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Saúl Craviotto pasa por debajo del arco de remos de los jóvenes piragüistas.
Una tarde inolvidable para Craviotto

Una tarde inolvidable para Craviotto

Recibe por sorpresa un homenaje en el Grupo Covadonga, donde fue acogido por más de medio centenar de jóvenes piragüistas

dani busto

Jueves, 20 de abril 2017, 21:19

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«¿Y esto?». Saúl Craviotto no contaba con que su paseo vespertino por las instalaciones del Grupo Covadonga, acompañado por su familia, se convirtiese en un homenaje por su participación en los pasados Juegos de Río, donde además cosechó dos medallas olímpicas. El piragüista recibió esta tarde una grata sorpresa, orquestada por su mujer, Celia, y su amigo Javier Hernanz, en la que participaron más de medio centenar de jóvenes palistas pertenecientes a la sección de piragüismo de la entidad gijonesa.

En cuanto cruzó las canchas de tenis y llegó al campo de rugby, donde le esperaban los jóvenes palistas con los remos en alto, a modo de arco por el que cruzar, a Saúl Craviotto le cambió la cara. No pudo camuflar la sorpresa. Miró a su mujer, pero ella disimuló y le dijo: «Tú pasa por ahí». Una vez cruzado el arco de remos, y después de saludar a los jóvenes con los que se encontraba a su paso, el palista olímpico recibió un cálido aplauso y fue recibido por el presidente del Grupo Covadonga, Antonio Corripio, quien le entregó una placa conmemorativa con el escudo del club.

«Iba a pasear con mi hija (Valentina) y no tenía ningún discurso preparado», reconoció Craviotto, cuando le llegó el turno de las intervenciones. Por este motivo, añadió, «lo mejor es hablar con el corazón, y después de este recibimiento lo que siento es una enorme felicidad de ver esta cantera, de niñas y niños juntos, y de toda esta gente que me ha demostrado tanto cariño».

Un sentimiento «recíproco» y una muestra de cariño que también siente cuando se cruza con otros jóvenes palistas «todas las semanas en el embalse de Trasona». Algo nervioso, el ilerdense, afincado en Gijón, dejó su sello en el libro de firmas del Grupo Covadonga. Pensó bien sus palabras, ya que «esto queda aquí para siempre». Poco después, Saúl Craviotto se fundió en un abrazo con su amigo, el también piragüista, Javier Hernanz, y saludó a otros técnicos de la entidad.

Finalmente, el piragüista olímpico firmó autógrafos a los más pequeños, que formaban un corrillo junto a él, y se fotografió con ellos en una foto de familia, para redondear una tarde que, tal y como aseguró, «nunca olvidaré».

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