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Obreros trabajando en Río.
Cuando el sueño de Rio-2016 se transforma en pesadilla
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Cuando el sueño de Rio-2016 se transforma en pesadilla

La construcción del nuevo Parque Olímpico supone el final de algunas de las barriadas de la ciudad brasileña

colpisa / afp

Domingo, 2 de agosto 2015, 18:39

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Esta es la historia de dos ciudades de Rio de Janeiro a un año del comienzo de los Juegos Olímpicos. Y solo una podrá sobrevivir.

La primera es la del frenesí de las obras en construcción, de las inversiones de miles de millones de dólares, de las grúas, de las topadoras, de las torres espejadas, de los remolinos de polvo y de los elegantes proyectos inmobiliarios.

"Una ciudad que no para", según presume un cartel en medio de una gigantesca área de construcción en el oeste de Rio de Janeiro, donde la mayoría de los estadios para los Juegos de 2016 se erigen a toda marcha.

La historia del hombre común

Es la de Bruno Manso de Oliveira, un mecánico industrial, y la de sus amigos, cuyas viviendas suburbanas están en el camino de la maquinaria olímpica y cuyo modesto sueño está por detenerse. A medida que la cuenta regresiva para la cita olímpica avanza, esta es la historia de cómo para algunos el sueño se ha convertido en una pesadilla.

"Es una zona de guerra", dijo de Oliveira (29 años), parado sobre los restos de lo que alguna vez fue una barriada orgullosa y pobre llamada Vila Autódromo, a la cual el progreso del Parque Olímpico está reduciendo a escombros.

"Se está volviendo muy duro vivir acá", señala. "Pero no me voy a ir nunca por el simple hecho de que me dijeran que me vaya a alguna parte. Mi casa no está en venta".

La favela Vila Autódromo supo estar habitada por unas 3.000 personas. Creció como un asentamiento de pescadores en los años 60, cerca de una pintoresca laguna.

Vila Autódromo tenía calles de tierra, a veces resbaladizas, construcciones precarias y cloacas abiertas, típicas en las favelas, pero no la habitual violencia alimentada por el narcotráfico. Se había ganado la reputación de ser un sitio tranquilo para gente trabajadora que buscaba sacar adelante a sus familias.

Pero en el exacto momento en que las autoridades de Rio decidieron hacer un intento para organizar los Juegos de 2016, sus días quedaron contados.

La amplia barriada tenía como centro una pista de carreras abandonada desde hacía mucho tiempo, que durante años fue poco más que un engendro a los ojos de los ricos residentes del distrito Barra, cercano a Vila Autódromo. Para el alcalde, el lugar parecía perfecto para construir.

La vieja pista ya no está y las torres y estadios a medio hacer lucen como naves espaciales recién salidas de la tierra. Aquí estará el Parque Olímpico, el corazón de la mayor fiesta deportiva del mundo, que se disputará a partir del 5 de agosto de 2016.

Cerca está la casi terminada Villa Olímpica, un bosque de 31 bloques de torres que albergarán a muchos de los 18.000 atletas y sus equipos. Después de los juegos, los edificios se transformarán en el más flamante desarrollo inmobiliario de lujo de la ciudad.

En el medio, bloqueando una ruta proyectada hacia el Parque Olímpico, está la favela Vila Autódromo. "Habrá 100.000 personas pasando por ahí cada día", dijo el alcalde Paes al sitio de noticias UOL el 22 de julio. "Necesitamos acceso".

Después de años de presiones y generosas recompensas por parte del gobierno, el 90% de la favela fue vaciada.

Paso inmediato a las excavadoras

Paredes en escombros, calles destrozadas y pobladores que casi no se dejan ver: la escena realmente parece una zona de guerra. Los restos de las viviendas que aún resisten se erigen en soledad en medio de la devastación, y recuerdan la pequeña casa de la película "Up!" de Disney.

La desintegración gradual de la comunidad ha sido un trago amargo, que provocó manifestaciones ocasionales, enfrentamientos con la policía y demandas legales.

Pero hay quienes viven el cambio de forma positiva, prueba de que los Juegos no sólo están beneficiando a las grandes corporaciones, sino también a la gente común.

"Mi calidad de vida ha mejorado, también mi salud", afirma la peluquera Natalia Lacerda, de 29 años, quien como otros ha aceptado reasentarse en un nuevo complejo de apartamentos llamado Parque Carioca.

Para ella, la favela es un recuerdo plagado de basura, mosquitos y difícil transporte hacia el centro de la ciudad. En su nuevo hogar tiene "todo". "Hay un autobús que me lleva a todos lados, hay saneamiento básico. Y cuando llueve, no se llena de lodo", explica.

Una visión diferente

"Vivíamos humildemente", asegura a sus 52 años Luis Claudio Silva, profesor de educación física. "Pero éramos muy felices antes de que llegaran los Juegos y comenzaran el terror y la presión psicológica para forzarnos a dejar nuestras casas", agrega.

Los vecinos afirman que las autoridades les ofrecieron hasta 400.000 reales (119.600 dólares), en ocasiones el doble del valor del inmueble. Pero para Silva, no se trata de dinero.

"Hay familias que no aceptarán dinero, no importa cuánto sea", explica. "Muchos ceden cuando ya no aguantan la presión, pero otros entienden que tienen derecho a quedarse".

Calmo, pero firme, de Oliveira coloca el asunto en términos filosóficos al explicar por qué su familia no da el brazo a torcer. "Las personas no somos otra cosa que nuestra memoria. Si ya no tengo esos recuerdos, si pierdo los buenos tiempos que pasamos aquí, entonces ¿quién soy? Una persona sin identidad, sin memoria, sin felicidad", reflexiona.

Por otra parte, la victoria de la alcaldía y los inversores inmobiliarios parece sólo una cuestión de tiempo. Una de las más férreas opositoras, Maria da Penha, de 50 años, sostiene que de las 600 familias, unas 150 aún resisten. Aunque varias decenas están a punto de ceder.

Una de ellas es Damiana Cataduba Andrade, de 49 años, quien está por rendirse siguiendo el camino de sus vecinos más próximos.

"Es solitario", afirma desde un patio rodeado de ruinas que ha convertido en panadería para suplir el vacío que dejó el cierre de la tienda barrial. "Pienso en mi familia y creo que no puedo resistir más", se lamenta.

El destino, escrito en un letrero

"Bienvenidos a su lugar", se lee sobre unas fotos idílicas de un atardecer en la zona de Vila Autódromo. Desde luego, no se refiere a la vieja favela. Es un anuncio de los apartamentos de lujo que pronto dominarán la Villa Olímpica de Rio.

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