Borrar
Antonio Garamendi, con la Casa Consistorial de Avilés al fondo, durante la asamblea de Femetal celebrada el viernes.
«En estos años de crisis podrían haber ardido las calles, pero hemos sabido aguantar»

«En estos años de crisis podrían haber ardido las calles, pero hemos sabido aguantar»

«Necesitamos un cambio de mentalidad respecto a la morosidad. Si alguien va por ahí debiendo dinero porque sí, tenemos que conseguir que se le caiga la cara»

AIDA COLLADO

Domingo, 5 de julio 2015, 00:37

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

El presidente de la patronal Cepyme y vicepresidente de la CEOE, Antonio Garamendi (Getxo -Vizcaya-, 1958), lidera también desde finales de mayo a los asociados de Confemetal. Recién tomada la senda de la recuperación, queda mucho por hacer desde el empresariado. Y ha de ser, insiste, por la vía del diálogo con los demás agentes sociales. Ese ha sido el mejor extintor para sofocar una situación incendiaria, cuando la crisis económica prendió la llama.

PERFIL PROFESIONAL

  • Orientación.

  • Desde muy joven, Garamendi se dedicó al mundo de la empresa en una triple vertiente negocios familiares, proyectos iniciados por él mismo y presencia en los Consejos de Administración y Consejos Asesores de grandes empresas. En la actualidad, su actividad privada se centra en los sectores del metal, construcción, inmobiliario, seguros y hostelería, participando como accionista o consejero en distintas empresas.

  • Compañías.

  • Ha sido delegado general de La Equitativa, en Vizcaya; consejero delegado de la correduría de seguros Bankoa; presidente del Grupo de Negocios de Ediciones y Publicaciones; consejero en Babcock & Wilcox España, en Albura, en Red Eléctrica de España y en Tubos Reunidos; vicepresidente en Entel Ibai y miembro de los consejos asesores de Alta Gestión, Sodexho y Sodexho Pass.

El año pasado, la producción de metal retrocedió un 3%, a pesar de que el empleo del sector recuperó 13 puntos. ¿Seguro que los malos tiempos han quedado atrás?

Los datos macro nos dan una buena foto, sobre todo de futuro. Creo que afortunadamente los malos momentos han pasado y ahora todo apunta a que ya estamos en el camino de la recuperación. Eso no significa que todo el mundo vuelva a estar funcionando, la mitad de las pymes están en pérdidas y el 75% aún están compensándolas. Pero sí es verdad que los empresarios están viendo como las cosas apuntan a un cambio. Hay una esperanza y, si todo va en orden, una garantía de que las cosas se van a recuperar.

¿Confía entonces en que la producción crezca finalmente en 2015?

Sí. Dentro del mercado hay muchos subsectores y unos irán mejor que otros, pero creo que en el metal se notará la recuperación.

Gracias, en parte, al empuje de la industria del automóvil. ¿Tirará lo suficiente de las empresas metalúrgicas?

Ya está tirando. De hecho, los datos publicados esta semana reflejan un repunte de la industria del automóvil que significa un efecto tractor muy importante para la industria del metal. Las cifras que maneja Anfac son positivas y, sobre todo, la perspectiva de lo que viene es mucho mejor.

El ministro Soria acaba de anunciar que la próxima subasta de interrumpibilidad será a finales de agosto o principios de septiembre, pero no cambiará las condiciones...

Para el metal, en particular, y la industria, en general, el factor energía es clave en el escenario de costes. Hoy, nos guste o no, España es el cuarto país más caro de Europa en energía y nuestras industrias están obligadas a competir fuera. Nuestra competitividad pasa por la globalización. En ese sentido, y más cuando en muchos casos llega a superar los costes laborales, el coste de la energía es fundamental. Mientras no seamos capaces de sacar de la tarifa eléctrica costes que no tienen nada que ver con la generación, la distribución, el transporte y la operación del sistema, será muy complicado que los precios estén a niveles aceptables para poder competir de forma global. Por lo tanto, cualquier reforma para mejorar el coste será bienvenida, pero, en realidad, mientras no se saquen de los costes asociados determinado tipo de partidas, las empresas se verán afectadas. Lo mismo ocurre con los costes de las cotizaciones sociales. Aquí en España son del 30%, por encima de la media europea.

