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Urgente «Cuando llegué abajo y vi las llamas, se me vino el mundo encima»
Estado actual de los trabajos de soterramiento del gasoducto, en Otero (Llanera).
El Musel-Llanera, a todo gas

El Musel-Llanera, a todo gas

Enagás recuerda que además de conectar la regasificadora a la red nacional, la conducción permitirá cubrir lagunas y garantizar el suministro de Gijón, Oviedo y Avilés

AIDA COLLADO

Domingo, 28 de septiembre 2014, 01:41

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La buena marcha de las obras del gasoducto entre El Musel y Llanera permitirá, según los planes de Enagás a día de hoy, que la regasificadora de Gijón esté lista para conectarse a la red nacional antes de que finalice el año, tal y como estaba previsto al comienzo de los trabajos, el pasado mes de junio. Parece que no habrá demoras en cuanto a los compromisos de la compañía se refiere, pero las intenciones del Gobierno central una vez finalizada la infraestructura continúan siendo una incógnita.

Lo cierto es que los planes del ministerio siempre han ido a trompicones. Y siempre han estado profundamente relacionados con los conflictos ruso-ucranianos. Cuando en 2009 Rusia cerró la llave a Ucrania por la deuda adquirida con la pública Gazpron y esto provocó cortes de suministro en varios países europeos, Industria autorizó a Enagás la construcción de la séptima regasificadora de España. Esa era ya la segunda crisis del gas desatada entre ambos países y la decisión, una vez constatada la alta dependencia energética del viejo continente, no se hizo esperar.

Pero el desplome de la economía y la caída del consumo interno provocaron que una vez construida la regasificadora en la ampliación del puerto de Gijón, el Ejecutivo de Mariano Rajoy optase por decretar su hibernación, paralizándola sine die. Y así pasó más de un año, durante el que, por cierto, la Administración tuvo que pagar una importante prima a Enagás por la infraestructura, pese a no estar en servicio.

Cambio de tercio

Fue entonces cuando, en diciembre de 2013, el Consejo de Ministros aprobó la construcción del gasoducto El Musel-Llanera, que serviría para conectar la regasificadora gijonesa a la red nacional. Lo hizo, según argumentó entonces, para asegurar el suministro en la zona, solventando la saturación de la red de distribución en los municipios de Gijón, Oviedo y Avilés. Y para eso, al menos, servirá a partir de 2015, señala ahora Enagás.

Pero lo cierto es que la nueva infraestructura podría estar dotada de mayor trascendencia. Un nuevo conflicto entre Rusia y Ucrania en la Península de Crimea volvió a sacudir Europa a principios de 2014, poniendo de manifiesto el consenso sobre la necesidad de configurar un nuevo mapa energético para diversificar las fuentes y garantizar el suministro en todo el continente. Para ello, no se le escapó al Gobierno, España podría jugar un papel fundamental. Al ser uno de los pocos países que no depende de Rusia (ni siquiera es uno de sus suministradores), su sector gasista está en condiciones de contribuir a evitar nuevos cortes en el continente, convirtiendo sus siete plantas regasificadoras -seis más la de El Musel- en la puerta de entrada del gas licuado (GNL) que llega a Europa. Una jugada que beneficiaría económicamente a España y serviría para minimizar el efecto de futuros conflictos.

España cuenta con la mitad de las regasificadoras que existen en Europa y su red aporta una ventaja esencial, porque posibilita el aprovisionamiento de GNL para su reexportación a través de los dos gasoductos que conectan España con Argelia -uno de ellos, directamente, y el otro, pasando por Marruecos-. Quizá lo que hace esta red tan atractiva es que su principal proveedor es Argelia, sí, pero también recibe gas de Qatar, Francia, Nigeria, Trinidad y Tobago y Perú. Esto evidencia la alta capacidad del país y su multitud de opciones para sortear cualquier imprevisto.

De ahí la importancia de reforzar el sistema español con la regasificadora de El Musel y de los trabajos que en la actualidad se están desarrollando. El gasoducto, de apenas 17 kilómetros y unas 30 pulgadas de diámetro, costará alrededor de 12 millones de euros y es una obra estratégica que unirá El Musel con la red nacional de gasoductos en la estación de válvulas de Robledo, en el municipio de Llanera.

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