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Rafa Nadal, en Hamburgo.
Hamburgo mejora a Nadal
Masters 500

Hamburgo mejora a Nadal

El balear vence al resistente Fognini y gana su tercer torneo del año

Javier Bragado

Domingo, 2 de agosto 2015, 02:24

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Hamburgo ha sido para Rafael Nadal una parada satisfactoria para tumbarse en el diván. Eligió el torneo de nivel 500 -el tercer escalón del circuito- para recuperar la confianza perdida en una temporada en que ha caído hasta el puesto 10 del ránking ATP porque en la tierra batida de Alemania esperaba recobrar la salud y las sensaciones para volver a ser el adversario al que todos temen. A juzgar por los resultados y por su lenguaje la elección le ha dejado a medio camino porque en la localidad costera venció al italiano Fabio Fognini (7-5 y 7-5) en dos horas y 34 minutos para sumar su tercer título de la temporada y mostrar de nuevo algunas de sus mejores características aunque sin llegar a ser tan temible como antes.

Nadal, al que juego en tierra batida no beneficia tanto como en su juventud por sus problemas físicos, extendió sus puntos en la arcilla germana más de lo habitual. De hecho, el primer juego superó los 12 minutos de duración en una pelea psicológica con Fognini por dar el primer golpe en la mesa. El italiano, que conoce bien al español, empujó al balear a sacar primero -algo que siempre rechaza para intentar empezar con una rotura- y el duelo físico y mental se prorrogó cinco juegos porque eso fue lo que tardaron los contendientes en ganar con su saque -fue Nadal, el 3-2-.

Pero una vez derribado el muro, la pelea mental no se aplanó. Nadal, que no ha perdido efecto y potencia con su derecha, se movió más de lo que es habitual últimamente debido al juego de un rival que le había derrotado en los dos partidos que les han enfrentado en 2015 (semifinales de Río de Janeiro y en octavos del Godó). Ambos se repartieron momentos de iniciativa pero el trabajo de hormiga del español terminó por lograr una sucesión de errores por parte de Fognini con rotura final para adelantarse en el partido (7-5).

La segunda manga empezó con buenos síntomas para el español porque el balear desplegó un saque fiable y sólido (terminó con un 81% de acierto con el primer servicio) para descentrar a un Fognini que sabía que ese es precisamente el punto menos fuerte del antiguo número 1. Con la inercia del buen juego el manacorense se adelantó 3-1 pero incomprensiblemente se desconectó ante la resistencia del italiano. El de San Remo recuperó energía y fuerza para responder con su magnífico revés y un par de derechas que hicieron retroceder al español en la tierra y en el marcador (3-4). Nadal, que sólo había perdido un set en la semana (contra Fernando Verdasco en el primer partido), debió replantearse su estrategia ante un inteligente y experimentado rival que recordó al Nadal más joven por sus carreras al fondo de la pista y por su espíritu irreductible. Resultó el mayor obstáculo a superar por el español en Hamburgo a pesar de que un día antes necesitó la ayuda de los médicos por un dolor el pecho. «Estoy bien. Sentí que el músculo estaba muy cansado. Era doloroso cuando respiraba», aclaró en el duelo de semifinales. No obstante, contra Fognini el duelo precisó más de la mente que de lo físico. Conocedor de sus fortalezas y debilidades el gran estratega Nadal recurrió a su aura de incansable y movió al italiano por la pista para evitar que lanzara golpes ganadores. Cuando incomodó a Fognini logró su objetivo porque le impidió que consolidara la rotura (4-4) y que contemplara a posibilidad de algún punto sencillo.

La resistencia de Fognini

Fognini, número 32 del ránking ATP, exhibió la casta de los tenistas de tierra, los aguerridos que se agarran a cada punto y que sufren por su derrota y por la victoria del adversario. De hecho, en su décima final de un torneo ATP por momentos pareció un espejo diestro del estereotipo de Roland Garros. Esa es es precisamente la lección que debe espolear a Nadal. Contra un rival áspero y duro, exigente y resistente el manacorense superó el viento en contra, las dudas de su cabeza y la presión de otras ocasiones. Incluso el fantasma de las lesiones. «Vais a tener que traer una camilla para que pueda salir de aquí, estoy acalambrado», confesó sonriente con el micrófono en la mano al final del partido mientras se tocaba la pierna derecha.

Es una mejora evidente. En Hamburgo ha recuperado parte de la confianza de los mejores días y no ha sido uno más que sumar a los 96 torneos ganados en su carrera. «Creo que tuve una gran actitud todo el partido, muy positiva, luchando por cada bola. He tenido algunos momentos difíciles en la pista, he perdido oportunidades, pero me recuperé y seguí luchando con la mentalidad correcta. Estoy muy contento por la victoria. Es una victoria importante para mí», reconoció tras el duelo. Después de su regreso al éxito, Nadal se plantea un calendario todavía sin decidir. Tras la gira americana en superficies duras ha dejado entrever que jugará en el torneo de China en octubre (otro 250) y que podría regresar al equipo de la Copa Davis en el duelo contra Dinamarca aunque no es estrictamente necesario que dispute dos eliminatorias más con España para acudir a los Juegos Olímpicos porque siempre existe el último recurso de la invitación. Su objetivo declarado es ser el número 8 del mundo a final de año y es probable que su triunfo en Hamburgo varíe su percepción del futuro. Hasta ahora había ganado dos torneos 250 (Buenos Aires y Sttugart) y había alcanzado la final del 1.000 de Madrid -perdió contra Andy Murray-, pero en la tierra alemana es donde ha cavado para recobrar sus raíces.

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