Ventajas a los grandes

Otra de sus reivindicaciones es la rebaja del Impuesto de Sociedades a las pymes. En Asturias, los empresarios protestan por la que consideran una elevada carga fiscal.

Aunque el tipo del Impuesto de Sociedades parece mayor para las grandes empresas, la realidad es que éstas tienen a su disposición más variedad de circuitos por los cuales al final pagan menos. Nosotros reclamamos que las pymes deberían estar a un tipo impositivo del 15%, bastante por debajo de lo que está marcado ahora. Otro tema importante en lo que a fiscalidad se refiere es el que tiene que ver con la innovación, algo fundamental si queremos competir. En este sentido, la amortización fiscal para las pymes es muy corta, deberíamos poder amortizar en más tiempo las inversiones.

¿Cree que la inversión se recuperará para añadir valor bruto al sector con la incorporación de nuevas propuestas tecnológicas? ¿No es demasiado pronto?

En España tenemos ciertos problemas para invertir, sobre todo las pymes, que son la mayoría de las empresas del país. Aunque se está recuperando el crédito -en estos momentos se sitúa en unos 150.000 millones de euros, frente a los 350.000 millones que se financiaban antes de la crisis-, el 80% de este dinero va a circulante y, concretamente, una parte muy importante se destina a paliar las consecuencias de la morosidad. Si resulta que la financiación que necesito para realizar inversiones y generar empleo la destino a no estar agobiado porque me deben dinero, pero tengo que pagar las nóminas, tendré la cabeza y el dinero donde no deberían estar. La morosidad es un problema -incluso, cultural- importantísimo en España, que incide especialmente en las pequeñas empresas.

Pero ya existe una ley, que no se cumple, para atajar este problema. ¿Qué más se puede hacer?

Aplicarla. Tiene que haber un cambio social de mentalidad. Si alguien va por la calle y debe dinero porque sí, tenemos que conseguir que a ese señor o señora se le caiga la cara de vergüenza.

Como presidente de Cepyme, acaba de firmar un acuerdo de moderación salarial con los sindicatos. ¿Está satisfecho o lo habría gustado ir más allá?

Creo que el acuerdo con los sindicatos tiene varias valoraciones, para mí, muy positivas. La primera una valoración social: que en una época de plena ebullición política la sociedad civil se siente en una mesa con posturas diferentes, de intereses propios, y seamos capaces con generosidad los unos y los otros de llegar a acuerdos es un triunfo. En los años malos, en España se perdían del orden de 4.000 millones de euros en huelgas. Esta vez se habrán podido perder unos 150. Y eso es consecuencia del diálogo social. En estos años de crisis, con lo que ha pasado, podrían haber ardido las calles y sin embargo hemos sabido aguantar, entre todos. Eso es gracias a saber hablar y entenderse. Luego, lógicamente, tenemos visiones diferentes. El ANC (Acuerdo para la Negociación Colectiva) es un pacto global, afecta a una multinacional y a un bar. Yo creo que tiene varios puntos de valor: le da muchísima importancia a la creación de empleo estable, se habla de transparencia, de flexibilidad, de absentismo... De muchas cosas que tenemos que ir trabajando. Todo el mundo se ha centrado en la parte económica.

Por la que le pregunto.

Pensamos que cuando un país no puede devaluar su moneda -en nuestro caso, hablamos del euro-, las empresas que además han de competir fuera tienen que ajustarse. Y una de las formas de llevar a cabo ese ajuste también es la moderación salarial. Creemos que ha servido para evitar el cierre de muchas empresas. En estos momentos, estamos en una senda buena. Las empresas están viendo la luz y debemos seguir trabajando en esa moderación. Lógicamente, irá en función de cada sector y actividad. A mí lo que me preocupa realmente es la creación de empleo y pensamos que por ahí vendrá el crecimiento.

Propone aumentar el porcentaje variable de los sueldos y ligarlos a la productividad de las empresas.

