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Ruth Beitia.
La eterna Beitia quiere la sexta
ATLETISMO

La eterna Beitia quiere la sexta

La campeona cántabra, Kevin López, Mechaal, Vivas y Torrijos son los principales aspirantes a medalla del atletismo español en el Europeo de Praga

Fernando Miñana

Miércoles, 4 de marzo 2015, 21:05

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A Ruth Beitia hace tiempo que dejaron de obsesionarle las marcas. Le importan, faltaría más, pero no le quitan el sueño. Solo hay dos momentos donde adquieren verdadero valor. En los campeonatos, donde pueden valer una medalla, y un poco antes. A la cántabra le gusta dejar en los campeonatos de España, dos semanas antes de los internacionales, un buen registro que haga el mismo efecto que mandarle un whatsapp a todas sus rivales con un escueto mensaje: «Preparaos, que yo ya estoy lista». Por eso le supo a poco el 1,95 de Antequera. Una marca superior hubiera acompañado a su leyenda de atleta infalible un certificado de autenticidad.

La campeona de Europa no mandó el mensaje, pero a poco que sus rivales estén aburridas y decidan echarle una ojeada a su historial, entenderán que a Ruth Beitia siempre hay que tenerla en cuenta. Porque es la campeona, la defensora del título, pero también porque lleva cinco medallas en los campeonatos de Europa en pista cubierta y quiere la sexta. Por eso sigue. Ella asegura que continúa porque disfruta como nunca. Pero, claro, ¿disfrutaría igual si no estuviese añadiendo una medalla a su colección en cada campeonato al que acude?

La gasolina de Beitia, a estas alturas de su extraordinaria carrera, son las medallas y éstas van a escasear, aparentemente, en Praga, sede de los Europeos del jueves al domingo en el fantástico O2 Arena, un pabellón rutilante con un aforo para 18.000 espectadores y una pista de curvas amplias y poco peraltadas. España y su ahora sonriente atletismo acuden con humildad y descaro. Atrás quedaron los tiempos de caras agrias tras la operación Galgo. Ahora han llegado los nuevos talentos, tan puros, tan descarados, que las viejas rencillas han dado paso al compañerismo y a una ambición que no quiere conocer límites. Ya solo quedan resquicios, como la reincidente Josephine Onyia, a quien se le buscó la vuelta para dejarle fuera de la selección, pero no se encontró el resquicio legal. Tras dos sanciones por dopaje llega en ascenso y capacitada para bajar de los ocho segundos, pero si lo hiciera, y hasta si ganara una medalla, ¿alguien creería en ella?

Ramón Cid ha perdido por el camino a Praga dos valiosas alforjas: el saltador de longitud Eusebio Cáceres, que iba decidido a por el oro, y el mediofondista Manolo Olmedo, con sus opciones en el 1.500. Ambos se han caído por lesión, así que lo mejor es encomendarse a Ruth Beitia en el salto de altura. Pero también a ese gigante de Málaga llamado Borja Vivas que ya conoce lo que es una plata en un Europeo -fue subcampeón al aire libre, en Zúrich, el pasado verano-. Llega con la quinta mejor marca del continente, pero en una gran competición cuenta tanto el estado de forma como la cabeza, y en la suya, allá tan arriba (mide 2,03), hace tiempo que se marcharon los miedos, los fantasmas. Vivas está en plena madurez. Su mente es tan dura como su brazo.

Vivas aparecerá este jueves en el círculo de lanzamiento, en la clasificación, la criba que dejará solo ocho finalistas, junto a dos compañeros. Atrás quedan los tiempos del pionero Manolo Martínez, un extraño en esa selección de marchadores y mediofondistas, un solitario en los lanzamientos. Ahora está Vivas, sí, pero también Yioser Toledo y Carlos Tobalina.

Más nutrida aún es la representación en el triple salto. El seleccionador Ramón Cid, antiguo triplista, posaba orgulloso en la víspera, en el aeropuerto de Barajas, donde partió el equipo de madrugada, junto a los tres chicos y las dos chicas de su especialidad: Pablo Torrijos, Jorge Gimeno, Sergio Solanas, Patricia Sarrapio y Ruth Ndoumbe. Entre los cinco sobresale la cabeza confiada de Torrijos, el hombre que enterró en Antequera las dos viejas plusmarcas nacionales bajo techo y al aire libre al convertirse en el primer español en saltar 17 metros (17,03) en la historia. El castellonense lleva diez días colgado al teléfono repitiendo las mismas respuestas, entre las que sobresalen dos, que aquel salto de récord no fue ni mucho menos perfecto y que él confía en poder alcanzar los 17,20 en Praga. Pues apuntado queda a las quinielas.

Torrijos arrancó todo tipo de elogios después de hacer historia, pero en Antequera hubo otro atleta español que dejó pasmado al público. Fue Adel Mechaal, que en un invierno ha pasado de interesante mediofondista a auténtico portento. Todo se debe a su exhibición en los Nacionales, donde ganó una durísima final de 3.000 metros, 15 minutos después solventó con autoridad su semifinal de 1.500 y al día siguiente, por la mañana, arrasó en la final del kilómetro y medio.

Mechaal sólo correrá el 3.000 en Praga. No es un atleta con un final muy explosivo y considera que en las quince vueltas a la pista podrá imponer su asombrosa aceleración a falta de 600 o 700 metros. Allí volverá a coincidir con Jesús España, ya sin melena, un veterano del Vietnam que competirá en el O2 con 36 años y seis meses. Y también hay que señalar a Kevin López, el pequeño ochocentista sevillano que sueña con estirar su progresión en los Europeos indoor. El pupilo de Paco Gil fue bronce en 2011 y plata en 2013.

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