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Benítez, durante un partido de Liga.
Rafa Benítez encorseta al Real Madrid
Análisis

Rafa Benítez encorseta al Real Madrid

El equipo blanco se aferra al control estéril del balón, con Casemiro como estrella en la destrucción, y se olvida del contragolpe

Javier Varela

Lunes, 5 de octubre 2015, 19:21

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El Real Madrid de Rafa Benítez está en construcción y por el momento, aunque no pierde, no enamora. Sólo ha disputado nueve partidos oficiales (siete de Liga y dos de Champions), pero los jugadores del equipo madridista ya se han empapado de dos palabras clave: equipo y equilibrio. En el derbi capitalino -su primer partido ante un rival de su nivel competitivo esta la temporada- el conjunto blanco mostró que ambos conceptos no se negocian y, en el partido más ramplón en el aspecto ofensivo de la campaña, la táctica maniató al fútbol. El técnico madrileño parece haber puesto un corsé a sus jugadores del que son incapaces de soltarse. Los futbolistas evidenciaron en el Vicente Calderón que estaban más pendientes del orden -lo han trabajado mucho porque su estratega considera que es importantísimo- que de buscar la portería contraria.

Benítez lo dejó claro en el once inicial con la entrada de Casemiro en el centro del campo, con el objetivo de mantener un equilibrio que terminó por maniatar a su equipo. El ex del Oporto se multiplicó y apareció en todos los rincones del terreno de juego, se posicionó entre Modric y Kroos, un paso por detrás de ambos, lo que les daba libertad para crear fútbol, pero tanto centrocampista hizo que el Real Madrid se obsesionara con tocar demasiado el balón para no perderlo. Ninguna profundidad. El brasileño, con permiso de Keylor Navas, fue el mejor de su equipo porque estuvo perfecto, pero cuando el portero y el mediocentro defensivo son los mejores madridistas no es una buena noticia para ningún equipo, y más si es el Real Madrid.

El conjunto blanco demostró en el Manzanares que es un equipo más maduro, tácticamente bien plantado en el campo, con mucho control del balón, pero que adolece de la fogosidad de la que presumía en temporadas pasadas. El exceso de celo en el orden ha provocado que el equipo blanco se menos vertiginoso, apueste por posesiones muy largas con el objetivo de protegerse. Esta decisión de Benítez está haciendo que el equipo progrese en equilibrio y ya no se parta tanto, pero a su vez provoca que el efecto 'estampida' que tan fiero había convertido al equipo blanco se haya quedado en el recuerdo. A diferencia de San Mamés, donde el equipo mostró la misma cara, ante el Atlético no llevó ese control a una diferencia en el marcador que por lo visto en el campo debía producirse. Este Real Madrid se siente cómodo con el control estéril del balón, que es la mejor forma de defender, pero se olvida de que para ganar los partidos hay que pisar el área contraria. No hubo esas transiciones veloces, ni tampoco pareció que se buscaran desde el banquillo. El equipo blanco tiró dos veces a puerta -el gol y un remate de Cristiano en el descuento- a pesar de tener el control del juego y del tiempo del duelo. Su superioridad en lo táctico y en la pizarra no fue capaz de demostrarla en la creación de ocasiones. Demasiado guión de entrenador y poco margen para el error, el riesgo y, por ende, para el fútbol.

Un paso atrás

La lesión de Dani Carvajal antes del descanso le hizo retroceder unos metros al Madrid, que se aculó pensando en dormir el duelo. En el segundo acto fue dando pasos atrás de forma inexplicable. Primero por el empuje -más de garra que futbolístico del Atlético- y luego por las decisiones de su entrenador. Benítez quiso reforzar todavía más el centro del campo con Kovacic y quitó a Benzema -que le lanzó una 'chinita' a su entrenador quizá viendo que es siempre el cambio más recurrente- en un claro mensaje defensivo. Tanto orden parece haber desactivado a Cristiano, que firmó otro partido más insustancial y que evidencia que -a pesar de cinco goles al Espanyol- ha comenzado la temporada en un nivel bajo con este nuevo libreto.

Los números -sólo ha encajado dos goles en nueve partidos- dejan claro que estamos ante un Real Madrid casi inexpugnable, pero menos alegre, ofensivo y divertido que en temporadas pasadas. No ha perdido un partido, es segundo en la clasificación y lidera su grupo de Champions, pero ya no es aquel equipo que apabullaba en ataque. El corsé de Benítez, que empieza a cuestionarse en la zona noble del club, lo tiene atenazado.

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