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Sergio Evans realiza un truco en la plaza del Centro Niemeyer de su Avilés natal.
Sergio Evans, ejemplo de superación

Sergio Evans, ejemplo de superación

Pese a la sordera que padece de nacimiento, el avilesimo es uno de los mejores

SANTY MENOR

Lunes, 12 de junio 2017, 00:36

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A sus veinte años, el avilesino Sergio Evans no sólo es uno de los mejores 'longboarders' de Europa, sino que además se ha convertido, por sus logros, en un auténtico ejemplo de esfuerzo y superación. Y es que su historia admite pocas comparaciones. A pesar de no tener antecedentes familiares, Sergio nació con una sordera muy severa, prácticamente total, sobre la cual ha ido trabajando a lo largo de los años para hoy en día poder llevar una vida normal.

La clave de su evolución está en la celeridad de sus padres, que desde el primer momento se lanzaron a la búsqueda de las mejores alternativas posibles (incluyendo a logopedas y todo tipo de especialistas) para que la vida de su hijo pudiese ser plena. De esta forma, en 1994, el padre de Evans crearía, junto a más compañeros, la fundación APADA, que defiende los intereses de las personas con deficiencias auditivas y ha sido declarada de utilidad pública por el Ministerio de Sanidad.

El avilesino descubrió el longboard hace solo cinco años. «Un amigo madrileño me dejó probar su tabla en un camping durante el verano de 2012 y me gustó tanto que pocos días después me compré una». Por entonces, no era extraño pensar que al ser sordo no podría patinar con un mínimo de soltura, pero Sergio ya había aprendido a no preocuparse demasiado por los comentarios de los demás. «Antes de patinar jugaba al fútbol y lo cierto es que tuve una temporada en la que los compañeros me hacían la vida imposible», lamenta. Y es que la sombra del temido 'bullying' alcanza con facilidad a determinados colectivos. Por fortuna, los padres de Evans detectaron aquella difícil situación a tiempo y pudieron actuar. En este sentido, tanto Sergio como su entorno reclaman el esfuerzo de toda la sociedad y la atención necesaria para evitar cualquier tipo de abuso infantil.

El inicio en el mundo del skate no fue precisamente fácil para el deportista avilesino, aunque «gracias a la educación que he recibido nunca he permitido que sean otros los que decidan dónde están mis propios límites». Lo cierto es que el oído resulta especialmente importante para el equilibrio, pero ese hándicap no ha evitado que Sergio Evans se haya situado en la élite del mundo del longboard. Para el joven rider de Siroko es una cuestión de «estar más atento y entrenar un poco más». Por ejemplo, para avisar de un adelantamiento en los descensos de 'downhill', los competidores hacen chocar las chapas metálicas de protección que llevan en las palmas de las manos, un chasquido que Evans no puede oír, «por eso tengo que afrontar cada bajada con un plus extra de atención y concentración». No en vano, «cuando bajas a 70 o 80 kilómetros por hora en una tabla de skate cualquier error puede costarte muy caro», advierte. Su récord de velocidad en competición se establece en 92 kilómetros por hora, palabras mayores.

Un palmarés envidiable

Del palmarés de Evans cabe destacar el subcampeonato del mundo de longboard conquistado en Eindhoven (Holanda) en 2015, concretamente en la modalidad de freestyle, una de las más espectaculares. En ella se mezclan trucos de tabla corta con maniobras propias de longboard. También hay que señalar un meritorio tercer puesto en el Europeo de Cádiz. El joven patinador, que también practica otros deportes en los que el equilibrio resulta fundamental como el surf, estudió un módulo de carpintería y aunque actualmente trabaja en una fábrica de aluminio vinculada a las energías renovables, su sueño es llegar a poder vivir completamente del skate. «Patinar es algo que simplemente necesito, por eso me gustaría crear de cara al futuro una escuela de longboard para todo tipo de niños y poder transmitirles mi misma pasión», afirma.

Su ilusión sería algún día «ofrecerles mi visión de la vida. Hay que abrirse al mundo exterior y no tener miedo», afirma Sergio, que es consciente del importante papel que han jugado sus padres en su forma de enfrentarse a los obstáculos. «Siempre les estaré agradecido por enseñarme a luchar por lo que creo y por no haberme marcado límites». Evans, que se tiene que desplazar prácticamente todos los meses a Madrid para entrenar porque «aquí no hay nadie que haga longboard», continúa preparando sus próximas competiciones internacionales.

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