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Beitia, en los Juegos Olímpicos de Pekín.
La lluvia de honores para Ruth Beitia no se detiene
Polideportivo

La lluvia de honores para Ruth Beitia no se detiene

La cántabra ha sido elegida como la mejor atleta del año

José Antonio Diego (EFE)

Lunes, 17 de octubre 2016, 14:01

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Campeona olímpica, campeona de Europa por tercera vez consecutiva, segundo diamante consecutivo y ahora el trofeo que la distingue como la mejor atleta europea del año: la lluvia de honores no se detiene para Ruth Beitia, que ha cuajado en 2016 la mejor campaña individual de la historia en el atletismo español.

Acompañada por el británico Mo Farah, el mejor fondista del mundo en la actualidad, Ruth Beitia, de 37 años, recibió la noche del sábado en Funchal (Madeira, Portugal) el trofeo a la más destacada atleta del continente, un logro jamás alcanzado antes en el atletismo español. "Otro sueño hecho realidad", subrayó la cántabra. Cerca de 200.000 aficionados participaron en la votación que proclamó a Beitia y Farah vencedores del trofeo instituido por la Asociación Europea de Atletismo (AEA), que celebró el sábado en tierras portuguesas su gala tradicional.

En el ámbito español, los éxitos de la atleta cántabra en conjunto sólo admiten parangón ahora con los de Fermín Cacho, campeón olímpico de 1.500 en Barcelona 92 y declarado por la IAAF mejor atleta español de todos los tiempos, pero el soriano nunca llegó a cuajar una temporada tan impresionante como la que cierra ahora la saltadora. La gloriosa temporada de Beitia empezó en marzo en Portland con una medalla de plata en los Mundiales de pista cubierta, continuó en julio con su tercer título europeo consecutivo en Ámsterdam, alcanzó su punto culminante en agosto con la medalla de oro olímpica en Río, siguió con la victoria en la Liga de Diamantes y termina con el trofeo a la mejor europea del año. El año en que Fermín Cacho obtuvo su título olímpico en Montjuic no pudo alcanzar más laureles. No hubo campeonatos de Europa, que todavía se celebraban cada cuatro años, ni mundiales, que también observaban entonces una cadencia de cuatro temporadas.

El 20 de marzo, en el Centro de Convenciones de Portland (Oregón, EEUU), Beitia logró la medalla de plata con una marca de 1,96 compartida con la campeona, la estadounidense Vashti Cunningham, 18 años más joven. La española borraba así la amargura que le dejó seis meses antes su quinto puesto en los Mundiales de Pekín. Los de Portland eran sus novenos mundiales en pista cubierta y su cuarta medalla en esta competición (antes, bronce en Moscú 2006, plata en Doha 2010, bronce en Sopot 2014).

Cuatro meses después, el 7 de julio pasado, Ruth completó en el estadio olímpico de Ámsterdam un triplete inédito en los campeonatos de Europa. Un salto de 1,98 metros la convirtió en la primera atleta que conseguía tres títulos consecutivos de salto de altura, una gesta sin precedentes también entre los hombres.

Sólo cuarenta días tardó en hacer realidad su gran sueño: la medalla olímpica. El atletismo se la debía a una atleta que la estuvo persiguiendo durante 26 años bajo la sabia dirección de Ramón Torralbo, y en el momento de saldar la deuda quiso mostrarse generoso: medalla de oro. El 20 de agosto, en el estadio de Engenhao, la mayor de las 17 finalistas de altura con 37 años, pudo al fin ver realizado el sueño al proclamarse campeona olímpica -la de más edad de la historia- con un salto de 1,97 metros. La búlgara Mirela Demireva y la croata Blanka Vlasic, que saltaron lo mismo que la española, pero con más fallos, la acompañaron en el podio.

Con victorias en los mítines de la Diamond League de Oslo, Estocolmo y Londres, Beitia competía en una pista rápida, como a ella le gustan, en un ambiente de calor húmedo que le recordaba a su tierra, Santander, y después de haber hecho muy buenos entrenamientos de técnica en Río. El viernes, víspera de la final olímpica, se fue a dormir con este tuit: "A veces.. los sueños se hacen realidad".

Con el listón en 1,97 quedaban cuatro para tres medallas y la española, que no había cometido un solo fallo, seguía primera cuando, junto a la búlgara Mirela Demireva, Vlasic y Chaunte Lowe, atacó la barra en 2,00 metros. Ninguna de las cuatro pudo con esa altura. El orden provisional se elevó a definitivo y entonces sí, Beitia sonrió para despedirse de los Juegos encaramada al cajón más alto del podio.

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