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José Miguel Pérez da instrucciones, ayer, en el colegio Cervantes, a los jóvenes jugadores del Club Voleibol La Calzada.
Experiencia para un club novel

Experiencia para un club novel

El gijonés José Miguel Pérez, uno de los técnicos españoles con mayor trayectoria y palmarés, entrenará a la cantera de La Calzada

J. L. CALLEJA

Miércoles, 14 de octubre 2015, 00:13

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El Club Voleibol La Calzada cuenta desde ayer con uno de los entrenadores con mayor trayectoria en el voleibol español: José Miguel Pérez (Gijón, 1955).

El preparador gijonés, que está a la espera de que su representante le plantee una oferta interesante tanto en la competición nacional como fuera de España, quiere «echarle una mano a este modesto club, que está haciendo las cosas muy bien».

Al entrenador asturiano le llamó mucho la atención «cómo se trabaja en La Calzada y por ello no dudé en venir a ayudarles con los equipos de base».

El recorrido por los banquillos de José Miguel Pérez es muy amplio. Tras ser jugador en el Grupo pasó a entrenar en la segunda categoría nacional, en la temporada 1981-1982, a su equipo femenino. «Me ofrecieron entrenar mujeres, lo que casi rechazo en aquel momento, pero todo salió bien porque ascendimos a División de Honor y estuvimos tres años en la máxima categoría».

Se trataba de un equipo con jugadoras históricas que había triunfado con anterioridad en el mítico Longchamps, como María Jesús Santos, Montse Reyero, Mónica Zuaza y Yolanda, entre otras.

Tras esta primera etapa se dio cuenta de que podía vivir del deporte de la red al ficharle el Tormó Barberá levantino en 1986, el primer gran equipo femenino de la historia del voleibol español, y pide una excedencia en Ensidesa, que nunca suspendió.

La estancia en Játiva fue productiva, «porque ganamos dos Ligas, tres Copas, un Campeonato de España juvenil y jugamos en Europa».

Luego llegó su etapa como seleccionador júnior, que se desarrolló en León y Gijón, al mismo tiempo que era segundo del equipo absoluto. Posteriormente entrenó al Venta de Baños en División de Honor, se encargó después de los equipos de la Federación Valenciana con los que logró numerosos éxitos para pasar a continuación por el Ávila, el Granada, con el que jugó torneo continental, y el Burgos.

En este último club permaneció doce años, con los mejores resultados en las competiciones nacionales del conjunto castellano, y dos finales europeas de la Copa CEV, «que no olvidaré», matizó.

Su última parada fue en el Haro, en el que estuvo las tres últimas temporada, haciendo doblete de Liga y Copa en la primera.

En su regreso a casa le sorprendió la situación del «voleibol masculino, que casi no existe y fue un referente de jugadores durante décadas, mientras que en el femenino todavía quedan núcleos importantes».

Sus últimos partidos oficiales en Gijón fueron cuando la ciudad tenía cuatro equipos en la máxima categoría: tres femeninos y uno masculino. «Eran otros tiempos. Ahora la crisis económica ha provocado la desaparición de muchos clubes y la devaluación de las competiciones», explica.

También tiene claro que «como ocurre con otros deportes como el balonmano, los jugadores y los entrenadores se buscan la vida fuera de España».

A José Miguel, que se forjó en el instituto Jovellanos con el histórico José Luis García, le gustaría «quedarme en casa a entrenar, pero la situación no es buena en el aspecto económico, por lo que mientras espero una oferta ayudo en la base a La Calzada».

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