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Rossi, en primer término.
En las antípodas de la lógica
MOTOCICLISMO | GP DE AUSTRALIA

En las antípodas de la lógica

Rossi vence en Australia en un podio copado en su totalidad por tres Yamaha

Miguel Sesé

Domingo, 19 de octubre 2014, 00:20

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Australia deparó un apasionante domingo de carreras, con emoción a raudales, adelantamientos, muchas sorpresas y, sobre todo en MotoGP, un sinfín de caídas provocadas tanto por la mala conjunción del neumático asimétrico y un asfalto con mucho menos agarre del deseable y por el ímpetu irrefrenable de aquellos, todos para estas alturas, que no tienen nada que perder. En estas circunstancias, la experiencia es un grado tan valioso como el talento o el valor, y en ese aspecto es Valentino Rossi quien brilla con luz propia.

El apodo del doctor sirvió más que nunca en Phillip Island, con el italiano haciéndole un análisis perfecto a la situación, sobreviviendo cuando había que hacerlo y atacando en los momentos necesarios para encaramarse a lo alto de un cajón carísimo en el presente 2014. Tras él, el segundo en discordia en lo referido a templanza y a saber correr siempre un milímetro por debajo de sus posibilidades, Jorge Lorenzo, ambos acompañados por Bradley Smith, que se frotaba los ojos al ver cómo los habituales Márquez, Pedrosa, los dos Espargaró, Stefan Bradl, Cal Crutchlow y hasta nueve pilotos no eran capaces de concluir la prueba.

Marc Márquez había avisado, pero quien no lo hizo fue su neumático delantero. El ya campeón de MotoGP explicó tras conseguir su doble entorchado en Motegi que ahora, sin la presión por tener que correr mirando a la clasificación general, iba a ir a por todas en cada una de las carreras restantes. Phillip Island era un trazado, a priori, muy favorable para que el joven de Cervera saliera como vencedor, especialmente tras conseguir la pole, duodécima de lo que va de temporada.

Márquez salió disparado, y sólo Jorge Lorenzo era capaz de sostener su ritmo, mientras que Valentino Rossi mostraba una gran ambición en un grupo trasero en el que comenzaba a quitarse rivales por delante. Poco a poco el 93 se distanciaba, marcando cascos rojos de vuelta rápida prácticamente en cada giro. Atrás, Pedrosa era embestido por Iannone en una acción que trajo consigo unas declaraciones agresivas del español hacia el italiano, a quien instó a cambiar de pilotaje si quiere continuar corriendo junto al resto de pilotos. Iannone salió revolcado por partida doble, y Dani tuvo que abandonar por problemas mecánicos, aunque al menos no acarició el suelo sin agarre del circuito oceánico.

Llegaron las sorpresas

Márquez ya era un sueño inalcanzable para todos, y Lorenzo tuvo que comenzar a preocuparse por la progresión de un Rossi que se acercaba a él sin remisión. Sin embargo, ocurrió lo impensable, y Marc se fue al suelo. Rotundo, sin consecuencias pero sin capacidad de salvar la caída. El panorama cambiaba radicalmente, y tras un escarceo entre las dos Yamaha, Rossi ganaba aire y terreno respecto a un Jorge que comenzaba a padecer el rigor de un neumático en mal estado.

Aguantar el podio era casi una quimera, y Jorge optó por la vía prudente, la de mantenerse en pista y llegar bajo la bandera de cuadros en el mejor puesto posible dentro del sentido común. Le adelantó Cal Crutchlow, y la Tech 3 de Pol Espargaró le asediaba por la cuarta plaza. Ambos acabaron por los suelos fruto del exceso de ímpetu, con lo que Jorge consiguió mantener el segundo puesto y la otra montura de la escudería gala, la de Bradley Smith, conseguía un triplete histórico y atípico para las Yamaha.

La coyuntura era la de pescar en río revuelto, y los españoles Bautista y Barberá, quinto y sexto, supieron aprovecharlo a la perfección. Otros, como Aleix Espargaró, sufrieron el rigor de los errores ajenos, en su caso sacado de pista por el alemán Stefan Bradl, que también tuvo que abandonar un Gran Premio que deja el subcampeonato más abierto que nunca, con Rossi con 8 puntos de ventaja sobre Lorenzo y 25 sobre un Dani Pedrosa completamente anulado por el caníbal que le han metido en su garaje, un hombre cuyo único límite es el suelo y que, cuando comete errores, como en Australia, se levanta, sonríe, y vuelve a desafiar al mundo para la siguiente prueba.

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