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Energía, acero, agroalimentación y salud centran los objetivos de la innovación regional

El gasto en investigación tecnológica de las empresas en Asturias, cuantificado en 135,2 millones, aumentó un 8,6% en un año

SUSANA BAQUEDANO

Domingo, 15 de enero 2017, 08:44

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La innovación lo impregna casi todo. Apenas hay sector, empresa o entidad, pública o privada, que, en la medida de sus posibilidades, no dedique esfuerzos a ello, ya sean tecnológicos o enfocados a obtener mejores resultados gracias a cambios organizativos o de comercialización. El protagonismo de la innovación dentro de la dinámica económica actual está ampliamente reconocido y asumido por parte de la industria en todo el mundo. En Asturias, las tendencias en este ámbito están centradas especialmente en la salud, la energía, el acero y los mercados agroalimentarios.

Otros campos claramente innovadores en el Principado son los vinculados a los materiales avanzados y sostenibles, los nuevos modelos de producción y las tecnologías. Tanto los primeros como los segundos ya han sido identificados dentro de la denominada Estrategia de Especialización Inteligente (RIS3), una especie de guía para el desarrollo de la I+D+i hasta el año 2020 en Asturias, que el Gobierno puso en marcha en 2015.

La conocida como 'RIS3' es fruto de la política de cohesión de la Comisión Europea, que establece como condicionante para respaldar las inversiones en investigación e innovación la existencia de una estrategia regional para una especialización inteligente. La elaborada en Asturias establece tres objetivos. El primero está centrado en recuperar el liderazgo industrial a través de la tecnología. Para ello, las empresas asturianas han de alcanzar un mayor tamaño y ser más competitivas, y los recursos científico-tecnológicos han de tender a una mayor especialización.

El segundo reto busca una mayor orientación de las empresas al mercado, de manera que la diversificación de actividades y una mayor apertura a los mercados exteriores sean estrategias ineludibles, especialmente para las compañías de mayor capacidad tecnológica e innovadora. Y por último, la gestión del territorio, basado en la colaboración en red. Este modelo tiene en cuenta el impacto territorial de la actividad empresarial y ha de conciliar el crecimiento con el desarrollo sostenible y los retos sociales.

Para la coordinación en el proceso de elaboración de la Asturias (RIS3), el Gobierno del Principado creó un comité ejecutivo presidido por el director General de Economía e Innovación, Francisco Delgado, e integrado por representantes de consejerías con competencias, así como del ámbito científico público regional y nacional. El Instituto de Desarrollo Económico del Principado de Asturias (IDEPA) se encargó de la recogida de información, análisis y formulación de propuestas, y de la redacción de la estrategia.

Francisco Delgado tiene muy claro hacia dónde deben focalizarse los esfuerzos de la innovación en Asturias. Se basa en los datos objetivos del INE, que revelan que el porcentaje de empresas de innovación tecnológica en Asturias es igual al de la media nacional, del 12,8%, mientras que en el apartado de una innovación que se corresponde más a cambios organizativos o de comeracialización para obtener mejores resultados, la región registra solo un 19,1% de empresas, un índice inferior al 23,7% del conjunto del país. «Ahí debemos poner el acento, en esa otra innovación. Debemos volcarnos en crear una verdadera cultura», apunta. Asegura que en Asturias «tiene materia prima para vender y mucho esfuerzo en innovación, pero aún queda camino por recorrer».

Según otra encuesta del INE, el gasto de las empresas asturianas en innovación ascendió en 2015 a 135,2 millones de euros, un 8,6% más que el ejercicio anterior. Un dato que indica una evolución positiva pero que se desinfla cuando se tiene en cuenta que el porcentaje de inversión en I+D del PIB en la región es del 0,73%, inferior al 1,22% de España y lejos del 2% de Europa. Cabe recordar en este sentido que sin investigación ni desarrollo no hay innovación posible.

Al igual que Asturias, el resto de las comunidades autónomas se han visto afectadas por los ajustes presupuestarios. «La innovación merece una política de Estado seria, porque las regiones no podemos aumentar recursos en este campo cuando estamos manteniendo otros capítulos, como la sanidad o la educación, propias del estado de bienestar», reflexiona Delgado.

En el trienio 2013-2015, en Asturias innovaron 604 empresas, el 24% del total, mientras que la media nacional asciende al 28,5%. El Gobierno del Principado pone todo su empeño por mejorar estos datos. De ahí la existencia de una convocatoria anual, por importe de un millón de euros, para ayudar a las compañías de la región a captar recursos nacionales e internacionales para poner en marcha proyectos innovadores. Además, existen otras importantes subvenciones, bien a través del Principado o del Idepa, tanto para grandes empresas como para pymes.

Como sostiene Delgado, en Asturias existe un buen caldo de cultivo innovador. Además de las grandes compañías referentes en este campo, como ArcelorMittal -con un centro de I+D que ha colocado a Avilés a la cabeza de la innovación mundial del acero-, CAPSA o Thyssenkrup, por citar algunas, operan un gran número de startups, como Cui Cui o Touchvie, y entidades de enorme prestigio, como la Fundación Prodintec, el ITMA o el Incar.

Conocimientos y disciplinas

La Universidad de Oviedo es también una de las 'patas' claves de esta estrategia. Asturias ha de apoyar el desarrollo de las disciplinas en las que hay más conocimiento y asegurarse el despliegue de aquellas tecnologías identificadas como relevantes para la actividad económica. La institución académica acoge a un colectivo de jóvenes investigadores constituido por unas 350 personas, incorporados a través de diferentes convocatorias y programas de ayuda a la formación en investigación y docencia, tanto predoctorales, como postdoctorales. El rector, Santiago García Granda, pone el acento en la Universidad «como elemento clave para el desarrollo de la innovación en las regiones y, específicamente en nuestro caso, como la única manera de vertebrar un verdadero ecosistema asturiano del conocimiento».

«Geoffrey Nicholson, conocido entre otras cosas por ser el padre de los Post-It, definía la investigación como la transformación del dinero en conocimiento mientras que la innovación sería la transformación del conocimiento en dinero. Siguiendo esta asociación de ideas, sencilla pero fácilmente comprensible, y teniendo en cuenta que la Universidad de Oviedo genera más del 80% de la I+D+i de Asturias, podríamos afirmar que es en el seno de esta institución donde mayoritariamente las inversiones se transforman en conocimiento y también donde ese conocimiento puede traducirse en inversión», sostiene García Granda. De ahí que, tanto la investigación como la innovación, acompañadas siempre por el desarrollo y la transferencia eficaz de ese saber, «sean pilares sobre los que sustentar la universidad del siglo XXI, capaz de liderar una estrategia donde colaboren de manera coordinada tanto el resto de centros de investigación como instituciones públicas y privadas, las empresas y, por supuesto, la sociedad civil».

En ese sentido, el rector recuerda el proyecto Ad Futurum, por el que la Universidad obtuvo la acreditación como Campus de Excelencia Internacional, donde ya planteó una estrategia apoyada en la innovación y transferencia de conocimiento. De esta manera, la Universidad quiere ir más allá como institución de educación superior e investigación, encabezando el cambio del tejido productivo hacia un modelo económico de desarrollo sostenible.

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