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Fernando Alonso, en el interior de su museo, entre el MP4-22, su primer monoplaza en McLaren, y el R28, el coche que pilotó en su regreso a la escudería gala.
Fernando Alonso abre su santuario

Fernando Alonso abre su santuario

El piloto ovetense inaugura en La Morgal su museo con «el mejor circuito de karts del mundo». Tras siete años de espera, el bicampeón mundial pudo celebrar la apertura de un complejo deportivo que ilustra toda su trayectoria

DANI BUSTO E IVÁN ÁLVAREZ

Sábado, 27 de junio 2015, 01:31

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«Es el mejor circuito de karts del mundo. Es un orgullo máximo que esté en Asturias». Embriagado de felicidad, esas fueron las palabras plagadas de ilusión que Fernando Alonso pronunció desde el atril del salón de actos en su museo en La Morgal. Con ellas ponía fin al rojo de su semáforo más largo para dar luz verde a la apertura de su santuario, almacén de los tesoros más preciados de su trayectoria deportiva engalanado con un trazado anexo compuesto por las curvas preferidas del piloto.

La primera piedra de esta faraónica construcción se colocó en 2008 y, ayer, siete años después, el protagonista pudo comprobar pleno de satisfacción cómo lucían los tesoros de una brillante trayectoria deportiva que, además de en las catorce temporadas más mediáticas de su andadura en la Fórmula-1, ahonda en sus inicios. «En este museo puedes ver los primeros pasos de Fernando en un kart y el paso intermedio hasta llegar a la F-1. Esto es lo bonito, que respira dedicación y automovilismo», argüía Pedro Martínez de la Rosa, que no quiso perderse la puesta de largo de este complejo deportivo, con un coste final de unos 9 millones de euros y una superficie de 95.442 metros cuadrados.

«Las curvas de este proyecto no están sólo en el circuito», reconocía el presidente en funciones del Principado de Asturias, Javier Fernández, que, al igual que Luis García Abad, representante de Fernando Alonso, reconoció la tardanza fue mayor de la esperada para que la tierra que vio nacer al único bicampeón mundial español albergase todas sus joyas. Un ejercicio de paciencia que, finalmente, tuvo sus frutos, al igual que los tuvo para los fieles seguidores que, desde diversos puntos de la geografía española, madrugaron para ver cómo el ovetense era profeta en su tierra con el alumbramiento de la megalómana construcción que radiografía su trayectoria automovilística.

Apenas pasaban veinte minutos de las once de la mañana cuando Alonso, al volante del McLaren 650-S, valorado en 238.000 euros, entraba en escena. Aunque no tan efímera como su paso por curva habitual en la Fórmula-1, su aparición fue efímera, ya que, tras aparcar el espectacular deportivo al lado del monoplaza de esta temporada entre los vítores de los aficionados que le observaban con admiración, saludó a su padre y se refugió de los focos para preparar la apertura de telón de su gran obra.

Mientras el ovetense perfilaba los últimos detalles, la hinchada mitigaba la espera deleitándose con vídeos de las proezas del ovetense en sus teléfonos móviles, en el contexto de una calma tensa interrumpida por el goteo de las llegadas de protagonistas, antes de que Fernando ejerciese de anfitrión mostrando todos los rincones de su templo a las autoridades automovilísticas y regionales.

Los 'alonsistas' reprocharon a Eric Boullier, director de carrera del equipo McLaren, la poca capacidad competitiva del monoplaza conducido por el asturiano y ovacionaron la llegada de Pedro Martínez de la Rosa antes, justo después de recibir con cariño a Flavio Briatore, el hombre que propició la llegada del asturiano a la máxima categoría del automovilismo y artífice involuntario del museo inaugurado ayer.

«Hay que agradecer a José Luis que no perdiese nunca un par de guantes», afirmaba Luis García Abad en alusión al afán recopilador del progenitor de Fernando, que conservó con celo cualquier detalle relacionado con la trayectoria de su hijo desde sus inicios. Una extensa colección a la que se agregaría un elemento de relumbrón cuando Flavio Briatore regaló a su pupilo el R25, monoplaza con el que el asturiano se proclamó campeón del mundo por primera vez. «Nos encontramos con un monoplaza en el garaje y no sabía qué hacer. Si taparlo o no taparlo. Cómo cuidaba yo eso», bromeaba el ovetense respecto a una de las joyas de la extensa colección expuesta, entre la que destacaba el McLaren MP4-4 que pilotó Ayrton Senna y en el que José Luis Alonso se inspiró para la construcción de su primer kart, cedido temporalmente por la escudería británica.

Diecisiete monoplazas, múltiples prendas deportivas utilizadas a lo largo de su trayectoria, un muestrario de cascos firmados por rivales a las que pronto añadirá el de Pedro De la Rosa y una docena más que ya ha apalabrado para final de temporada y todo tipo de galardones, desde los conquistados en el podio hasta los de otra índole como los reconocimientos del colectivo minero o el que le acredita como hijo predilecto de la ciudad de Oviedo, además de auténticas joyas de coleccionista como su primera licencia.

Una compilación de tesoros a disposición de los seguidores del ovetense acompañada por un circuito de kárting que reúne sus curvas favoritas. Es el ambicioso sello personal del piloto para un complejo deportivo tan espectacular como singular.

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