron la vuelta a la eliminatoria con jugadas ensayadas durante toda la temporada en la pizarra mágica de Emery.

Desenlace en un minuto

También los 7.000 seguidores en Polonia tenían a sus fantasmas. El de los 60 años sin ganar un solo título, ese de estar 40 años sin ver una sola final. El peor era aquel que les susurraba que nueve finales en 10 años durante el siglo XXI ya había sido pago suficiente para lo sufrido anteriormente y ahora tocaba caer. Con el tanto de Rotan, a falta de dos minutos para el descanso, tras una magistral falta, pareció dar la razón a los miedos internos en clave rojiblanca.

Entonces, en la segunda mitad apareció el último de los espíritus. El del futuro estuvo delante de Monchi todo el encuentro. Porque se jugaba la planificación deportiva sevillista de los años venideros. Una victoria era entrar directamente en la Champions y era sinónimo de dinero. La palabra mágica del fútbol actual que puede convertir a un equipo en imparable o del pelotón de cola.

En mitad de una vorágine de cambios, tarjetas amarillas y errores en cadena llegó el tanto de Bacca. En uno de esos pocos fallos del Dnipro, en un rechace aprovechado por Vitolo y que el colombiano tranformó magistralmente. Era una final cargada de sustos, también extradeportivos. Matheus se desplomó al filo del final sobrecogiendo el corazón de todo el público. Saben bien los sevillistas lo que significa el desplome de un futbolista sobre el césped. Recuperado, el jugador Matheus, el desenlace acabó con un grito al unísono de 7.000 sevillistas que llegó hasta a orillas del Guadalquivir. La Giralda vuelve a presumir orgullosa del equipo que abandera el nombre de una ciudad que en Polonia se convirtió otra vez en la capital de Europa. Esta vez, balompédica. La gloria es rojiblanca.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios