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Bernardo Martínez, Adolfo Menéndez, Jorge Álvarez y Bernardo Gutiérrez de la Roza.
«La transparencia en una empresa es vital para proteger su reputación»

«La transparencia en una empresa es vital para proteger su reputación»

Expertos defienden en Oviedo la importancia de utilizar esta herramienta para dotar a las compañías tecnológicas de mayor credibilidad y atajar los ataques de la era digital

ANA MORIYÓN

Jueves, 30 de marzo 2017, 07:59

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La revolución tecnológica en la que estamos inmersos ha hecho que las empresas tengan que, no ya únicamente crear riqueza y empleo, sino trabajar para «salvaguardar su reputación y mantener su credibilidad» ante los envites de la era digital. Y, coincidieron ayer todos los ponentes en la jornada sobre 'transparencia en las industrias tecnologías' celebrada en el espacio 'Circus' de Ontier, en Oviedo, la mejor herramienta para conseguirlo es la transparencia. Un valor que se está convirtiendo en «vital» en la administración pública como «enemigo natural de la corrupción y el abuso del poder» y al que, razonan los expertos, no puede renunciar el sector privado.

La jornada, organizada por la Asociación Española de Empresas Tecnológicas de Defensa, Aeronáutica y Espacio (Tedae), contó con la comparecencia del presidente de esta organización, Adolfo Menéndez Menéndez, una referencia de primer nivel en derecho administrativo. Durante su intervención realizó una primera aproximación al concepto de transparencia en el marco empresarial para concluir que, pese a su importancia, «no es un valor absoluto» puesto que, dijo, tiene límites «ineludibles». Y citó aquellas cuestiones que afectan a la propiedad intelectual de las empresas o las que, por seguridad, deben mantenerse en «secreto». Máxime, argumentó, cuando se trata de tecnología de defensa.

También comentó Menéndez la importancia de que exista un «marco legal determinado» en esta materia que regule y unifique los términos en los que debe hacerse efectiva esta transparencia en el sector privado, «aunque éste no debe ser nunca abusivo», anotó. Igualmente, añadió, debe permitirse que cada empresa se autoregule con estándares superiores a los previstos en la legislación. Esta regulación, puntualizó Menéndez, debe ir «en paralelo» con la que se aplica en la administración pública, a la que se le presupone «claridad de criterio, celeridad y continuidad en la regulación» ya que, advirtió el abogado, «orden contra orden es desorden». «Si no hay nada que ocultar, la transparencia ayuda a proteger la reputación de una empresa y a dotarla de credibilidad ante los ataques externos».

Escándalos de corrupción

En este argumento abundó el segundo ponente: Jorge Álvarez, secretario de Tedae y socio de Ontier, a quien le correspondió ofrecer una explicación más jurídica de transparencia. Éste manifestó que existe «cierto paralelismo» entre la «creciente exigencia de transparencia» vivida en el sector público y la que se ha sentido en el privado, puesto que en el ámbito empresarial también se han sucedido escándalos de corrupción que han motivado un cambio de mentalidad. No obstante, al menos por el momento, apuntó Álvarez, en el terreno privado la regulación es visiblemente más escasa. Departió el experto sobre el alcance de la ley estatal de buen gobierno y transparencia, y la proliferación «no siempre conveniente» de nuevas leyes autonómicas en esta materia. Legislación que, con «matices relevantes» -afectan a partidos políticos, sindicatos y empresas adjudicatarias de servicios públicos, entre otras-, atañe básicamente al sector público. Álvarez advirtió de que, aunque por el momento no existe una norma de estas características para las empresas privadas, sí se ha aprobado un código de buen gobierno dirigido a sociedades cotizadas. Asignatura pendiente sería la aprobación de un código similar para las pequeñas y medianas empresas que, recordó el ponente, representan la médula del tejido empresarial.

El acto fue presidido por el consejero delegado del bufete Ontier, Bernardo Gutiérrez de la Roza, quien además de presentar a los ponentes hizo especial hincapié en el valor de las empresas agrupadas en Tedea, que representan el 6% del PIB industrial del país y dan trabajo directo a más de 51.000 personas.

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