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DAVID SÁNCHEZ DE CASTRO
Domingo, 25 de junio 2017, 07:58
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Si Azerbaiyán es la tierra del fuego, los rescoldos que va a dejar lo ocurrido entre Hamilton y Vettel en Bakú va a estar humeando mucho tiempo. De entrada, la primera consecuencia entre la rivalidad que se va tornando en enemistad entre los dos contendientes por el título es que Daniel Ricciardo ha logrado su primera victoria del año, que Valtteri Bottas ha sacado un segundo puesto que puede valerle la renovación y que Lance Stroll ha conquistado el primer podio de su carrera deportiva cuando nadie contaba con él. Y Fernando Alonso, sus primeros de la temporada.
La carrera empezó de manera un tanto caótica: Räikkönen y Bottas se tocaron, con lo que ambos acabaron al fondo de la parrilla. Cualquiera en su sano juicio hubiera pensado que ambos estarían eliminados inmediatamente de las opciones de podio o victoria, así como el trompo de Sainz en la primera curva por esquivar a su compañero Kvyat habría dado al traste con su candidatura a los puntos, pero no fue así. Las circunstancias de carrera se pusieron a favor de los no habituales por el éxito.
Todo se determinó pasadas las primeras 15 vueltas. Tres coches de seguridad consecutivos dejaron, entre medias, a Lewis Hamilton y Sebastian Vettel retándose a un duelo que acabó con el tetracampeón embistiendo al británico de Mercedes con toda la intención. Todo fue por una típica acción de Hamilton: cuando el coche de seguridad se iba a ir, él levantó el pie lo suficiente como para que pareciese que estaba frenando, Vettel no lo vio y le dio un ligero toque por detrás. Tal fue el enfado de Vettel que no dudó en irse hacia él, y con el brazo en alto, arrimar el morro de su Ferrari a la flecha plateada y darle un ligero empujón. Esta acción, que a todas vistas es antideportiva y merecedora por tanto de una bandera negra, fue tratada con una sorprendente indulgencia por los comisarios deportivos, que sólo le castigaron con un 'stop&go' de 10 segundos.
Aunque ese castigo era muy bajo, ya eliminaba a Vettel de la victoria, pero el karma aún le tenía un guiño reservado. En la reanudación del último coche de seguridad, a Hamilton se le soltó el reposacabezas. Aunque intentó sujetarlo con la mano, se hacía imposible mantenerlo en condiciones de seguridad suficientes, así que le obligaron a entrar en boxes para cambiarlo. Esa pérdida de tiempo, que a efectos prácticos fue casi una sanción, le dejó fuera de la pelea por la victoria e irónicamente peleando por detrás de su agresor, un Vettel que sale de Bakú como líder del Mundial, pero con 3 puntos menos en la superlicencia por dicha acción. Si le meten tres más, le excluirán de una carrera.
Así, sin los dos gallos del corral, los capones tomaron el protagonismo. Daniel Ricciardo, que había salido 10º y al principio de la prueba se vio 17º, se encontró de repente en primera posición, con Lance Stroll detrás a mucha distancia. El de Red Bull no se podía creer su suerte, y no la tentó: se dedicó a controlar la prueba, y que se pelearan por detrás. Bottas empezó a remontar posiciones hasta verse 3º: había estado último y a punto de abandonar media hora antes. Las condiciones de la pista jugaron a su favor, y sobre todo la potencia de un Mercedes con el que remontar es casi de obligado cumplimiento. Hamilton suplicó su ayuda por la radio ("que frene a Vettel", pidió), pero Bottas estaba a su carrera. y se aprovechó de la inexperiencia de un Stroll que vivió sus momentos más tensos de su corta carrera en Fórmula 1. Aunque el hombre al que ha sustituido en Williams le robó la cartera en la misma línea de meta, el sabor de su primer podio no se lo podrá quitar nadie. Además, casi se convierte en el más joven de la historia en pisarlo: sólo se ha quedado a 12 días de la cifra.
Ha habido que esperar 8 Grandes Premios (7 disputados) para ver a Fernando Alonso acabar entre los 10 primeros. Aunque beneficiado por las circunstancias (abandonaron los dos Force India, Raikkonen y Verstappen, cuatro coches que le habrían superado sin dificultad), aguantó en pista todo lo que pudo, pese a que la carencia de potencia volvió a dejar una imagen bochornosa para McLaren. En los escasos segundos que pasó compartiendo curvas con Hamilton y Vettel, parecían coches de distinta categoría. Ni siquiera hubo atisbo de pelear por aguantar la posición, y se tuvo que conformar con una 9ª posición que le sabe muy bien, especialmente en una carrera en la que aspiraba a muy poco.
De igual manera, Carlos Sainz saboreó con dulzor el 8º puesto de Bakú. El trompo de la primera curva por esquivar a su compañero (que abandonó por rotura de su coche y desencadenó el caos de los coches de seguridad de manera involuntaria) le podía haber costado muy caro, pero resistió sin meterse en ninguna batalla, y las que tuvo, las ganó con solvencia. Uno y otro pueden sentirse satisfechos y confiados de cara a la cita de Silverstone.
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