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El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi.
El BCE ve a Europa y el Reino Unido aún «resistentes» al temido 'brexit'

El BCE ve a Europa y el Reino Unido aún «resistentes» al temido 'brexit'

El supervisor, empero, ve una «incertidumbre elevada» aunque cree que la UE ganará en inversiones exteriores y relocalizaciones

José Antonio Bravo

Sábado, 5 de noviembre 2016, 21:03

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Tranquilidad, aunque más bien relativa y temporal. Así se puede describir la sensación que tienen en el seno del poderoso Banco Central Europeo (BCE) respecto al temido 'brexit', esto es, la salida del Reino Unido fuera de la Unión Europea (UE) propiciada por la victoria mínima de sus partidarios en el referéndum del 23 de junio pasado. Y es que, apuntan desde la institución que preside el economista italiano Mario Draghi, «pese al aumento de la incertidumbre en los días inmediatamente posteriores» a esa cita con las urnas, «hasta ahora» la actividad económica a uno y otro lado del Canal de la Mancha «ha sido resistente».

Ese «hasta ahora» revela que en el macrosupervisor bancario europeo no se fían para nada de lo que pueda pasar en los próximos meses, aunque sí muestran cierto alivio porque tras la tempestad inicial se vive hoy una calma relativa. En el caso del Reino Unido, apunta en su último Boletín Económico, el consumo privado «parece haber sido particularmente vigoroso». De hecho, añaden sus economistas, los indicadores de confianza se recuperaron en agosto y septiembre tras experimentar «fuertes caídas», cercanas incluso al 15%, un nivel que no se veía desde mediados de 2014 si bien entonces se recuperaba de mínimos históricos.

Las ventas del comercio minorista «también han resistido relativamente bien». «No obstante advierte, la incertidumbre parece haber afectado a la inversión». Mirando sus tres principales indicadores (la encuesta trimestral de la Asociación de Cámaras de Comercio Británicas, la encuesta del Banco de Inglaterra a los agentes financieros y la marcha de la formación bruta de capital fijo) se observa un descenso cercano al 4%, algo que no se registraba desde 2013.

En cuanto a los mercados de divisas, y tras la «sorpresa» inicial de «muchos participantes», el problema que destaca el supervisor bancario es la depreciación casi continuada de la libra. Tras un cierto respiro de mediados de julio a finales de agosto, e incluso un pequeño repunte a principios de septiembre, en las semanas siguientes su cambio con el dólar y el euro volvía a caer mientras las declaraciones desde Londres «reducían la posibilidad de que el país mantenga el acceso al mercado único en el futuro».

Seguir en el mercado único

Si algo han tratado de salvar a toda costa las autoridades británicas, aún conscientes de que sin contraprestaciones políticas sería más que complicado lograrlo «seremos intransigentes», ha advertido el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, a la primera ministra Theresa May, son sus relaciones comerciales con la Europa comunitaria. Y_la que está pagando ese riesgo es, por ahora, una libra que ya se ha depreciado un 15% «en términos efectivos nominales» desde el banderazo de salida al brexit.

La Bolsa lo lleva mejor tras las primeras caídas «bruscas», gracias a la reducción de tipos de interés en Reino Unido en agosto bajaron un cuarto hasta el 0,25% y la ampliación del programa de compra de activos del Banco de Inglaterra.

Pero de cara al futuro, «en general se espera una ralentización de la actividad económica», advierte el BCE, que ve «ciertamente probable que la mayor incertidumbre siga afectando a la inversión». Unido al descenso de la libra «reducirá gradualmente la renta real, lo que lastrará el consumo privado». Y «a más largo plazo», su productividad.

Y en la UE, ¿qué? Pues el supervisor, que ve «un impacto limitado hasta ahora», dice que «no puede descartarse» que se produzcan «efectos de contagio adversos a medio plazo» en la Eurozona. La parte positiva, empero, es que su actividad económica «podría verse estimulada», por ejemplo, «por la posible relocalización» de servicios financieros o un alza de los flujos de inversión exterior directa «reorientados» desde el Reino Unido.

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