Son fórmulas que están inventadas. Efectivamente, las empresas van a tener que ser cada día más flexibles y tendremos que hablar de productividad y competitividad y ver qué hacemos para que a todos nos vaya bien. Esa referencia de que la empresa es de un señor y a los demás nos trae sin cuidado se va a acabar. En las empresas, al final, participa todo el mundo y creo que se irá hacia esa forma de trabajar. Igual que se irá hacia una mayor transparencia. Esos, al menos, son los deberes que nos hemos puesto. Tenemos que empezar a cambiar el modelo de relaciones laborales.

También habla de flexibilidad. El mes pasado defendió la necesidad de facilitar a las compañías la entrada y salida de plantilla.

Luego, algunos pusieron en mi boca cosas que no he dicho.

Le atribuyeron la defensa del despido libre. Explíquese.

¡Es que yo no dije eso! La flexibilidad hay que verla en sí misma. A partir de ahora, hay que trabajar dos conceptos permanentemente: la flexibilidad y la empleabilidad, en la que también entra, por ejemplo, la formación. La realidad es que un empresario, cuanto mayor sea la flexibilidad en la entrada y salida de plantilla, más va a contratar. Eso es así. Porque te da miedo contratar si luego tienes dificultad a la hora de la salida. Ahora mismo, hay casos en los que se está perjudicando a otros trabajadores: que una persona de 69 años juegue a que si no quiere no se jubila para recibir una mayor indemnización frena la entrada de la gente joven. Creo que eso hay que arreglarlo, porque hay un mercado dual. Algunos tienen muchos derechos y otros, casi ninguno. No es justo.

Pero nada de despido gratuito.

Nunca lo he propuesto. No hablo del despido libre, sino de favorecer la flexibilidad de la empresa en prácticamente todos los ámbitos.

¿Cree que la reforma laboral ha cumplido su función?

A pesar de que a algunos no les guste, ha sido un instrumento eficaz no para la destrucción de empleo, sino para la supervivencia de muchísimas empresas y puestos de trabajo. Si no hubiera habido reforma laboral, el desastre empresarial habría sido muchísimo mayor, un auténtico drama. Habrían cerrado muchas más compañías. Aunque partimos de la base, claro, de que todo lo que signifique más paro es un drama. Dicho esto, la reforma laboral ha traído consigo una excesiva judicialización de las relaciones laborales y, en muchos casos, bastante inestabilidad jurídica. Eso hay que estudiarlo.

«Responsabilidad política»

El Parlamento asturiano permanece a la espera de una tercera votación para elegir presidente... La situación política parece cada vez más compleja. ¿Qué cree que ocurrirá en noviembre?

Cualquier opción política es legítima. Nosotros lo que queremos es estabilidad, con mayúsculas. El mundo del trabajo y de la empresa lo que quiere es estabilidad esté donde esté. Por eso, lo que reclamamos a todos los partidos es muchísima responsabilidad. Y, dentro de esa responsabilidad, pedimos que se presenten planteamientos estudiados, que no se limiten a la demagogia. Porque, al final, tenemos que trabajar con los recursos que tenemos, que son los que son. Sí nos preocupa que el mapa político está terriblemente inestable. A ver qué ocurre en las generales. Tanto la CEOE como Cepyme, en septiembre u octubre, vamos a estar con los partidos para plantearles lo que nosotros consideramos importante para que el país siga en la senda de crecimiento.

Han aparecido nuevas formaciones, en parte, por el hartazgo de la ciudadanía consecuencia de la corrupción. Una corrupción que también ha afectado a las asociaciones empresariales. ¿Qué medidas se plantean a este respecto?

Tengo mis dudas de que haya afectado a las asociaciones empresariales. Ha afectado a personas que están o han estado en las asociaciones, en algunos casos, por acciones personales, porque en sus temas privados han desarrollado malas prácticas. En las asociaciones de empresarios estamos trabajando en dos líneas fundamentales: la participación, básica para que esto no ocurra, y la transparencia. Transparencia también desde el punto de vista interno, con un código ético que hemos aprobado tanto en CEOE como en Cepyme. Yo presido la comisión de régimen interior de CEOE y he presidido la de Cepyme. Cuando tuvimos que actuar en ésta, no tardamos ni veinte minutos en pedirle al presidente que dimitiera y ahora estamos actuando exactamente del mismo modo.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios