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Lucía Fonseca se dispone a impactar con la pelota en el frontón de Larrabetzu.
Frontón para abrir el camino

Frontón para abrir el camino

«Nuestro objetivo principal es que las niñas no tengan que dejar este deporte cuando lleguen a una determinada edad», indica la pelotari ovetense

IVÁN ÁLVAREZ

Martes, 31 de enero 2017, 01:26

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«Esto es poner una pequeña mecha para que todo se encienda y salen jugadoras de todos los lados», indica la asturiana Lucía Fonseca sobre la elevada participación en la Laboral Kutxa Emakume Master Cup, el primer campeonato internacional femenino de pelota vasca en la modalidad de mano parejas. Una competición que supone un paso de gigante para el camino iniciado hace tres años por un pequeño grupo de mujeres en Larrabetzu.

«Buscamos abrir el camino», expone la pelotari ovetense, afincada en una localidad vizcaína clave en la eclosión femenina en el frontón. «Un grupo de chicas empezó a jugar partidos y se hizo un curso solo para mujeres. Mi pareja fue pelotari y yo había estado en muchos frontones, pero nunca había jugado, así que decidí apuntarme», rememora Fonseca sobre sus inicios en un deporte «que engancha». «Como empiezas casi de cero, ves que poco a poco vas tirando más lejos y es fácil ir progresando», agrega sobre su evolución desde su presencia en el conjunto de ocho personas que gracias a su crecimiento desembocó en la creación de la Txokoan Emakume Pilotarien Elkartea, la escuela que ha reenganchado para la causa a muchas mujeres que ya practicaban esta disciplina deportiva a muy temprana edad.

En un deporte «practicado casi en su totalidad por chicos», las niñas comienzan, pero, según cumplen años, no continúan con su trayectoria ante la dureza de los materiales y la desigualdad de fuerza respecto a los adolescentes, según indica Lucía Fonseca. La solución pasó por la utilización de una pelota denomina goxua, más pequeña y blanda respecto a la que emplean los profesionales. «Al principio usábamos guantes para que las manos no se te pongan muy hinchadas, pero luego te acostumbras y al final juegas sin nada», indica la pelotari del Principado, que ha pasado en tres años de los partidos amistosos en las fiestas de los pueblos y las competiciones internas a un torneo con ochenta participantes procedentes de lugares tan alejados como México.

La meta es ejercer de referente para las niñas que comienzan y que esas incipientes trayectorias dentro de un frontón no tengan fecha de caducidad obligada. «Nuestro objetivo principal era que las niñas cuando lleguen a una edad no se tengan que ir a jugar a otra cosa», explica Lucía, que señala que «esto empieza ahora y ya no creo que pare».

Durante cuatro horas a la semana, Lucía Fonseca se entrena en el frontón para pulir los «movimientos muy bruscos» que demandan la agilidad de los pelotaris. «Lo de correr hacia atrás creo que fue lo que más me costó», confiesa acerca de sus inicios en un deporte «muy técnico», en el que se necesita la postura idónea que «a base de pelotazos se va cogiendo», reconoce. Una disciplina deportiva que en Asturias tiene al mundialista Manuel Galán como uno de sus máximos referentes y que en su cuna asiste a la reivindicación de la mujer con competiciones como la Laboral Kutxa Emakume Master Cup, promovida por el expelotari Iker Amarika.

«Menos agresividad»

«Igual no tiene la agresividad de un partido de hombres, pero sí resulta bonito de ver», señala Lucía Fonseca, que reconoce que todavía tienen que lidiar con algunos clichés. «Aquí hay mucha gente que es muy purista del tema y lo de las mujeres les choca. Lo importante es que al final nadie se extrañe. Tenemos unos estereotipos tan fijados que a veces todavía cuesta que se vea como algo normal», lamenta la asturiana, que cree que con el material adecuado se podría dar un paso hacia esa normalización. «Si se juega con unas pelotas más blandas y más pequeñas, se podría jugar en un partido mixto, que seguro que estaría muy bien», apunta.

Mientras se avanza en el protagonismo de la mujer en la pelota, Lucía Fonseca predica con el ejemplo dentro de un frontón para facilitarle las cosas a las nuevas generaciones. Lo hace con el relevo posiblemente en casa: «Tengo un niño de cinco años y una hija de tres. Me gustaría que mi hija, si le gusta, jugase y no tuviera que dejarlo porque ya no puede enfrentarse a los chicos y no haya rivales femeninas que sigan en el frontón».

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