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La planta de procesado de mineral de hierro construida en el complejo de Roy Hill con capacidad para procesar 55 millones de toneladas al año.
El proyecto gafado de Roy Hill

El proyecto gafado de Roy Hill

Duro Felguera mantiene varios conflictos judiciales a raíz de este complejo minero

N. A. ERAUSQUIN

Domingo, 18 de septiembre 2016, 03:52

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Es uno de los complejos mineros de mayor tamaño del mundo y estaba llamado a dar pingües beneficios, pero hasta ahora lo que ha generado son problemas. La mina de hierro de Roy Hill, impulsada por el emporio de Gina Rinehart, una de las mujeres más ricas del mundo, ha resultado, de momento, un fiasco económico, mezcla de malas decisiones y una coyuntura nada favorable, al menos para las compañías inmersas en su construcción, entre ellas la asturiana Duro Felguera, envuelta ahora en una serie de disputas judiciales con el principal adjudicatario, Samsung C&T Corporation, que intenta minimizar sus pérdidas y ha ejecutado una serie de avales que, a juicio de la española, no fueron legales.

La filial del grupo surcoreano, mucho más conocido por sus móviles y televisores, fue la principal damnificada del proyecto. Sus directivos celebraron en 2013 con algarabía su llegada al sector de la minería con un contrato de unos 5.400 millones de dólares. Era una entrada por la puerta grande para un grupo que, hasta el momento, se había quedado al margen de este negocio, pero que ya había ejecutado algunos de los mayores proyectos de infraestructuras del mundo, entre ellos la construcción del puente Incheon, el más largo de Corea del Sur, o de Burj Khalifa, en Dubai, el edificio más alto del mundo. Menos de tres años después Samsung reconoció que Roy Hill les había supuesto, al menos, pérdidas por 627 millones de euros, aunque la cifra real podría rondar los 900.

Los inicios ya no fueron buenos. Samsung se asoció para ejecutar el proyecto con Duro Felguera, con una experiencia de más de 150 años en el sector, y con la australiana Forge Construction Limited, pero a las primeras de cambio, la compañía local se declaró insolvente. Ante esta situación, la surcoreana decidió suspender el contrato, del que 430 millones correspondían a la asturiana y que era el primero que ejecutaba el grupo gijonés de ingeniería y bienes de equipo en ese país.

Pese a este primer revés, el proyecto siguió adelante y Samsung se responsabilizó directamente la parte que correspondía en la obra a Forge Construction Limited. Esto le llevó a contratar a unos 1.500 trabajadores adicionales, lo que disparó los costes, pero además también asumió todo el riesgo por posibles sobrecostes y aceptó el estricto calendario impuesto por Rinehart, que esperaba que la planta de Roy Hill se pusiera en marcha en agosto de 2015. Dentro del contrato, la surcoreana aceptó incluso pagar una importante multa por posibles retrasos, algo poco habitual en el sector, en el que lo más frecuente es que la compañía impulsora y el adjudicatario compartan riesgos.

El plan para Roy Hill estuvo plagado de problemas, tanto por su magnitud como por la complejidad de las obras necesarias, que iban mucho más allá de una mina. El complejo está ubicado en la región de Pilbara, a 300 kilómetros del puerto más cercano, e incluía la construcción de una enorme explotación a cielo abierto, una planta con capacidad para procesar 55 millones de toneladas de mineral de hierro, 344 kilómetros de ferrocarril que debían atravesar ocho ríos en una zona propensa a inundaciones y el dragado de una nueva zona portuaria en 'Port Hedland', capaz de recibir y almacenar el mineral para proceder a su exportación.

A medida que los problemas para Samsung se acumulaban, sus relaciones con sus socios se complicaron. La surcoreana acusó a Duro Felguera de no entregarle a tiempo materiales, algo que la asturiana siempre negó, y ejecutó avales millonarios que servían de garantía por incumplimientos de contrato sobre sus subcontratas. Las malas relaciones acabaron en los juzgados. Así, NRW Holdings, un contratista australiano, afirmó que Samsung le debía más de 60 millones de euros, aunque al final llegó a un acuerdo y se conformó con cobrar 20. Mientras, Duro Felguera ha reconocido que, al menos, demanda a Samsung el pago de 174 millones de euros. El caso se encuentra en la Corte de Arbitraje de Singapur. A la espera de resolución, la compañía asturiana se ha mostrado confiada porque dispondría de avales de terceros que limitarían una hipotética decisión negativa para sus intereses.

El Banco de China

Sin embargo, este no es el único frente que deja abierto Roy Hill para Duro Felguera, que ve lastradas sus cuentas en gran parte por este proyecto. Según publicó el diario 'The Australian', la compañía asturiana ha acusado al Banco de China (Bank of China), una de las cuatro mayores entidades financieras públicas del gigante asiático, de avisar a la compañía Dalian Huarui Heavy Industry Group (DHHI) de que iba a ejecutar un aval por 18,5 millones de euros, de tal forma que esta última tuvo el tiempo suficiente para conseguir parar el proceso a través de una artimaña legal. Con la sospecha de que el Banco de China filtró la información, que era confidencial, el grupo asturiano ha llevado el caso al Tribunal Federal de Australia.

Por su parte, Samsung mantiene también otras batallas legales, entre otros, con la compañía propietaria de la mina, que acusó a la surcoreana de retrasar el proyecto de forma intencionada, una denuncia que se encuentra en arbitraje.

Y mientras toda la maraña judicial se resuelve, la explotación ha echado a andar lentamente. El máximo responsable de Roy Hill Holdings, Barry Fitzgerald, aseguró recientemente que la mina alcanzará su plena capacidad de 55 millones de toneladas -el 4% de la producción mundial en 2014- a principios de 2017. Es un nuevo retraso, ya que se esperaba que estuviera al 100% a finales de este 2016. Su puesta en marcha llegaría, precisamente, cuando las previsiones que hablan de una caída del precio de mineral de hierro van ganando fuerza.

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