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José María Olazabal. EFE
Olazabal, desde otra perspectiva

Olazabal, desde otra perspectiva

Ganador de dos Masters, visita el Augusta National por 29ª vez consciente del paso y peso del tiempo

José Manuel Cortizas

Jueves, 5 de abril 2018, 06:53

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Está afable, relajado, divertido. Como todos, José María Olazabal tiene días y ayer era idóneo para charlar con él del otro Masters. Porque quien gana la chaqueta verde, dos en su caso, pertenece a un rango distinto. Más a los 52 años que le permiten ver todo desde cierta perspectiva, de vuelta de mucho postureo y sobreprecio que se debe pagar en un mundo que proclama y suplanta héroes a velocidad de vértigo. El de Fuenterrabía cumple su cita 29 con el Augusta National y parecía llegar de buenas actuaciones que él corrige con salero. «Toda la información que te han dado, negativa (ríe). Sí es verdad que he hecho algún resultado más aceptable, pero el juego no está bien. Estos días le he dado un poquito mejor, pero sin buenas sensaciones. Estamos trabajando, cambiando un par de cosas, y se me está haciendo un poco incómodo. Pero hemos tomado la decisión de que hay que ir por ahí aunque me cueste».

Disciplinado, el guipuzcoano asume el inexorable paso del tiempo. Es un deber del deportista sin que ello implica renunciar a nada. «Aunque estuviese jugando perfecto este ya es un señor campo para mí. De estar jugando bien las expectativas serían más de pasar el corte con cierta holgura, y ahora ese es el objetivo, seguir aquí el fin de semana».

Este Masters sí presenta una novedad para él. Tiene una compañía grata en las entrañas del Augusta National reservadas para los campeones. «Compartir taquilla con Sergio es fantástico y ojalá siga habiendo más españoles ahí arriba dentro de unos añitos». Esta cercanía le ha permitido conectar aún más con el castellonense, que defiende título. Aunque reconoce Olazabal que los diálogos han sido variopintos. «Hemos charlado de todo, del campo, de la vida, de lo que te cambia cuando ganas un Grande y te quitas esa etiqueta de ser uno de los mejores jugadores del mundo sin haberlo ganado. También de la niña, de cómo cambia la vida».

Y mostró el ganador del Masters en 1994 y 99 un aprecio especial por el ritual de la cena de campeones en la que Sergio García no defraudó. «¡Garrote total, estaba fenomenal! Muy bien. Primero tomamos unas tapas con un jamón extraordinario de primera calidad, luego unos quesos maravillosos, una ensalada internacional que tuvo un detalle muy bonito, con un ingrediente de cada país que ha ganado el Masters. Y luego un arroz caldoso de langosta que estaba para chuparse los dedos». Pero la gran nota le bastó para imponerse al ya legendario menú de Vijay Singh en 2001. A saber, mariscos Tom Kha, pollo al curry Panang, vieiras al horno con salsa de ajo, cordero con salsa de kari amarilla, filete al horno de lubina chilena con salsa de tres sabores de chile y sorbete de lichi. «En aquella cena se rompieron los moldes», recuerda.

Como colofón, siguió hablando de lo «extraordinario que es defender una chaqueta verde. Si es la segunda, mejor», que tiene el peaje de los días previos saturados de «atender medios, actos, un montón de cosas y de alguna manera tu energía no está centarada en ese objetivo. Pero entonces piensas que, pase lo que pase, la chaqueta ya es tuya. Te quitas una presión tremenda. Un Grande marca la diferencia. Te quita esa tensión de escuchar toda la semana por qué aún no has ganado uno. Esas preguntas ya no las tienes que contestar».

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