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Sacyr Fluor cuenta en Llanera con una plantilla de 150 trabajadores que ahora va a reducir. PABLO NOSTI
La incertidumbre por la COVID lastra el negocio de las ingenierías asturianas, que plantean ajustes

La incertidumbre por la COVID lastra el negocio de las ingenierías asturianas, que plantean ajustes

Sacyr Fluor quiere despedir a hasta el 50% de la plantilla, Duro lucha por su supervivencia en pleno ERTE y TSK vende activos

NOELIA ERAUSQUIN

GIJÓN.

Lunes, 13 de julio 2020, 01:36

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El empleo cualificado está llamado a ser el protagonista de la reactivación económica. Los expertos coinciden en que las compañías que generan alto valor añadido son las que pueden tirar del resto para salir a flote y, sin embargo, en la coyuntura actual, las ingenierías están sufriendo y plantean ajustes de calado para adaptarse a la nueva situación, marcada por un lado por la pandemia, que paraliza proyectos y futuras inversiones, y, por otro, por la caída del precio del petróleo y la descarbonización, circunstancias que también lastran sus principales negocios.

Ante este panorama las compañías mueven ficha. Sacyr Fluor, con 150 trabajadores en Asturias, el 80% ingenieros técnicos o superiores, empezará a negociar esta semana el despido de hasta la mitad de la plantilla. Detrás de esta decisión se encuentran, principalmente, las malas expectativas del negocio oil&gas, o lo que es lo mismo, petróleo y gas, pero también el fracaso de la apuesta por los proyectos llave en mano, conocidos como EPC, de las siglas en inglés de ingeniería, compras y construcción.

El coronavirus solo está siendo la estocada final a una unión que no llegó nunca a funcionar bien, la de la constructora Sacyr con la ingeniería americana Fluor, alianza que se fraguó en 2015 para apostar por el floreciente negocio EPC, pero en el que no logró afianzarse ante la competencia en el mercado global de compañías asiáticas, como las coreanas o las chinas, que logran tirar los precios gracias al apoyo estatal, pero incluso asturianas como TSK y Duro Felguera.

Ahora, Fluor deja en manos de Sacyr el 100% de la compañía, pero el grupo que lidera Manuel Manrique plantea un fuerte recorte de personal muy cualificado -Fluor pagará la mitad del coste del ERE- . En principio, la dirección trasladó que saldrían alrededor de 180 empleados, sobre todo, de sus sedes de Madrid y Llanera. Al resto de trabajadores prevé integrarlos en el área de Ingeniería e Infraestructuras.

A todo esto se suman otros problemas que sufren también el resto de ingenierías, como el cambio radical de los contratos que salen al mercado. Sacyr Fluor reconoce que en los últimos años han caído a la mitad las oportunidades relacionadas con las energías fósiles, con un impacto del 86% en términos económicos en su balance.

De ahí que empresas como TSK hayan hecho una apuesta decidida por las renovables o, incluso, el almacenaje de energía. Duro Felguera también ha integrado en su plan estratégico su entrada en el sector de las renovables, en el que hasta ahora no tenía presencia, aunque la situación en la que se encuentra la centenaria compañía asturiana viene de lejos.

El grupo lleva arrastrando varios años los problemas derivados de la anterior gestión, que lo situaron al borde de la bancarrota, y de los que aún no ha podido sobreponerse. Sin músculo financiero propio ni los avales comprometidos por parte de la banca, que aún no han llegado, sufre grandes dificultades para contratar. Con la llegada de la pandemia, su presidenta no ejecutiva, Rosa Aza, reconoció en este periódico que «se retrasan proyectos y el cobro, y necesitamos tiempo». Y, para ello, requieren liquidez, que buscan a través del ICO. Incluso, podría ser una de las candidatas a beneficiarse del nuevo fondo de auxilio activado por el Gobierno, que cuenta con 10.000 millones para rescatar compañías.

En pleno estado de alarma, la compañía acordó en abril con los representantes de la plantilla un ERTE para 672 trabajadores -con una aplicación máxima de 464 al mes-, medida que no ha sido ajena a otras ingenierías, como Imasa que regula de forma parcial a 462 trabajadores. El grupo TSK también ha tirado de ERTE.

Para estas compañías, que llegaron a la pandemia en una situación más holgada, el mayor problema se encuentra en la incertidumbre total en la que viven sus clientes, lo que está provocando la parálisis de obras que ya estaban en marcha y que no se tomen nuevas decisiones de contratación. Mientras, la cartera de pedidos va bajando, y con ella la carga de trabajo, por lo que se auguran meses e, incluso años, muy complicados. A todo esto se suma su presencia internacional, lo que hace que el pico de la pandemia llegue a las obras en distintos momentos y complique aún más cualquier previsión.

En la actual coyuntura, TSK ha optado por sacar a la venta activos, plantas solares en operación que posee tanto en España como en Puerto Rico. Además, se replantea alguno de los ejes de su plan estratégico para adaptarse al acelerado proceso de descarbonización.

Fuera de Asturias, otras empresas del sector también atraviesan su particular vía crucis. Sener planteó el pasado mes un ERE de extinción para 110 trabajadores, de los 1.600 que tiene en España, despidos justificados por una reducción del 18% de los contratos respecto a la media de los dos últimos años. Afectará a sus centros de Vizcaya, Madrid y Barcelona. Por su parte, Técnicas Reunidas acaba de lograr refinanciar su deuda a través de dos préstamos sindicados por 437 millones, gran parte con el aval del Estado.

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