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Los hijos de Elías Masaveu, José, Fernando y Luis, charlan con Emilio Botín y su hija Paloma Botín durante el funeral de su padre.
De los jesuitas a la cúspide de las finanzas

De los jesuitas a la cúspide de las finanzas

La vinculación al Principado se ahondó con las amistades surgidas en la juventud, como Gonzalo Álvarez Arrojo o la familia Masaveu

OCTAVIO VILLA

Jueves, 11 de septiembre 2014, 00:32

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Los grandes personajes viven siempre por encima de las fronteras del resto de los mortales. A finales de los años cuarenta, cuando Santander estaba aún a casi un día de viaje por carreteras que ahora son, en el mejor de los casos, comarcales, el padre de Emilio Botín, el también banquero Emilio Botín-Sanz de Sautuola López decidió enviar a sus hijos Emilio y Jaime a estudiar en el internado del Colegio de la Inmaculada, de Gijón. La decisión de aquel banquero, entonces al frente de una entidad de tamaño moderado, pudo verse influida por los ejercicios espirituales y formativos que los jesuitas celebraban anualmente en Pedreña, al igual que por el prestigio que el propio centro tenía en Asturias y sus provincias limítrofes.

En el colegio gijonés acabaron los jóvenes Botín de cursar los siete años del Bachillerato, algo que por aquel entonces no estaba al alcance de la mayoría, y compartieron pupitre con insignes gijoneses tales como Fernando Urrutia, Alberto del Campo, Juan Campos Ansó, Agustín Carril, Luis Riera, Antonio Martínez García o Fernando Allende, entre otros. Mariano Abad recuerda de ellos que «eran muy deportistas, y Jaime era especialmente brillante como estudiante. Llegó a hacer dos cursos en un solo año». Por su parte, Senén Guillermo Molleda Valdés, que además de compartir colegio con ambos también estuvo en la Universidad de Deusto cuando Emilio Botín cursaba Economía allí, anotó que «ambos eran muy llanos y normales. Emilio era más deportista, y Jaime era un dibujante excepcional».

Cuenta Molleda que Emilio Botín padre se acercaba a Gijón «casi todos los fines de semana para sacar a los dos hermanos a comer», mientras que Mariano Abad subraya que el agradecimiento del progenitor al colegio se plasmó «en el regalo del retablo del altar de la iglesia».

En Deusto, Emilio, «siempre muy santanderino», recuerda Molleda, ejerció también de gijonés, al menos como excolegial del Inmaculada. Sin embargo, ni ese orgullo jesuita, que le llevó, por ejemplo, a que sus hijos estudiasen en el colegio madrileño de la orden, El Recuerdo, le permitió ceder en uno de sus principios: No recibir premios personales, sino sólo para el Grupo Santander. Y es que la Asociación de Antiguos Alumnos del Inmaculada le propuso en varias ocasiones recibir el título de alumno distinguido, algo que declinó con elegancia. La última vez, al actual presidente, Antonio Pellico, que ayer expresó el pésame de la asociación.

Formación y contactos

Si Gijón marcó a los Botín en su etapa de bachilleres, su padre mantuvo el criterio de excelencia en su formación universitaria. Emilio completó Derecho en Valladolid y Economicas en Deusto. Como estudiante conoció al quien sería con los años otro destacado empresario asturiano, Gonzalo Álvarez Arrojo, fundador de la compañía de transportes Arrojo y actual máximo accionista de Duro Felguera, a quien siempre le unió una estrecha amistad. Lo mismo que a Elías Masaveu y a su familia. La confianza entre los Botín y los Masaveu tuvo su traslación no solo al plano personal, sino también en la forma de una toma de posiciones accionariales, tras su salida del Banco Herrero, en el Banco Santander y en Bankinter (entidad que Jaime Botín presidió entre 1986 y marzo de 2002 y de la que seguía siendo el máximo accionista, con un 23,87% de los títulos).

El cariño de Emilio Botín por la familia Masaveu fue evidente en su presencia en Oviedo, con motivo del funeral de Elías Masaveu, en mayo de 2005. No fue una simple visita de cortesía, sino que el banquero mostró a José, Fernando y Luis, los hijos de Elías Masaveu, todo su respaldo y calor humano.

Entre las muchas absorciones que, de la mano de Emilio Botín, acometió del Grupo Santander se encuentra la de Banesto, entidad en la que buena parte de las grandes fortunas familiares asturianas contaban con importantes participaciones.

Fundación, universidad y F-1

Con la rápida expansión del Banco Santander, también crecieron los beneficios. Sea como una estrategia de promoción de la imagen del grupo, sea por convencimiento de su responsabilidad social, o por ambos motivos, Botín dio luz verde a importantes incrementos de las labores sociales del banco. Así, durante el año pasado destinó 142 millones de euros a proyectos y convenios de colaboración con 1.136 universidades de 20 países, entre ellas, la de Oviedo. Precisamente, la última visita oficial de Emilio Botín a Asturias tuvo lugar el pasado 20 de junio, para firmar con el rector de la Universidad asturiana, Vicente Gotor, la renovación de su compromiso con el Campus de Excelencia.

También formaba parte Emilio Botín del Patronato Príncipe de Asturias, muy vinculado a la Fundación Príncipe, presidida por su íntimo amigo y vicepresidente segundo del Santander, Matías Rodríguez Inciarte.

Otra actividad promocional, la deportiva, vincula también al banquero al Principado, siquiera sea de forma circunstancial, al apoyar decisivamente con su patrocinio al equipo Ferrari de Fórmula Uno la llegada del asturiano Fernando Alonso a la 'scuderia'.

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