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Míchel, tras perder la Liga en Tenerife.
Ajeno a los recuerdos más ingratos del madridismo
jornada 38

Ajeno a los recuerdos más ingratos del madridismo

En el actual Real Madrid no pesan aquellas dramáticas ligas perdidas en Tenerife y Valencia que coronaron dos veces al Barça y una al Athletic del jovencísimo Javier Clemente

Ignacio Tylko

Viernes, 19 de mayo 2017, 00:14

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Zinedine Zidane siempre es positivo y tiene motivos más que sobrados para creer que su Real Madrid será campeón el próximo domingo en La Rosaleda de Málaga. El técnico marsellés es ajeno a esos ingratos recuerdos que permanecen imborrables en el club por aquellas dos Ligas perdidas de forma consecutiva ante el Tenerife en 1992 y 1993. Y en la memoría de los hinchas merengues más veteranos también está grabado como un drama el título que se escapó en 1983 ante el Athletic, que con el técnico más joven de la categoría en el banquillo, Javier Clemente (33 años), dio la sorpresa y superó a favoritos como la bicampeona Real Sociedad, el Real Madrid o el Barça, reforzado con el mejor jugador del momento, Diego Armando Maradona, tras pagar el traspaso más caro de la historia hasta entonces: 1.200 millones de pesetas (7,2 millones de euros de hoy).

El 1 de mayo de aquel año se disputó una jornada final de infarto. Para lograr el título, al equipo de Alfredo Di Stéfano le bastaba un empate en feudo de un Valencia prácticamente desahuciado, ya que necesitaba ganar y una carambola de resultados para eludir el descenso a Segunda, por primera vez en su historia. El Athletic, por su parte, sólo podía mantener esperanzas si lograba la victoria en su visita a otro implicado en el descenso, la UD Las Palmas, que precisaba de punto para salvarse.

Los canarios se adelantaron en el marcador a los tres minutos, aunque poco después Sarabia empató. En el 39', el valencianista Miguel Tendillo -luego madridista- marcaba en el Luis Casanova y, casi a la vez, el león Dani remontaba el gol inicial amarillo en el estadio Insular. En la segunda mitad, el Athletic incrementó su victoria con tres goles más (1-5), mientras que el Real Madrid no consiguió descerrajar a un Valencia atrincherado. La mala fortuna de los madridistas, con dos remates a los palos, y las intervenciones del guardameta Bermell dieron el título al Athletic y la salvación al Valencia. Los levantinos empataron con la UD Las Palmas a puntos y en el 'goal average' particular, pero en el general los siete goles recibidos en el Camp Nou condenaron a Segunda a los canarios, tras 19 temporadas consecutivas en la máxima categoría.

La macabra historia blanca en Tenerife se comenzó a escribir el 7 de junio de 1992. El Madrid de Benito Floro llegaba líder a la última jornada. Una victoria ante el equipo de Jorge Valdano, un antiguo amigo, le daba el título. El partido comenzó de forma inmejorable para el líder. A la media hora, el Madrid ya dominaba por 0-2 gracias a los goles de Hierro y Hagi, y el champán empezó a salir de las neveras. Error histórico. Quique Estebaranz acortó distancias antes del descanso y Ricardo Rocha, en propia meta, empataba el partido para los chicharreros. El Barça ganaba fácil al Athletic y la Liga se esfumaba. Un error de Sanchis, incrementado por Buyo, fue aprovechado por Pier ponía el 3-2 definitivo. El Madrid se convirtió en un mar de lágrimas.

Sólo un año después, la vida le concedía una oportunidad de revancha. Otra vez, los de Floro dependían de un triunfo en Tenerife, ahora en puestos europeos, para cantar el alirón. La pesadilla se revivió. Consciente del pasado, el Madrid salió al campo atemorizado. Dertycia, aquel calvísimo delantero argentino, marcó el 1-0 a los 11 minutos. Antes del descanso, el capitán tinerfeño Chano ponía el 2-0 en el marcador. La desesperación se apoderó de los jugadores blancos, que aún así intentaron la machada. Hasta tres penaltis llegaron a reclamar a Gracia Redondo, colegiado aragonés de aquel partido, pero no hubo manera. Por segundo año consecutivo, el Madrid fallaba en el momento decisivo y alimentaba la leyenda negra blanca en las Islas Afortunadas.

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